Millones de personas celebraron el pasado 27 de enero el llamado Día Mundial sin Internet. Cada vez son más los expertos que investigan sobre las adicciones en torno a la red y sus efectos nocivos para la salud. La ansiedad y la depresión, auténticas amenazas de este tiempo, están a la orden del día e incluso adquieren características de epidemia. ¿Qué papel desempeña la hiperconexión en su agravamiento?
Ya sea por la competitividad en redes, la falta de privacidad, la dependencia de los teléfonos o la «esclavitud» de estar siempre informados, hoy se agrava el peligroso fenómeno denominado FOMO (Fear of Missing Out, o miedo a perderse algo).
El FOMO es una especie de cárcel emocional para el ser humano. Una vez que se entra, es muy difícil salir. Bajo su influjo, la ansiedad y el estrés se apoderan de nuestras vidas, nos secuestran y pasamos a formar parte de un ejército de zombies que busca urgentemente una pastilla.
Mientras tanto, JOMO (Joy of Missing Out, alegría de perderse algo) es la filosofía de quienes celebran el Día Mundial sin Internet para advertir sobre la gravedad del problema. Alegría versus miedo, un clásico de las metodologías vinculadas al desarrollo personal.
Las nuevas tecnologías son indispensables para el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, estamos urgidos de una educación temprana, basada en valores y en inteligencia emocional, para detener la epidemia de ansiedad asociada a los excesos en Internet. Por ello, creamos la app EsCala Meditando, para resituar el papel de la tecnología en el mejoramiento humano, conscientes de sus efectos positivos y negativos.
Un niño aprende a jugar con el móvil, pero desconoce las consecuencias de sus excesos. ¿Quién se las va a enseñar? Muchos padres encuentran en tal adicción una especie de respiro; pero el mal será difícilmente reparable si no gestionan bien sus tiempos de conexión a la red. Y los suyos propios, porque este asunto no conoce de edades.
Para dominar la ansiedad de la vida, debemos «vivir en el momento, en la respiración», afirma el maestro espiritual indio Amit Ray. Y esa vida libre de ansiedad y estrés resulta incompatible con el «miedo a perdernos cosas» por desconectarnos de vez en cuando. No es fácil, pero el primer paso para resolver un problema es darnos cuenta de que ese problema existe.
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