Hace unos días la organización no gubernamental Mi Convive actualizó y presentó los resultados del estudio “Encara: encuesta a jóvenes caraqueños” un cuestionario realizado desde 2021 a más de 300 jóvenes caraqueños, entre 15 y 25 años, habitantes de 13 parroquias del municipio Libertador, Caracas, caracterizadas por la violencia armada.
Según la investigación, más de la mitad de los encuestados, 57%, abandonan sus estudios por la crisis económica, a pesar de que la mayoría de ellos (81%) hubiera preferido seguir en el salón de clase. 47% de los jóvenes abandonó el bachillerato para trabajar con apenas 16 años (edad media); 33,4% no culminó el bachillerato, apenas 5,7% siguió sus estudios universitarios y 27,6% de los muchachos no han podido seguir sus estudios o conseguir trabajo, lo que los pone en una situación de doble exclusión. Estos jóvenes nos describen su vida en una ciudad compleja, violenta, donde se ven obligados a “resolver” día a día entre opciones muy limitadas y donde las responsabilidades de una vida adulta se imponen de un modo cada vez más temprano a nuestros chamos.
La violencia armada define los bordes de su biografía a pesar del miedo que tuvieron para hablar del tema. Muchos de ellos prefirieron guardar silencio sobre las bandas delictivas que hacen vida en su comunidad, señalan no sentirse seguros con los cuerpos de seguridad del Estado y la violencia los ha alcanzado a ellos y a su familia. No por casualidad el alcohol y las drogas es un recurso al que pueden acceder fácilmente al salir de casa.
El estudio, que incluye un grupo de recomendaciones para las familias, comunidades, organizaciones sociales y responsables de políticas públicas, nos sumerge en la compleja realidad de los jóvenes, una muestra del tamaño de la crisis humanitaria que atraviesa el país.
Esta severa realidad nos convoca a todas las organizaciones de la sociedad civil, organismos multilaterales y líderes en las comunidades a trabajar de manera coordinada en la búsqueda de soluciones al complejo problema que amenaza a nuestros chamos. El esfuerzo que hagamos ahora, ¡juntos!, marcará el destino de millones de ciudadanos y sentará las bases de un modelo de sociedad que tendremos en el futuro.
El Estado debe asumir su responsabilidad por el abandono del sector educativo, el acoso al gremio docente, su indiferencia ante la falta de opciones educativas y profesionales para las nuevas generaciones de venezolanos que en estos momentos parecen obligadas a tener que decidir entre su precaria permanencia en el país o la migración forzada como estrategia de supervivencia. El tamaño de la crisis parece superar la capacidad de acción del Estado y nos obliga a unir esfuerzos con un objetivo común que supere las fronteras ideológicas y las rivalidades políticas, un proyecto que sería viable en el marco de un sistema político que ofrezca garantías a la sociedad civil, que no persiga ni acose a las organizaciones no gubernamentales, que acepte la libertad sindical y que permita el trabajo de las verdaderas organizaciones populares que nacen y crecen, de abajo hacia arriba, en las comunidades.
La crisis humanitaria que amenaza nuestro futuro nos exige trabajar aquí y ahora guiados por el principio de solidaridad que caracteriza a los venezolanos, un compromiso que no debe desentenderse de la lucha por el cambio pacífico y democrático que queremos la mayoría de los venezolanos. Sólo en democracia será posible construir, entre todos, un proyecto de país donde la creación de consensos sea clave en la definición de las políticas públicas y donde la sociedad civil pueda trabajar junto con el Estado, las comunidades organizadas y los organismos multilaterales.
Este ha sido y seguirá siendo nuestro compromiso.
El trabajo de Mi Convive
Mi Convive trabaja en la articulación comunitaria y la promoción de la participación ciudadana en comunidades vulnerables y con altos niveles de violencia para el fomento de una convivencia más segura, democrática y resiliente.
Esto lo realiza a través de programas de formación y empoderamiento de liderazgos locales, la promoción de los derechos humanos en las comunidades, en especial en aquellas afectadas por la violencia policial; la recuperación de espacios para la convivencia; la atención y formación de jóvenes en oficios para alejarlos de la violencia, entre otras áreas.
Para ver los resultados de la encuesta Encara, revisa el siguiente enlace: https://drive.google.com/file/d/1ZuahvnasXkgSvIaDw-CxSYpwBaXRmZED/view?usp=sharing
Roberto Patiño es fundador de Alimenta La Solidaridad y Mi Convive.