Simón Bolívar dijo una vez: «Venezuela es un cuartel, Quito un convento y la Nueva Granada una academia», lo que describe que la influencia de los militares en la vida pública y política venezolana data de los tiempos de la Guerra de Independencia.
Y es que el inicio de la venezolanidad estuvo guiada por la mano del general José Antonio Paéz, un héroe vilipendiado en los últimos 20 años, y quien a pesar de su vetusta posición siempre fue consciente de la necesidad de civilismo para el país, por ende apoyó y respaldó a José María Vargas como el primer presidente civil de Venezuela.
Desde 1830 hasta 1958 la mayoría de los presidentes fueron militares, apenas unos pocos civiles como Vargas, Manuel Felipe Tovar, y otros, pudieron sentarse en la Silla Presidencial. Incluso, en la era de la Venezuela civil y democrática, de 1958 a 1998, los militares eran bien vistos por la sociedad venezolana.
Empero, 20 años años de un régimen militarista y de corte socialista, la imagen de los militares cayó en el foso; hoy los miembros de la Fuerza Armada son vistos como vendedores de papas, represores o como una guardia pretoriana de un usurpador que no tiene derechos de estar al frente del Palacio de Miraflores.
Los militares venezolanos cayeron de su pedestal, los militares venezolanos han perdido aquel misticismo que los hizo ser respetados y halagados por los venezolanos en otros tiempos. Hoy, prácticamente, son una comedia para el mundo.
Las Fuerza Armada Venezolana permiten que grupos guerrilleros pululen por todo el territorio nacional, los soldados no están en las fronteras cuidando la integridad del territorio nacional sino velando la oportunidad para hacer negocios con los tráficos diversos que se protagonizan en esos espacios.
La Fuerza Armada Nacional es rehén, en sus propios cuarteles, de la inteligencia cubana, de ese G2 que vigila, persigue e intimida a la oficialidad venezolana. Nuestros soldados están siendo utilizados por cubanos, rusos y chinos para velar por sus intereses en detrimento de la nación.
¿Qué pensarían Bolívar, Miranda, Páez, Sucre, Anzoátegui, Mariño y Arismendi, al ver al Ejército venezolano politizado, apresado y manipulado? Me imagino que los padres libertadores estarían infartados al ver lo que el finado primero y ahora Nicolás Maduro han hecho con los militares venezolanos.
Y aquí me permitirán opinar sobre la necesidad urgente, luego de consolidada la transición nacional, de retomar la tesis realmente bolivariana de construir una Fuerza Armada «obediente y no deliberante», una Fuerza Armada que no tenga parcialidad política y que su único deber sea con la Constitución y con la integridad de la nación.
Es menester, para el retorno de la constitucionalidad del país, que los militares vuelvan a sus funciones en los cuarteles y que dejen a los civiles encargarse de los asuntos de y para civiles. Es hora que los militares salgan de Pdvsa, salgan de las empresas de Guayana y que dejen esas posiciones a los profesionales preparados para ello.
No es lógico tener militares en hoteles, petroleras, siderúrgicas, empresas de infraestructuras, empresas de alimentación y hasta controlando aerolíneas, mientras que los asuntos que le competen a los militares están siendo abandonados.
¿Qué hace un militar en un pozo petrolero, mientras los guyaneses siguen robándose el Esequibo? ¿Qué hace un militar en un Ministerio de Comercio, mientras los terroristas de Colombia y Medio Oriente usan el territorio nacional como base para sus actos irregulares?
¡Señores! Los militares deben hacer su trabajo y dejar de comportarse como delincuentes con camuflaje. Y es que un soldado pierde su honor cuando golpea a una manifestante que pide libertad, un soldado pierde su dignidad cuando permite que una bandera extranjera sea izada en los cuarteles del país. Y es que un soldado deja de serlo cuando no hace respetar la Constitución Nacional.
Sí, frente a esta realidad la Fuerza Armada dejó de hacer juegos militares para convertirse ellos en un juego de mal gusto, para transformarse en una mofa uniformada que deshonra a toda Venezuela.
En la nueva Venezuela debemos rescatar a la Fuerza Armada y darle el valor que deben tener los ciudadanos militares, debemos rescatar su dignidad para que vuelvan a elevarse en símbolos de orgullo nacional.