OPINIÓN

Julian Assange: ¿héroe o villano?

por Adolfo P. Salgueiro Adolfo P. Salgueiro
Julian Assange

EFE/EPA/MICK TSIKAS

Por fin ha concluido la saga de Julian Assange, quien por un buen número de años ocupó los titulares de la prensa internacional originando temas opinables tales como el derecho a la información y sus límites, el derecho o deber de los periodistas de dar a la luz pública las historias a las que tengan acceso, el derecho de asilo diplomático y sus límites, el hackeo como travesura o como delito, etc. Assange ha sido figura central en estos asuntos. ¿Será héroe o será villano?

Las “travesuras” de Assange comienzan a la temprana edad de 18 años cuando logra hackear los archivos de la Overseas Telecommunications Commission de Australia (una especie de Conatel). En 1987 se le asocia (sin pruebas ni juicio posterior) al hackeo de algunos archivos de la NASA, hasta que en 1991 se le vincula al hackeo de archivos militares norteamericanos, lo cual tampoco llega a comprobarse pero revela que ya el sujeto merodeaba al borde del delito informático en diversos frentes, incluido el diseño de su programa “Sycofante” que permitía a sus usuarios acceso a información confidencial sobre asuntos de seguridad industrial y militar de los Estados Unidos. Es apenas en 1994 cuando sus aventuras llegan a los tribunales de su país, Australia, cuando se le acusa de haber defraudado a Telecom Australia ingresando a sus archivos.

Lo anterior ya nos demuestra que estamos en presencia de un avezado delincuente cibernético cuyo cenit fue la fundación de Wikileaks en 2006, que le traería la gloria, el exilio y la desgracia.

Luego de sucesivos escándalos en Suiza, Perú, Kenia, Islas Turks etc., Assange reveló más de 300.000 reportes de carácter comprometedor que incluían acciones adelantadas por Estados Unidos en las guerras de Irak, Afganistán y otros escenarios a lo largo y ancho del planeta que ponían en serio peligro la protección de la identidad y seguridad de personal de los servicios de inteligencia norteamericanos.

Paralelamente ocurrían otras “cosillas”, tales como el acoso sexual a varias mujeres ocurrido en Suecia, los cuales originaron acciones judiciales que finalmente se concretaron en pedido de extradición de Suecia a Gran Bretaña, donde para entonces Assange se había refugiado. Para evadir esa circunstancia el señor solicitó y obtuvo asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. Para entonces era presidente de Ecuador  Rafael Correa (entusiasta propulsor del socialismo del siglo XXI) . Dicho asilo duró nada menos que 7 años hasta que fue revocado cuando Lenin Moreno asumió la presidencia de la República y puso a Assange en la calle, donde era esperado por la policía británica que lo mantuvo preso por cinco años mientras se decidían los procesos de extradición.

Esta última circunstancia, aun siendo aberrante, debe ser respetada a la luz del principio de la inviolabilidad de las representaciones diplomáticas extranjeras siendo  interesante destacar que pocos años después, en abril de 2024, sería el propio Ecuador, (ahora con Daniel Noboa como jefe del Estado), quien ignoraría  la inviolabilidad de la sede diplomática mexicana para secuestrar dentro de sus instalaciones al exvicepresidente allí refugiado, Jorge Glass, acusado, procesado y sentenciado por tribunales ecuatorianos. Lo que es bueno para el pavo, como fue la exigencia del  respeto a la inviolabilidad ecuatoriana en Londres lo es también para la pava en cuanto al respeto de la inviolabilidad mexicana en Quito.

El cuento es largo, pero lo que vale la pena reflexionar es si el periodista tiene el derecho o el deber de hacer públicas todas aquellas irregularidades y delitos que lleguen a su conocimiento.

Quien esto escribe lo hace en perfecto conocimiento de su libertad constitucional de información y de expresar  su opinión a tenor del artículo 57 de nuestra Constitución, que consagra para  todos “el derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas u opiniones de viva voz o por escrito… Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado.

.En nuestra opinión, ese derecho tiene como límite el interés nacional. ¿Pudiera yo publicar la estrategia militar, jurídica o diplomática de nuestro gobierno para la defensa de la Guayana Esequiba? Obviamente no, mi derecho se ve limitado por uno superior, que es el interés de la nación como un todo.

Assange violó reiterada y seriamente ese principio, por lo cual la acusación y enjuiciamiento norteamericanos parecen perfectamente procedentes, pues están por encima de su derecho a expresar su opinión o revelar datos o informaciones que comprometan la seguridad de un país, amigo y aliado.

Hoy, el último capítulo tiene al señor Assange libre, con su libertad negociada luego de una fugaz audiencia ante un tribunal norteamericano en la isla de Samoa, ante el cual se declaró culpable. Se le dio por cumplida la pena que le hubiera correspondido compensada con el tiempo que pasó detenido en Londres. Después de 14 años, Assange llega a su patria, Australia, como héroe de la libertad de información y víctima de la persecución norteamericana, aparentemente eximido de su anterior carrera de delincuente informático en su propio país. ¡Así son las cosas!, como decía el muy recordado Oscar Yanes.

@apsalgueiro