OPINIÓN

Jules nos cuenta su historia en el segundo especial de Euphoria

por Aglaia Berlutti Aglaia Berlutti

En esta ocasión Jules (Hunter Schafer) es la protagonista del segundo capítulo especial de la serie Euphoria de Sam Levinson. La serie que retrata la adolescencia desde el más crudo y singular punto de vista está a punto de regresar. Y sin duda, ambos especiales anuncian el poder de la historia que narrará en unos pocos meses. 

El primer capítulo especial de la serie Euphoria Trouble Don’t Last Always mostraba a Rue (Zendaya), luego de haber sido abandonada por Jules (Hunter Schafer) y en plena recaída en sus adicciones. El episodio fue grabado en mitad de la pandemia en una sola locación y mostró al personaje muy lejos de sus colores habituales. El resultado fue un sobrio recorrido a través de la mente de Rue, sus pesares y en especial, las heridas abiertas que aún atormentan al personaje. Rue no solamente mostró una dimensión desconocida de su personalidad, sino que demostró la capacidad de Euphoria para analizar a profundidad el sufrimiento adolescente.

En el segundo episodio es Jules quien tiene la palabra. En S “F * ck Anyone Who’s Not A Sea Blob se narra el otro fragmento de la historia, en que el personaje puede mostrar todo su espléndido universo emocional a través de una sesión de terapia navideña. Puede parecer sencillo, pero Jules, en toda su cualidad de espíritu al borde del abismo, resurge en el capítulo desde una profundidad desconocida. Ya no se trata de la caprichosa adolescente de comportamiento irresponsable, de la víctima en medio de una situación que le sobrepasa. Tampoco de la niña perdida en medio de un mundo de adultos en el que es abusada y agredida. En realidad, uno de los grandes atributos del capítulo especial, es narrar con cuidado lo que hay más allá de la superficie del sufrimiento y los errores de Jules. Además, de mostrar todo lo que el personaje puede ser más allá de la sombra inevitable de Rue.

Juntas, tanto Rue como Jules, forman una pareja en la que el riesgo del sufrimiento emocional es inevitable y se extiende a una nueva dimensión. Ambos especiales han tenido la precaución de analizar la psicología de cada una para encontrar, la grieta individual que pudiera definir a ambas por separado y brindarles un considerable peso y valor. Para Rue, la larga conversación existencialista que protagonizó en Trouble Don’t Last Always fue un recorrido descarnado hacia la raíz de todos sus espacios oscuros, esa percepción dolorosa y manifiesta de sus errores inevitables.

Para Jules, S “F * ck Anyone Who’s Not A Sea Blob es un espejo en el que puede mirarse con toda franqueza. Algo que hasta ahora el personaje no ha logrado del todo. Jules debió lidiar con la mezcla entre la idealización del amor romántico de Rue, la de objeto del deseo de un maltratador adulto e incluso, la percepción de su padre acerca de su comportamiento. Todo bajo el cariz frenético de una experiencia muy rápida, intensa y brillante sobre los primeros años de la adolescencia. Pero el episodio especial hace un recorrido detallado a través de la psicología de Jules, siendo solo ella misma.

La salvedad permite al argumento redimensionar al personaje como algo más que una exquisita fantasía. Una que debe lidiar con las emociones y la lujuria de quienes le rodean. El resultado es un diálogo formidable entre la Hunter desprovista de toda máscara. También se trata de una reflexión sobre el recorrido intelectual y espiritual que le llevó a la decisión de abandonar a Rue y quizás, a una parte de sí misma. El argumento toma el riesgo de analizar a Jules desde una cierta distancia clínica, lo que permite que la concepción sobre su identidad sea más que la suma de sus partes. En la serie, Jules deslumbra por su enigmática capacidad para la contradicción, fragilidad y súbitos estallidos de desconcertante fuerza. Al contrario, en S “F * ck Anyone Who’s Not A Sea Blob el personaje muestra su sutileza al momento de narrar no solo sus dolores más profundos, sino algo a mitad de camino entre el miedo y el anhelo.

De la misma forma que el primer especial, el segundo transcurre en un solo ambiente. En esta ocasión, una sesión de terapia en plena navidad. Para Jules, relatar su propia historia resulta un alivio que supera sus reticencias. Hay un elemento de profunda belleza y delicadeza, en la forma en que el personaje se reconstruye a partir de cada momento doloroso. La narración incluye desde su durísima relación con su madre hasta los traumáticos eventos que rodearon su relación con Nate (Jacob Elordi). Resulta asombroso la manera como la serie logra entablar un diálogo con sus hilos narrativos y una nueva interpretación de cada uno de ellos. El recurso permite que el episodio sea algo más que una detallada lista de sucesos. Toda la trama se acerca más a una cuidadosa mirada sobre el miedo y el dolor de la pérdida. La combinación evita comparaciones con el primer episodio — también en colores tenues y tono íntimo — y le brinda una formidable personalidad.

En especial, Jules emerge como una mujer en pleno crecimiento en medio de situaciones insostenible. Esta versión íntima sobre su vida, la muestra lidiando con el alcoholismo de su madre, además de los sucesivos intentos de reconciliación entre ambas. Se trata de material que no mostró la primera temporada. El agregado sostiene una mirada alternativa al mundo interior del personaje. Y es entonces cuando las revelaciones surgen con la delicadeza de una conversación en voz baja.

Jules descubre que hay un paralelismo inevitable entre la tensa relación con su madre y la que sostuvo con Rue. Ambas cosas parecen unirse en un único universo, que resulta desconcertante por su parecido y doloroso por el final que anuncia pudiera tener. Por supuesto, tanto su madre como exnovia son las únicas personas que han visto a Jules más allá de su brillo y encanto. La percepción sobre esa noción de la verdad y la duplicidad de la identidad es quizás uno de los puntos más relevantes del capítulo.

Como un inevitable complemento del primer capítulo especial, Jules logra comprender lo que habría ocurrido de continuar con Rue. ¿Es la relación entre ambas un paralelo de sus desencuentros devastadores con su madre? ¿Se trata de una paradoja que empuja al personaje en mitad de una discusión dolorosa hacia algo más duro de admitir? Jules no lo sabe y en realidad el guion tiene poco interés en explicarlo.

El verdadero motivo de la sesión es profundizar en el miedo y el desarraigo que le empuja a tomar todo tipo de decisiones. Con un pulso formidable para la narración sugerida, el episodio muestra el primer beso entre Rue y Jules, lo cual permite comprender que ambas se complementan, aunque en realidad miran en direcciones distintas. Para el argumento es de considerable importancia mostrar los matices, en lugar de las opiniones. Una percepción brillante sobre la realidad compartida en medio de dolorosos puntos en común.

Por supuesto, la identidad de género de Jules es un tema importante, como lo ha sido durante todo el programa. En esta ocasión, el argumento plantea preguntas sobre los motivos de Jules para seguir su terapia de remplazo. Y de hecho, hay la insinuación que podría dejarla. Para Jules, convertida en objeto del deseo y admiración de quienes le rodean, su sexualidad e identificación con lo femenino comienza a resultar una incógnita. ¿Se trata de una forma de complacer una fantasía masculina sobre lo femenino? ¿O de algo que se relaciona más con sus temores e inseguridades? Otra vez, la serie opta por no hacer preguntas y salta directamente a la posibilidad de lo que podría ocurrir en el futuro.

S “F * ck Anyone Who’s Not A Sea Blob es quizás uno de los giros más sustanciosos y brillantes de Euphoria. Y junto con el primer especial, anuncia que habrá mucho más que una mirada frenética a la adolescencia bajo luces brillantes y sexualidad desinhibida. Convertida en una serie de culto instantánea, Euphoria avanza hacia algo más controvertido y complejo. La mejor promesa de un episodio especial que sorprende por su cuidadosa estructura y poder para conmover.