“Yo, que puedo correr el velo del tiempo, os contaré las historias que solo las mujeres pueden contar. Acompañadme, entonces, hasta las islas del oeste, al palacio de Odiseo, y escuchad”.
Claire North intervención de la diosa Hera, para contar la historia de Ítaca.
Ítaca, novela de Claire North, forma parte de un género literario que se populariza entre las nuevas generaciones, me refiero a la novela histórica, es un logro en medio de esta “sociedad liquida e intangible de los sesgos situacionales” denunciados por Zygmunt Bauman en su obra modernidad líquida (Bauman, 2000), pues permite al lector encontrarse de nuevo con un libro, que de manera amena usa los tropos, la metonimia, para enriquecer una leyenda mitológica y trocarla semánticamente en un hecho del habla que bien puede describir, aquello que se intenta decir y es conjurado.
La narradora omnisciente en esta obra, es la diosa Hera, “quien guarda un especial afecto por la reina Penélope de Ítaca, por Clitemnestra de Micenas y Helena la veleidosa reina de Esparta y otrora princesa de Troya” (North, 2023), la tragedia que envuelve al reino de Micenas tras el amancebamiento de la reina Clitemnestra del linaje de Zeus, junto a su primo Egisto, la llevan a matarlo y desencadenan la venganza, perpetrada por Electra y Orestes, Micenas es poderosa, amurallada, pero Ítaca “protege la boca acuosa de Grecia como un diente partido. Es poco más que un rasguño en el mar, un caminante podría explorarla en un día, aunque su dominio se extiende hacia otras Islas remotas del oeste, Ítaca es solo una roca mísera” (North, 2023), pero aunque para Eos, la Aurora sus rosados dedos no han de pisar la isla, esta es el hogar de Odiseo, quién decidió civilizarla, al confrontar con su padre Laertes el trono, pues este era el ejemplo de los vicios y la procrastinación, es así como “En aquel agujero de termitas” (North, 2023), el ingenioso Odiseo construye su palacio en torno a un árbol, urbaniza aquella pequeña Isla, ese rasguño de tierra, permitiendo la construcción de casas humildes, casas con amplios patios y corredores para los habitantes laboriosos y el palacio real.
La guerra, arranca a Odiseo de su tierra, de su esposa y de su hijo, comenzando así el calvario para la reina Penélope, quien es descrita por Claire, no como una reina de blonda cabellera y ojos juveniles, sino como una mujer de cabellos negros como el Mediterráneo y de oscuras ojeras, causadas por la invasión de un reino que no podía gobernar, pues su hijo era apenas un adolescente, su suegro un anciano mal oliente, su suegra una valiente mujer, la reina Anticlea, quién bajo el peso de la nostalgia, de creer muerto a su hijo, decide morir y encontrarse con este en el Hades, para ratificar que solo un hombre vivo podría entrar a través del mar, al lugar de los muertos, este encuentro es abiertamente triste, para Odiseo y empero tranquiliza el alma de Anticlea, mientras Odiseo vaga en el mar, la valiente Penélope teje y desteje la mortaja para su suegro, ardid que permite esquivar las apetencias de los pretendientes y proteger a Telémaco, auxiliada por la anciana Euriclea nodriza del rey errante y leal servidora de una causa justa, esa causa asociada a la lucha de una mujer que teje y desteje planes, para darle aliento a su pueblo en medio del latrocinio, la violencia y el pillaje de los pretendientes, que han hecho botín personal, el trabajo ajeno de Odiseo.
Así pues Ítaca, es la historia del ingenio, del retorno a la patria, del empeño de una mujer para evitar el derramamiento de sangre y sobre todo, es una lección para abonar la esperanza frente a la adversidad, luego de veinte años, regresa Odiseo hábilmente disfrazado de mendigo, solamente es reconocido al ser atendido por Euriclea, “quien advierte que aquel menesteroso, ostenta los muslos de un guerrero y además reconoce una cicatriz de la infancia, que sólo ella y Odiseo saben, que existe” (Homero, 2006).
Odiseo, impone el orden, se presenta, ante aquellos cobardes y es el único capaz de encordar el Arco, pues tiene más que fuerza bruta habilidad e ingenio, luego la justicia, luego la paz y la satisfacción de Hera y de Atenea, ante el triunfo del héroe, sobre la barbarie, la valentía de Penélope quien urdía planes, para salvar a su rocoso reino y su hijo, sin derramar sangre, sin violentar que era el lenguaje de los pretendientes.
Encontramos en esta metonimia forzada, por estos mustios tiempos, una similitud con nuestra realidad nacional, el drama venezolano tiene suficiente argumento, para ser representado a guisa de alerta y lección moral, haciendo uso de los recursos retóricos, decir que sólo estamos viviendo una crisis, sería usar un sinécdoque, que sustituya semánticamente, la totalidad de esta crisis multifactorial, agravada por el extravío totalitario, por el arrebato de la mentira y la imposición de la narrativa sobre la verdad, aquí hay muchas bocas calladas, que no se han resignado a la mentira, a la grosera violación de su derecho o voluntad, usando de nuevo la retórica, por bocas y voluntad, se interpreta a las personas, esas quienes sabemos lo que pasó, entendemos que hablar supone un riesgo, pero buscamos los giros de la lengua, para abordar aquello que pretenden que callemos.
Cada voto es una persona y más de 7 millones decidimos volver a Ítaca, apoyar a Penélope y su ingenio, que teje y desteje planes, inscritos en otros planes, estrategias encriptadas y una verdad incontrovertible ¡El regreso anhelado del orden, la civilidad y el respeto! Aquí está Penélope y su ingenio, que es inocultable, infinito y absolutamente valiente, nos corresponde a los dedos que hacen dactilografía, que deviene documento histórico, seguir en la labor pese a las amenazas latentes, sin el apoyo de nadie, sólo de nuestra capacidad semántica, para denunciar sin arriesgarse, para desagregarse en partes que representen un todo y plantearnos seriamente, lograr ganar la batalla en los campos de la mente, en los terrenos rocosos de la psique y los “codes lexicos” (Coffey, Amanda; Atkison,P, 2003), esos que permiten encontrar cualidades, significar, para reconstruir la verdad lógica, fáctica e incontrovertible, sobre el relato manido, la mentira audaz y el atropello violento y feroz.
Finalmente reconozco, que subyace un esfuerzo en los tropos retóricos, para vadear el riesgo acudiendo al terreno de la metonímica, cambiar semánticamente, conceptos que ya tendrán su tiempo y lugar, por cosas como el amanecer en ciernes, la aurora anunciando un nuevo día y la valentía de una mujer, quien representa a la mayoría, las voces, bocas, manos, votos, pantallas táctiles, que en nuestro país se expresaron repetidamente en más de siete millones de voluntades, que eligieron a un nombre, a un hombre, que es nuestra esperanza y está cual Odiseo, navegando desde afuera, para mantener viva la voluntad de todos, la mujer que lucha en desventaja, asistida por la sinécdoque, de las partes que son un todo y más temprano, que tarde se integrarán en una sola realidad, la vuelta a Ítaca, la alegría de las millones de ancianas Euricleas y de las lagrimosas madres, quienes lloran a sus hijos, como lo hacia la valiente madre de Odiseo, esta historia es una oda a la mujer, una oda a la vida y una oda a la esperanza, no de Ítaca, sino de un país real, que también tiene nombre de mujer, ingenio de mujer y es capaz de dar vida y de dar llanto.
¡Ítaca, no está vencida! Falta poco para llegar a la orilla, para el retorno de la paz, la libertad y la civilidad.
Referencias
Bauman, Z. (2000). Modernidad Líquida. México: Fondo de la Cultura Económica.
Coffey, Amanda; Atkinson, Paul (2003). Encontrar sentido a los datos cualitativos Estrategias complementarias. Antioquia: Universidad de Antioquia.
Homero. (2006). La Odisea. Madrid: Cátedra.
North, C. (2023). Ítaca. Madrid: Vides.
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