La nomenclatura rusa continúa con su campaña de desinformación y de amenazas.
La campaña de desinformación está dirigida hacia los ciudadanos rusos. Dan por sentado que el territorio donde se desarrollan los conflictos armados les pertenece.
La propaganda rusa se enfoca constantemente en el sagrado derecho de Rusia sobre los territorios invadidos. Según ellos, la actividad bélica que inició el ejército ruso el 24 de febrero de 2022 no se trata de una guerra sino de una operación militar especial dentro de su propio territorio. Algo así como aplacar una rebelión o sublevación o un desorden interno.
En 2014 pararon su avance invasivo cuando se apoderaron de toda la península de Crimea y se anexaron tal territorio violando abiertamente el Memorándum de Budapest de 1994 y los contratos de arrendamiento de las bases navales de Sebastopol. El mecanismo –la receta rusa- consistió en promover que Crimea se declarara un estado independiente de Ucrania (la República Autónoma de Crimea), promover un plebiscito para luego quedar anexada a la Federación de Rusia.
En 2014 ocurrió de igual modo con las regiones de Luhansk y Donetsk (a estas dos regiones se les conoce –en conjunto- como el Donbás) y se proclamaron independientes de Ucrania adoptando los nombres oficiales de República Popular de Luhansk y República Popular de Donetsk, respectivamente. Curiosamente, Rusia reconoció la independencia de estas dos repúblicas populares por vía de un decreto fechado el 21 de febrero de 2022 (3 días antes de iniciar la invasión) pero entiendo que no han sido anexadas a la Federación de Rusia todavía.
No se sabe hasta dónde llegan las aspiraciones territoriales rusas. A juzgar por el ataque inicial en forma de pinza -desde el norte, noreste, sur y este (el oeste no se salvó del ataque porque fue objeto de incesantes bombardeos de parte de los rusos)- Rusia pretende para sí a toda Ucrania.
Si fuera cierto que las aspiraciones territoriales rusas incluyen a toda Ucrania por ser tierra sagrada de Rusia, entonces deberíamos concluir que –para Rusia- Ucrania es, en realidad, Rusia y los ucranianos son ciudadanos rusos.
Aunque los rusos hablaron desde febrero de 2022 del potencial despliegue de armas nucleares contra Ucrania, los anuncios al respecto se han repetido aún más explícitamente después de la contraofensiva ucraniana y del repliegue de las tropas rusas.
Significaría entonces que la Federación de Rusia –siguiendo su línea de razonamiento- está dispuesta a detonar artefactos nucleares dentro de –según ellos- sobre su propio territorio y –de nuevo: según ellos- contra sus propios ciudadanos.
Sobre los efectos de la radiación nuclear a corto, mediano y larguísimo plazo, ya bastantes lecciones se han aprendido con los casos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, de Chernóbil en abril de 1986 cuando se liberó radiación equivalente a 400 veces la bomba de Hiroshima y en Fukushima Daiichi en marzo de 2011 cuando la radiación liberada fue equivalente a 40 veces la bomba de Hiroshima.
Los rusos juegan con fuego con Chernóbil y la zona de exclusión que la rodea. Lo que fue el reactor número 4 está hoy aislado del exterior por dos enormes sarcófagos de hormigón y de acero. Pero la actividad nuclear está allí presente todavía y por muchos años más por venir. Lograr dañar esos sarcófagos sería la mayor estupidez jamás vista.
Ha habido reportes de actividad bélica rusa con artillería contra la central nuclear de Zaporiyia; otro desafuero más.
En fin, ¿qué pretenden los rusos obtener de un territorio devastado, arrasado y contaminado? ¿Y qué harán con los ucranianos; intentar rusificarlos como intentaron hacerlo con la hambruna del Holomodor en 1932 y 1933? ¿Y ahora hablando de hambre pero para el resto del planeta: están dispuestos a acabar con uno de los graneros más importantes del planeta y desequilibrar la seguridad alimentaria mundial?
Un ataque nuclear contra Ucrania tendría consecuencias desastrosas para todos.
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod
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