OPINIÓN

Juan Gabriel Vásquez: la mirada retrospectiva

por Rafael Rattia Rafael Rattia

Dos días antes de que el Jurado de la IV Bienal de Novela Mario Vargas Llosa anunciara el fallo en la voz de la insigne y prestigiosa novelista y ensayista Leila Guerriero, (Junín-Argentina, 1967) le dije a una querida amiga novelista que vive en Madrid y esa tarde estaba entre la treintena de escritores internacionales invitados a la Feria del Libro de Guadalajara que el premio lo ganaría «el colombiano» con su maravillosa y portentosa novela Volver la vista atrás. Justamente, el domingo en la tarde, mirando el canal 44 de la Universidad Autónoma de Guadalajara por Facebook Live, me corroboré a mí mismo que, efectivamente, no había incurrido en yerro alguno en mi prognósis cuando le dije a  mi amiga novelista que Juan Gabriel Vásquez (Bogotá-Colombia,1973) se llevaría el galardón de entre los cinco finalistas.

Estructura de la novela

Arquitectónicamente la novela está concebida y confkeccionada organizativamente en veinte capítulos y un epílogo. Efectivamente, el autor subdivide en poco más de medio millar de páginas la novela  en tres grandes partes a saber: la primera (sugerentemente titulada: (Encuentro en Barcelona) la segunda parte (rotulada con el inquietante titulo: (La revolución en los hoteles) y la tercera y última parte  con el ya mencionado epílog que lleva por título ciertamente enigmático: (La luz y el humo). De tal modo está organizada esta magnífica novela que ya traía el pedigree de haber obtenido el Premio Alfaguara de novela en 2020. Como dijo el mismo Nobel Mario Vargas Llosa minutos antes de hacerle entrega al laureado novelista colombiano refiriéndose a Volver la vista atrás, «es una novela cuajada», magistralmente escrita con mucha conciencia del oficio de narrar, capaz de dialogar vis á vis con los grandes novelistas universales».

Los libros de Vásquez han sido traducidos a 28 lenguas. El conjunto de su obra escrita también ha sido ampliamente reconocida en Dublin, en Firenze (Italia) Lisboa (Portugal) España, Francia (Premio Roger Caillois por el conjunto de su obra y ahora galardonado con el primer lugar en la Bienal de novela Mario Vargas Llosa durante la ùltima semana de septiembre en el marco de la Feria Internacional del libro auspiciada por la Universidad Autónoma de Guadalajara. El autor de Volver la vista atrás escribe artículos de opinión en los diarios El Espectador de Bogotá y El País de Madrid.

En el prolífico background que ostenta el novelista destaca la Orden Caballero de la legión de honor de las artes y las letras de la República francesa y la Orden Isabel La Católica (España) instituida por mandato del rey Fernando VII de España en 1815. La función actual de esta Orden es «premiar a aquellos comportamientos de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras que redunden en beneficio de la nación o que contribuyan de modo relevante a favorecer las relaciones de amitad y cooperación de la nación española con el resto de la comunidad internacional».

Dice el crítico literario Ariel Dorfman del The New York Review of Books  que Juan Gabriel Vàsquez «ha sucedido a García Màrquez como el gran maestro literario de Colombia».

Al final de las 500 páginas del río memorioso que es Volver la vista atrás el autor agradece de viva voz a una veintena de amigos escritores novelistas entre los cuales destacan los nombres de Héctor Abad Faciolince, Javier Cercas, Javier Marías, Alberto Manguel y Zadie Smith.. obvios interlocutores perlocucionarios con quienes el autor se relaciona e interactúa por redes y correos-e y eventualmente en forma física-presencial.

El didascálico epígrafe que sirve de antepórtico a la novela es asaz elocuente: «una novela debería ser la biografía de un hombre o un caso, y toda biografía de un hombre o un caso debería ser una novela». (Ford Madox Ford)

La dimensión temporo-espacial de la novela se desenvuelve entre la Barcelona y el Madrid de los años de la guerra fratricida que diezmó a España durante los últimos años de la década de los treinta de la pasada centuria y la China de la revolución cultural bajo el interregno maoista del oprobioso régimen marxista-leninista conducido por la mano de hierro del camarada Mao Tse-tung y la Colombia aguijoneada por la más espantosa y vomitiva guerra civil  que se desencadenó con el asesinato del mítico Jorge Eliécer Gaitán. La novela es entre muchas subtramas entretejidas con magistral dominio narrativo un fresco cuasicinematográfico del poco más de medio siglo de la endémica violencia que azotó el cuerpo social de la Colombia asediada por la guerrilla marxista-leninista pensamiento maoísta y los grupos filo-castro-marxistas devenidos reductos de la más abominables excrecencias del narcoparamilitarismo.

Entre los personajes que concurren como nudos actanciales en la novela destacan Sergio Cabrera y su hija Amalia, Fausto Cabrera y Nayibe, su segunda esposa, Lina, hija de Fausto. Este ùltimo viaja a Beijing y Shanghái invitado por el Instituto de Lenguas Extranjeras a recibir un homenaje y de regreso a su natal Colombia sufre un inesperado accidente en el corto trayecto que va del Sofá a la puerta de su apartamento de Bogotá que lo coloca al borde de la muerte.

Fausto Cabrera es un personaje cardinal e insoslayable en el organigrama toponímico de la novela. Se trata de una memorable figura académica del teatro, la televisión y el cine, el primero en poner en práctica el método Stalisnavski para interpretar poemas, el mismo personaje que hace de Jacinto, un típico personaje anarquista español que protagoniza una revolución en el centro de Bogotá en la película La estrategia del caracol.

Mucha historia entretejida e hilvanada con diestra y certera manu magister en el asombroso dominio de la ficcionalización de los datos históricamente empíricos y verificables a la luz de la hipotética y eventual verificación de los datos de tantas historias y microhistorias que forman e informan el torrente devenir de la Historia universal. Por ejemplo; los gestos de cooperación y colaboración del oprobioso y nunca suficientemente ponderado dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo con el dictador Francisco Franco. Esos «lazos» de parentesco y filiación filotiránico están ahí magistralmente descritos y narrados con una impecabilidad y solvencia discursiva narrativa de primer orden. Encomiables pasajes que por sí mismos agregan un plus literario  y anexan unas plurales excelsitudes en el manejo de puntuales historicidades constituidas desde una literaturidad constituyente. Por muchas razones que sería ociosa y extensivamente largas detenerse a ponderar en esta breve reseña crítica, Volver la vista atrás tenía, como efectivamente enhorabuena para la salud y vigor de la nueva novela hispanoamericana, que quedar patentizada su aprobación por el Jurado de la recientemente finalizada Bienal Vargas Llosa.