OPINIÓN

Inversión de valores

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

No es lo mismo escribir cajón con “Ge” que con “Jota”; del mismo modo, no es igual la “inversión de valores” que la “inversión en valores”; la cual consiste en una estrategia financiera dirigida a la compra de activos y acciones a un precio bajo en el mercado, con el objetivo de obtener un mayor rendimiento en un plazo determinado.

Uno de los temas de mayor preocupación de los planificadores es la inversión; pero a la vis conversa, la inversión de valores, éticos o morales, es mucho más grave que la desinversión en capital, debido a su alto costo en tiempo y recursos.

En el caso de la inversión de capital o inversión extranjera, luego de casi 22 años de destrucción del sistema democrático, del Estado republicano, de su aparato productivo y empresarial; la cuestión está en cómo se recompone un país que fue uno de los de mayor potencialidad y prosperidad, con todos los defectos que pudiera tener, pero perfectible. Por ello éramos receptores de grandes corrientes de emigración, de capital extranjero e inversiones.

Es ampliamente conocido el colapso sin precedentes en que se encuentra la economía venezolana, ni la “enfermedad holandesa”, ni el caso de Pertamina en Indonesia bajo la consigna de «Un Nuevo Orden», que sirvió fundamentalmente para amparar numerosos escándalos de corrupción, en los cuales se vieron involucrados gran parte del gobierno del expresidente Suharto, su familia y la cúpula militar; son comparables al quiebre moral y financiero del país.

Según informes del BID, la economía se contrajo 70% entre 2013 y 2019, a lo que se suma la reducción de 30% en 2020, mientras que el Fondo Monetario Internacional espera que la contracción económica sea de 5% para el cierre de 2021%, lo que es lo mismo que decir que todavía estamos en el sótano (-5), lo cual hace que se trate de una de las mayores crisis económicas del mundo, a pesar de que algunos consideran que existen ciertos signos de recuperación, posiblemente porque ven el cambio de una economía de libre mercado y capitalista a una economía de lavadoras, bodegones, casinos y remesas familiares.

Efectivamente, la desinversión, la descapitalización tanto financiera como del capital humano, conformado por profesionales, gerentes, técnicos, todos huidos a otras tierras en busca de futuro, son parte del problema; pero estamos seguros de que ante un cambio de régimen que ofrezca seguridad jurídica, cumplimento de los compromisos internacionales, en particular de los Acuerdos de Protección de Inversiones, los capitales llegarán vía inversión extranjera, del FMI para fortalecimiento de las reservas internacionales, del Banco Mundial para los programas de Desarrollo junto con la CAF y el BID.

En una primera conclusión el tema de la inversión, como el Yin y el Yan”, es solo parte del problema; más grave es la “Inversión de valores” promovida por el régimen. Así como se ocupó de cambiar los signos patrios, la historia patria, descapitalizar y estimular la desinversión, se ocupó en procurar la “inversión de valores” con el fin de cambiar la identidad nacional por la de un “Hombre Nuevo”, “Hecho en Socialismo” como marca de fábrica.

Revertir la “inversión de valores” requiere de años. Con lo sucedido en Chile, la economía más sana y próspera de la región, la dirigencia política, social, económica y empresarial debe tomar nota. No será fácil revertir el “pan y circo”, el virus del populismo, la creencia del papá Estado, del todo gratis, del cuánto hay pa’ eso y de la corrupción. Hay que tener una moral muy alta para reclamar el sacrificio, el sudor y las lágrimas de Churchill. Los últimos escándalos, las denuncias de los turbios manejos en Cúcuta con la ayuda humanitaria o con Monómeros. Estos hechos ciertos o falsos sobre corrupción son imperdonables e inaceptables, ya es suficiente con la corrupción oficialista, para que también dentro de la dirigencia opositora el rio traiga piedras. Si la mujer del César tiene que ser honesta, también debe aparentarlo. Es tiempo de ponerle el dedo en este lado a la llaga de la corrupción.

La crisis por la que atravesamos nació con el llamado socialismo del siglo XXI y el hombre nuevo dirigido a la “inversión de los valores” ciudadanos,:identificado con los principios de la responsabilidad, la honradez, la laboriosidad, el respeto, la tolerancia y el compromiso con el país;no con el partido y la revolución. La descomposición social que se vive en la actualidad abarca todos los ámbitos de la vida diaria. Comienza, por ejemplo, con la protección que le brinda el régimen a individuos como Saab hasta el desconocimiento de los resultados electorales cuando no les conviene.

Aunque parezca sin importancia frente a la necesidad de recursos financieros para levantar al país, no es así. El daño ocasionado por la “Revolución bonita” durante estos casi 22 años, con la “inversión de valores” resulta más grave, más serio, que la desinversión de capital y financiera, puesto que la recuperación de los valores éticos y morales tarda muchos más años, posiblemente se requerirán varias generaciones.