OPINIÓN

Juicio a la revolución

por César Pérez Vivas César Pérez Vivas

En medio del pánico mundial por el vertiginoso crecimiento de personas contagiadas por el covid-19 en todo el planeta, la opinión pública ha sido sacudida por la decisión de la administración judicial de Estados Unidos de América de llevar a proceso ante sus tribunales a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino López, Maikel Moreno, Tareck el Aissami y otros miembros de la cúpula en funciones de poder del Estado venezolano.

Ciertamente que es un juicio a cada uno de estos personajes, pero también es un juicio a una revolución que levantó las banderas del cambio, honestidad, patriotismo, eficiencia, justicia e igualdad.  Todas esas banderas hoy están en el basurero de la historia. Sus promotores se encargaron de llevarlas a ese vertedero, pues el socialismo bolivariano se convirtió en una estafa. Hoy el chavismo ha quedado desnudo, evidenciado en todo lo que realmente fue y es: corrupción, narcotráfico, miseria, traición, injustica, mentira y manipulación.

Solo hay que detenerse a oír las declaraciones de los personajes  requeridos por la justicia norteamericana. Por ejemplo, Diosdado Cabello en una edición especial de su programa de TV, transmitido este sábado 28 de marzo, al referirse a  las declaraciones y actuaciones de su antiguo camarada mayor general Cliver Alcalá Cordones, también incluido en las acusaciones in comento, lo señala claramente como “un narcotraficante”.

En el citado programa, Cabello dedica espacio a demostrarnos la indebida conducta de Alcalá, desde el mismo momento del triunfo de Hugo Chávez. Diosdado recuerda la presencia de Cliver Alcalá en la residencia presidencial La Viñeta, antes de la toma de posesión del recién electo presidente.

Muchos venezolanos nos enteramos, gracias a este programa, de que el general Alcalá estaba casado con una señora cuya familia forma parte de un cartel de narcotraficantes.

Mientras el capitán Diosdado abundaba en informaciones respecto a la naturaleza delictiva de su ex compañero de partido y de armas, reflexionaba  sobre la naturaleza amoral de este grupo de militares del 4F.

Si Diosdado conocía los antecedentes y la personalidad de Alcalá es de suponer que también los conocía Hugo Chávez.  En el programa el animador así lo reconoce. Entonces, ¿por qué logró Cliver Alcalá tener una meteórica carrera militar? ¿Porque le ascendieron de teniente coronel hasta mayor general durante el periodo de la revolución? ¿Cómo le asignaron elevados cargos de comando en unidades fundamentales del Ejército? ¿Còmo Hugo Chávez lo nombró jefe del desfile militar del 4 de febrero de 2012?

Más allá del juicio de valor que se haga sobre el momento en que se formaliza la acusación, sobre la competencia de la justicia de ese país para enjuiciar al gobierno de otro Estado, de las motivaciones o intereses presentes en este caso, no cabe duda de que los funcionarios policiales y judiciales de Estados Unidos han acumulado un voluminoso expediente con hechos y documentos relevantes a lo largo de dos décadas.

Las declaraciones y confesiones que personajes de niveles más operativos a los de la cúpula han venido ofreciendo a las autoridades del norte, en la medida en que se han ido colocando a sus órdenes, para buscar reducir las sanciones, constituyen documentos fundamentales para aclarar esta compleja trama. Además, constituyen plena prueba, los movimientos migratorios, financieros y los registros inmobiliarios en ese país y en otros del mundo occidental.

Todo ese cúmulo probatorio no deja lugar a dudas, de que en Venezuela no hemos tenido una clase política ejerciendo el gobierno, se trata de un grupo humano, con origen en las fuerzas armadas y en la izquierda tradicional, que trasmutó a una banda criminal.

Esto explica la dificultad de la oposición democrática, más allá de sus éxitos y fracasos, de sus virtudes y miserias, en lograr el cambio político que nuestra nación añora.

En efecto, los escritos de acusación que las fiscalías de Nueva York y Florida han presentado, así como la solicitud de captura acordada, incluyendo una recompensa para quienes cooperen en la detención de los enjuiciados, constituye un caso poco común en la historia de los procesos judiciales a nivel mundial, y un caso único en la historia de Venezuela.

Si bien es cierto que en el sistema judicial norteamericano esa modalidad había sido aplicada a delincuentes comunes, vale decir terroristas, narcotraficantes o criminales en otras áreas, es la primera vez que este tipo de procedimiento se aplica al gobierno de una República.

Estados Unidos sostiene la legalidad de sus actuaciones en la ejecución de hechos ocurridos en su territorio, en la utilización de su sistema financiero para lavar los dineros del narcotráfico y la corrupción, alegan la violación de su ordenamiento jurídico. Por tal razón colocan el tema en la agenda judicial para sacarlo del debate estrictamente geopolítico. Frente al resto de la comunidad internacional  y en el debate político interno, el tema ya no solo es un gobierno que amenaza su paz interna, sino una banda criminal que ha cometido delitos de una elevada factura.

Para nosotros los venezolanos hay una realidad irrefutable: esta camarilla destruyó nuestro país. Promovieron el saqueo de las finanzas públicas, llevándose nuestras divisas a los bancos del primer mundo. Está también claro, que una parte significativa de este grupo, en su infinita ambición de dinero, se involucró en el narcotráfico. Todos han deshonrado nuestro gentilicio, han humillado nuestra dignidad de nación.

Los hechos están documentados en diversos países del mundo. Como aquí en nuestra patria no ha habido justicia, ni poder que frene esos crímenes, porque quienes estaban en el deber moral y legal de hacerlo se asociaron al delito, otros países y organismos internacionales se han encargado de hacerlo.

Venezuela clama justicia ante la destrucción y los crímenes ejecutados. Que ella no se pueda lograr  en nuestro país a todos nos duele. Nos llena de esperanza su aplicación, aunque sea más allá de nuestras fronteras.

Solo con justicia,  podremos salir de esta tragedia y retomar el camino de la libertad y el progreso.