El director Ron Howard tomó la historia de Jim Henson y la transformó en una épica de asombrosa sensibilidad. Jim Henson: Idea Man profundiza sobre la vida de uno de los creadores más reconocidos de la industria del entretenimiento. Pero también, logra captar toda la belleza de un momento insólito de la cultura pop.
Para Jim Henson, creador de Los Muppets y Plaza Sésamo, entre otras recordadas producciones infantiles, los niños merecían la verdad. Se trata de un punto debatible que tocó en más de una oportunidad, cuando tuvo que explorar en temas como la muerte, el dolor y el sufrimiento adulto. Pero en especial, al reflexionar acerca de qué hacía sus programas tan populares entre un público tradicionalmente complicado, como el de los más jóvenes. La respuesta, a lo largo de la vida de Henson fue básica. Llevar al público pequeño, la noción sobre el mundo más allá de casa y la calle que les eran familiares, podía ser comprendido desde la inocencia.
Mucho de ese concepto — enrevesado y que todavía sorprende — se encuentra en el documental Jim Henson: Idea Man (2024), del director Ron Howard. A mitad de camino entre el homenaje — que lo es y desde un punto de vista de la sincera admiración que conmueve — y la reflexión sobre el legado, la producción intenta abarcar todo lo que Henson fue para el mundo del entretenimiento. Lo que va desde su capacidad creativa, su dedicación a crear un universo que todavía resulta contemporáneo y fresco, hasta su sensibilidad para contemplar el mundo desde un lugar privilegiado. El resultado es una perspectiva privilegiada sobre una época que marcó un hito en la cultura pop. En especial, al convertir las marionetas — un arte menospreciado en la televisión norteamericana — en un símbolo de sensibilidad y un diálogo brillante que conectó el mundo adulto con el de la niñez.
Con una amplia colección de material de archivo privado, el documental recorre toda la herencia de Henson, desde su técnica inconfundible hasta su mensaje a trasfondo. El documental, además, abarca una época de especial productividad de creador: a comienzos de los años ochenta, su trabajo no era tan conocido o popular. Lo que le permitió profundizar y experimentar antes de su gran salto a todos los públicos y en especial, su visión más depurada y más artística. Howard, muestra, con ojo de conocedor, esta percepción profunda y amable acerca del arte dedicada a un público sensible y en formación. Pero a la vez, como Henson encontró que su lenguaje se hiciera universal.
Un hombre que quería soñar
De la infancia de Henson como un niño brillante en la búsqueda de una forma de expresar su profundo sentido artístico, hasta el adolescente capaz de modelar sus propias marionetas, al adulto que dio el salto de crear un mundo televisivo propio. Lo cierto es que “Jim Henson: Idea Man” celebra todo lo que el artista brindó a la televisión, lo que, además, lleva a uno de sus puntos más interesantes. Este creador multifacético, que tanto podía cantar, como coser y componer complicados números musicales con más de 20 titiriteros en escenario, era un fanático del arte artesanal. Lo que el documental muestra al detallar las largas noches en que Henson dedicaba unas a coser, pespuntear y detallar el mapa de actuaciones que convirtió a “Plaza Sésamo” en un fenómeno que asombró al espectáculo estadounidense.
Eso, a pesar de que su aventura por la cultura por la cultura pop comenzó en Londres — luego de ser rechazado por todas las cadenas norteamericanas — y además, con un mínimo margen para explorar su extraño estilo. A pesar de eso, en 1981 ya las primeras transmisiones batieron récord de audiencia. Pero más que eso, se convirtieron en un ejemplo a seguir para producciones semejantes en el futuro. Howard investiga en la forma en que el artista, refundó el arte de narrar historias para niños en televisión — que, por entonces, se consideraba una pérdida de dinero y de inversión — y en particular, cómo construyó a partir de la visión de la honestidad, un punto de vista fundamental para comprender su estilo.
En “Plaza Sésamo” y después “Los Muppets” se hablaba sobre las malas calificaciones, el divorcio y la muerte. Pero al mismo tiempo, reforzaba las grandes lecciones de la escuela acerca del bien, la bondad y la honestidad. Gradualmente, ambas producciones — que se completaban la una con la otra — enlazaron una versión del universo de los niños que los adultos podían entender, pero que era, exclusivamente, un espacio lleno de color y maravilla que asombró a toda una generación.
Una reflexión acerca del bien
“Jim Henson: Idea Man” celebra esa combinación de puntos de vista, pero además, profundiza en cómo el creador, además, soñó con un espacio en el entretenimiento que fuera distinto a cualquier otro. Además, logra incorporar todos los aspectos de Jim Henson, ya fuera en su vida cotidiana como la artística. De los protagonistas de sus grandes obras — la entrevista con la actriz Jennifer Connelly, es especialmente emotiva — hasta la búsqueda de nuevos lugares en películas muy cercanas al mundo adulto, que llevó a cabo en un intento de expandir su universo.
Lo cierto es que el documental, de una hora, recuerda a Henson como un hombre capaz de sostener su vida como una pieza de arte en evolución. Lo que hace de su legado, uno de los más perdurables del entretenimiento. A la vez, una sencilla y dulce manera de entender el bien en nuestra época. Un obsequio a futuro que Jim Henson creó con cada una de sus entrañables piezas.