Entre el bullicio y la algarabía que se formó en Caracas aquel 19 de abril de 1810, destacaba la voz -aguda y áspera- de Juan Jacinto Lara Meléndez, un caroreño de 32 años que integraba la Sociedad Patriótica y era un ferviente auspiciador de la Independencia.
Había nacido en Carora (hoy estado Lara) el 28 de mayo de 1778, quien desde joven se dedicaba al comercio de ganado en el centroccidente de la Capitanía General de Venezuela.
Después de los sucesos de aquel Jueves Santo, Lara se incorporó a las milicias y combatió a las órdenes del generalísimo Francisco de Miranda. En 1812, siendo teniente coronel, sirvió bajo las órdenes directas de Simón Bolívar, al año siguiente tomó parte en la batalla de Cúcuta contra el coronel Ramón Correa; en 1813, acompañó a Bolívar en la Campaña Admirable, destacando en Niquitao, Los Horcones y Taguanes en julio de ese año, descollando en el sitio a Puerto Cabello y en las batallas de Bárbula, Trincheras y Vigirima.
El día que cumplió 36 años fue uno de los primeros en entrar en combate en la primera batalla de Carabobo, el 28 de mayo de 1814, pasando a las órdenes del general Rafael Urdaneta en las acciones en el occidente del país, participa en la retirada hasta la Nueva Granada, donde se suman a las tropas dirigidas por el Libertador, marchando hasta Santa Fe de Bogotá para enfrentar a Manuel Bernardo Álvarez, operación concluida en diciembre.
Con otros republicanos se incorpora a las fuerzas del general José Antonio Páez, en los llanos de Apure, luchando en El Yagual, Mucuritas y la toma de San Antonio de Apure.
La degollina de los capuchinos
El 7 de mayo de 1817, 18 misioneros y 2 enfermeros fueron trasladados a una laja cerca del templo de San Ramón de Caruachi, en la Guayana venezolana, allí fueron degollados uno por uno, luego quemados y sus restos lanzados al río Caroní. De la ejecución sumaria responsabilizaron al entonces teniente coronel Juan Jacinto Lara y al capitán Juan de Dios Monzón. Otros 7 capuchinos lograron escapar con algunos indios cargados de ropa, dinero, pólvora y fusiles que terminaron en las manos de los realistas.
El desaparecido periodista y cronista Juan José Peralta relata que el Estado Mayor republicano había resuelto trasladar a los capuchinos a Divina Pastora, pueblo más al interior de la provincia en caso de que los realistas avanzaran.
No obstante, el oficial a cargo, quien desconocía la geografía local, entendió que “se les enviara con la Divina Pastora”, es decir, con la Virgen María y los ejecutaron. Esa fue la justificación, por tanto, fueron absueltos de todo cargo. Los autores materiales fueron indios de las misiones.
La degollina fue considerada una venganza por los crímenes de los realistas en la Casa Fuerte de Barcelona el 7 de abril de ese mismo año, donde asesinaron a niños, mujeres, ancianos y enfermos allí refugiados y las ejecuciones que hizo Morillo en Nueva Granada; sin embargo, fue repudiada y calificada como hecho sanguinario y cruel, innecesario e indigno de la causa republicana.
Se fue al Sur por la libertad
Estuvo Lara entre el Estado Mayor que acompañó Bolívar en la derrota de Pablo Morillo en Calabozo en 1818.
Junto al general Francisco de Paula Santander venció a Carlos Toirá, favorito del virrey Juan de Sámano en Casanare en 1819 como subjefe del Estado Mayor del Ejército Libertador. En 1821, Lara es nombrado gobernador de Santa Marta y Cartagena de Indias.
Escribe el historiador Carlos Giménez Lizarzado que, durante la campaña del sur se unirá a Sucre para dar la más grande de las contiendas del Ejército republicano, la Batalla de Ayacucho. Se cerraban veinte años de guerras y allí estaba Lara, asegurando la continuidad de la independencia.
Cuando es requerido para asumir el mando de la Provincia de Tunja, el Libertador resalta sus cualidades militares y administrativas, expresando:
«Mandó a buscar a Lara para que se haga cargo del mando de esta provincia. Él es el más propio para mandar. Él no es muy bonito pero muy justo y exacto en sus operaciones, y por eso lo prefiero que a otros que son muy amables pero que no sirven para nada».
El 26 de enero de 1827, Lara es aprehendido en Lima, donde comandaba la División Colombiana Auxiliar del Perú, al triunfar allí una conspiración contra el Libertador, promovida por el vicepresidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander. Es expulsado a Colombia.
Cumplidas sus obligaciones de hombre de Estado, regresa enfermo a su pueblo natal y aun así por exigencia de Bolívar es nombrado intendente y comandante general del Departamento Orinoco hasta 1829, cuando nuevamente vuelve a Carora.
Su obra civil
En 1843, con motivo de la muerte del gobernador Bernabé Planas en Barquisimeto el 30 de enero, se practicaron elecciones para la designación del nuevo gobernador de la provincia, siendo el general Lara el abanderado.
El cronista Eliseo Soteldo apunta que, durante la gestión de Lara, «fue cuando por primera vez se vieron en Barquisimeto esos hermosos torneos cívicos, hubo gran movimiento en la prensa, pues circularon muchos periódicos, muchísimas hojas sueltas y varios folletos».
Añade que el general Lara «se encargó de la Gobernación el 8 de diciembre, cargo que desempeñó por cuatro años», hasta enero de 1848.
El senador larense Pedro París Montesinos describe que, en el periodo del gobierno civil de Lara, «fue de cierta calma, pues disminuyeron las revueltas caudillistas, pese a que se caracterizó por una aguda crisis económica y fiscal en la nación».
En sus funciones como gobernador, «el general Lara hizo un gobierno progresista y protector de los derechos de los ciudadanos”, anota Silva Uzcátegui, adicionando que “con las escuetas rentas, dotó a Barquisimeto de una Casa de Gobierno, amplia y cómoda para que en ella funcionaran varias oficinas públicas».
Otras obras realizó Lara, como el embellecimiento de la laguna de La Mora, con la siembra de unos cien árboles, que estuvo situada en los espacios de la actual plaza Juan de Villegas.
Reparó algunas calles de Barquisimeto, Cabudare, Yaritagua, Siquisique y Carora, según describe su informe a la Diputación Provincial de los años 44 y 45. Refiere el manuscrito que se ejecutaron rellenos en las calles de los cruces de la Laguna de Los Álamos (centro de la ciudad).
En materia sanitaria, enfrentó Lara la epidemia “mal de Lázaro”, encareciendo a los legisladores “prever la dotación presupuestaria para la construcción de un Lazareto (hospital). Libró dura batalla sanitaria contra la viruela sistematizando “una campaña de vacunación como único preservativo de la horrorosa epidemia”.
Autorizó entonces a la Junta Superior Sanitaria disponer de 400 pesos para pagar vacunadores en las cabeceras de los cantones y parroquias: Puerto Cabello, San Felipe, Yaritagua y Cabudare, sitios que sufrieron la enfermedad en todo su rigor.
El gobernador también se preocupó por confrontar el problema de dónde enterrar a los muertos exponiendo a los legisladores: «La provincia no tiene un solo cementerio en buen estado y los pocos existentes exigen reparos más o menos considerables».
Se quejó igualmente de la carencia de mercados públicos y de la insuficiencia de las patrullas rurales. Reguló los juegos de azar y dotó a las poblaciones de alumbrado público, y en cuanto a las cárceles en su mensaje de 1845 establece: «Se hace ya muy notable su falta en algunas parroquias».
En cuanto a la educación pública, hizo consideraciones como dividir en dos las escuelas de las cabeceras de cantón, dotando de 40 pesos mensuales a cada preceptor con la obligación de enseñar a 40 niños.
A los 81 años de edad, el 25 de febrero de 1859 muere con el cuerpo agotado, pero con el alma en paz por los tributos que rindió a la lucha por la formación de la República venezolana. El 24 de julio de 1911 sus restos mortales fueron trasladados desde Barquisimeto e inhumados en el Panteón Nacional.
El 28 de mayo se recuerda su trayectoria militar y civil, gracias a las diligencias del Dr. Juan Carmona en calidad de diputado, quien con honra solicitó la magna celebración de esta fecha ante el parlamento larense en homenaje al héroe de la Independencia Juan Jacinto Lara, dándose el ejecútese en agosto de 1881, donde el Gran Estado del Norte de Occidente pasa a denominarse estado Lara.
Fuente: Juan José Peralta. “A Jacinto Lara culparon de la degollina de veinte frailes capuchinos en el Caroní”. www.CorreodeLara.com
Carlos Giménez Lizarzado. “Jacinto Lara, dimensiones del militar republicano”. www.CorreodeLara.com
Pedro París Montesinos. “El gobernador general en jefe Jacinto Lara”. Asamblea Legislativa del estado Lara. Barquisimeto 1993
Jorge Ramos Guerra. “Sobre la vida y obra del general Juan Jacinto Lara, héroe epónimo del estado Lara”. Discurso de Orden 1993
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