Si en el país abunda la destrucción impuesta por el poder, en las universidades no ha sido menos. El desprecio por la educación, por lo que significa y contiene este proceso de crítico, de modificador positivo de la realidad circundante, escuece el pensamiento de quienes atentan contra todo, con el único propósito de preservarse en el control de la nación y sus recursos económicos. Por algo la corrupción es una de las pocas banderas que este régimen puede exhibir. Tampoco escapa a ella la educación.
En nuestra Universidad Simón Bolívar designaron, vía Consejo Nacional de Universidades, malamente, en 2021, unas autoridades interinas, cuya única actividad significativa, además de darle continuidad institucional «normal» a la casa de estudios, era convocar elecciones en los 180 días subsiguientes. Ni la «normalidad» tan deseada, ni las urgentes elecciones rectorales han ocurrido. Es más, han sido osados, atrevidos en la desecación física y académica de nuestra universidad.
Extralimitándose en unas funciones para las que no fueron electos, a contracorriente de la comunidad universitaria, han abierto y siguen abriendo expedientes a profesores y alumnos, incluyendo a la directiva de la Federación de Centros y relevantes colegas de años de servicios académicos intachables. Han permitido, también, el ingreso del llamado Plan Universidad Bella, sin conocimiento alguno por parte del Consejo Directivo, especialmente en lo tocante al manejo económico, a las «inversiones» de ese Plan. El resultado fue que remozaron algún edificio y rehicieron una parada de buses que ya era muy funcional y acorde, limpiaron en su momento el pajizal frecuente en nuestro campus que ya está por tragarse edificaciones y obras artísticas. El afamado Laberinto Cromovegetal de Carlos Cruz-Diez desapareció, como puede observarse su recuerdo actual en la gráfica. Sumado todo esto a otras pérdidas de la planta física hoy prácticamente irrecuperables.
Se les muere en las manos la universidad. Nos enteramos de una búsqueda desesperada de profesores de matemáticas para el primer año, porque permitieron irresponsablemente el ingreso de nuevas cohortes sin tener personal docente disponible -ya conocemos la desgracia de los sueldos y la desprotección social impuestos que obliga a los profesores y al personal todo a buscar con urgencia otros derroteros-, en diciembre del año pasado la carencia del personal docente llegó a doscientos profesores en diversas áreas.
Son tan atrevidos sin ser electos ni poseer el beneplácito de la comunidad, que despojaron a la Asociación de Profesores de la Casa del Profesor y ahora van por los espacios del Instituto de Previsión del Profesorado, para lo cual, en su defensa, ya se introdujo un recurso en tribunales, a fin de tratar de evitar este nuevo despropósito. No conformes con esto, persiguen, acosan laboralmente a profesores, trabajadores y obreros con la idea imposible hoy de una presencialidad absoluta que sólo existe en sus mentes. Porque han sido incapaces hasta de gestionar gasoil o más unidades de autobuses para trasladar personal y estudiantes para las dos sedes.
Ningún rector u otra autoridad de las tantas electas que hubo se atrevió a tanto, osó tanto desmán. El afán destructivo nacional parecen copiarlo. Por eso, hemos dicho que lo primero que le pediremos al nuevo gobierno, si no lo hace éste antes, en los días que le quedan, es solicitar la remoción inmediata de estos interinos, para que designen otros que deshagan los entuertos, encaminen la universidad y convoquen elecciones dentro del lapso establecido.