Al borde del precipicio histórico por el que el propio chavismo decidió lanzarse tras un cuarto de siglo de devastación, Nicolás Maduro advierte con frialdad y temeridad que, al materializarse la inevitable victoria opositora el próximo 28J, en Venezuela empezará un “baño de sangre” y una “guerra civil”, creyendo que existe un pueblo tras él, listo para inmolarse a nombre de la destrucción que ellos han provocado. Aun sabiéndose realmente perdido, aun sabiendo más que nadie en este país que la revolución “bolivariana” acabó, que ya no hay más de donde tirar, Maduro cree puede darse el lujo de sentenciar ante la historia como Luis XV: “Après moi le déluge”.
Pero la realidad es que no podrá haber tal diluvio. Solo es el fin de un proceso de destrucción, de humillación, de delito, que se perpetró contra Venezuela y que como todos los regímenes de esta naturaleza en la historia tenía que acabar.
La apelación al miedo y a sembrar terror no surtirá efecto positivo para el facedor de todos los entuertos. Maduro saldrá del poder pacífica y electoralmente el próximo domingo, y el énfasis de ese proceso de transición que iniciará el país será el de la paz. Esta inmensa movilización de cambio que el país acordó sólo producirá acuerdos con el ínfimo sector, también ciudadano, que aún respalda al chavismo. Ellos también, como pueblo común, son venezolanos y serán parte actuante del futuro común que vamos a reconstruir y que desde la llegada de Chávez al poder en 1998 nos había sido arrebatado con tanta saña.
Queda en manos de las pocas mentes pensantes que hay en el chavismo, y las hay, en lo civil y en lo militar, admitir el fin de la tragedia y evitar una tragedia unilateral. Necesitan más que nunca aplicar aquella máxima del “calma y cordura” porque ya no hay margen de maniobra y el 29J nos toca seguir en el mismo sitio, en el mismo país y con el enorme desafío de una transición constitucional y política.
María Corina Machado logró no solo reunificar al país fragmentado por tantos y costosos errores, sino que consiguió movilizar en torno suyo para derrotar el miedo y enfrentar en las peores condiciones el proceso electoral del 28J. Esta reacción nacional, de carácter ciudadano, que de forma unánime hay en torno a ella no tendrá la mancha que amenaza Maduro. El proceso histórico desatado tras las primarias no se encontrará con obstáculos en su camino. Hemos llegado hasta aquí en esta ruta de forma pacífica y así nos mantendremos todos los ciudadanos de bien que, bajo el liderazgo de Machado, hemos acordado en este reencuentro nacional, recomenzar la historia de nuestro país para que el futuro y el progreso lleguen a buen recaudo como lo merecemos, después de tanto horror.
A los pocos interlocutores que puedan quedarle al chavismo y a quienes se dirige Maduro, deben saber que nadie más que la propia inmensa mayoría ciudadana que ha generado esta salida es la parte más interesada en iniciar un proceso de transición, ya inevitable, donde los cambios se produzcan en paz, con justicia y con el respeto pleno de todas las garantías y derechos que el mismo proceso exige. La suerte ya está echada y nada sacará al país de esta ruta civil. El domingo no hablarán los temerarios fusiles ni la violencia, sino la libertad.