Juan Reynoso como entrenador de la selección peruana, se resiste a renunciar, invocando que tiene un contrato vigente con la Federación Peruana de Futbol hasta el final de las Eliminatorias en el 2025, sin asumir responsabilidad alguna, ni dar explicaciones que justifiquen que la selección peruana ocupe el último lugar en la tabla después de 6 fechas (un tercio) de las Eliminatorias.
Hoy, en un mundo competitivo, las Eliminatorias al Mundial de Fútbol son cada vez más exigentes y son parte de largos procesos, en los que se ponen de manifiesto intereses en torno a las grandes campañas de publicidad, apuestas deportivas y derechos de transmisión por televisión y las multiplataformas. La FIFA ha ampliado el cupo suramericano con miras a la próxima Copa del Mundo y con ello se multiplican la ilusión de los aficionados en toda Suramérica.
La FIFA no está exenta de corrupción, la elección de las sedes de los Mundiales, parecen responder cada vez más a intereses comerciales, patrocinio de intereses transnacionales, con altas dosis de naturaleza geopolítica. Los últimos mundiales realizados en Rusia (2018) y Qatar (2022) son una muestra de ello. Perú hoy ocupa el deshonroso último lugar de la tabla, con apenas 2 puntos y peor aun habiendo anotado tan solo dos goles, a lo largo de seis partidos.
Ante un escenario de crisis, es necesario un cambio de rumbo, que parta del reconocimiento de errores por parte de Juan Reynoso; quien en mi concepto está lejos de ser un líder y un estratega con lectura rápida y toma de decisiones acertadas a lo largo de los partidos, en los que se permite actualmente el relevo hasta de 5 jugadores.
Reynoso no tiene habilidades para definir equipos en plazos cortos y con jugadores procedentes (en su mayoría) de ligas internacionales tan disímiles.
Juan Reynoso se aferra al cargo o en su defecto pretende ser compensado de acuerdo con las cláusulas del contrato firmado con la FPF presidida por un dirigente tan cuestionado como Agustín Lozano, investigado por el Ministerio Público por la supuesta comisión de ilícitos penales. Lozano hizo dupla, en su momento, con el hoy sentenciado Oviedo. Sin negar que los contratos deben ser honrados; sin embargo, considero que deben conocerse los alcances del contrato suscrito entre la FPF y Juan Reynoso.
El fútbol y la política comparten espacios, no en vano el tirano Nicolás Maduro hace declaraciones agraviantes contra el Perú, demostrando su ignorancia manifiesta, su ramplonería y un desbordante triunfalismo deportivo. Nicolás Maduro es un operador político de Cuba, que hoy demagógicamente aboga por su selección y que no asume responsabilidad alguna por la migración de alrededor de 8 millones de venezolanos que han abandonado territorio venezolano.
Maduro es un bravucón sin formación académica, con seguramente limitada comprensión lectora, que apela a la tribuna política para mentir, victimizarse, tergiversar la historia y urdir el plan de utilizar las largas eliminatorias con miras al próximo Mundial, para distraer y manipular a un pueblo ávido de libertad.
Es el momento de que el ciclo Reynoso concluya, de volver a las fuentes del balompié nacional, dejando de lado “pizarrines” y anotaciones propias de “paporreteros” que anotan todo, tratando de memorizar, para luego ser erráticos en sus decisiones. Juan Reynoso debe dar un paso al costado, como ha sucedido con otros entrenadores de selección en las actuales eliminatorias.
Por su parte, Nicolás Maduro pretende perpetuarse en el poder, su gobierno no dudará en utilizar al futbol como arma política en un contexto próximo a la realización de elecciones generales el próximo año. El tirano Maduro no está dispuesto a entregar el poder, los servicios de inteligencia de su país y de Cuba nunca descansan.
Más allá de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario que garantizan el buen trato y derechos a los migrantes; no puede negarse la existencia de organizaciones criminales como el “Tren de Aragua” en el Perú y otros países de la región. El “Tren de Aragua” desarrolla actividades delictivas y mantiene lazos con el actual gobierno de Venezuela.
Sin embargo, más allá de todo, que la competencia deportiva prime, por encima de las pasiones y el uso político de los resultados futbolísticos.
Si a Argentina no le bastó ser campeón del mundo, para lograr revertir la crisis económica que la afecta, a Venezuela tampoco le será suficiente clasificar al próximo Mundial 2026 para recuperar su libertad y el bienestar que gozaron en el pasado. Que la libertad prime por encima de las tiranías y que el fútbol sea el deporte que aliente la competencia, uniendo a los pueblos, dejando atrás el abuso y la prepotencia.
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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