Izado mi corazón
a las nubes
estratosféricas del
transtierro lancinante
que lastima cruelmente
mi alma herida de muerte
cual beduino extraviado
en senderos calcinantes
de angustias insobornables
Izo mi atolondrado corazón
y lo elevo a las hogueras
más altas del espíritu
insurrecto ácrata
aterido por el gélido
desamparo que estallan
los cerrojos de la casa
invisible que alberga las
palabras de la tribu
vituperada
escarnecida
ofendida por belfos
de odios seculares
y de improperios
impronunciables a la
hora del alba nonata
y vehemente que pugna
ansiosa por nacer al nuevo
día que planea
sobre nuestras cabezas
ebrias de futuro delirante.