OPINIÓN

Intensamente ansiosos: una historia sobre el equipo extremo de Pixar  

por Sergio Monsalve Sergio Monsalve

Intensamente 2 habla de nosotros y por eso conecta, a todo nivel, con las pulsiones de la gente.

El cine es un proyector de deseos y la Pixar lo ha entendido muy bien. Precisamente, en el libro Equipos extremos se habla del negocio que comanda a la compañía desde su torre de control: “la emoción”.

Pixar no vende contenidos, tampoco series, sino emociones en masa, que se traducen en éxitos de taquilla e hitos generacionales.

Al menos así fue hasta que vino el crack de la edad dorada de la compañía, en plena época de crisis y turbulencia por los pecados que cometieron sus padres fundadores y el estallido de la burbuja que provocó la venta a Mickey.

Disney entendió que si no puedes competir con tu rival, en tu rubro de mercado, mejor ofertar una mil millonada y absorber.

Tras la adquisición, Pixar perdió algo de brillo, bajo la tutela represora del nuevo padre castrador, Disney.

Desde entonces, se hizo evidente que la fusión favoreció más a Disney que a Pixar, cuyas cintas se fueron desdibujando y diluyendo en la pantalla pequeña del streaming en la era de la pandemia.

Pero Pixar fue paciente y resiliente, asumió que tenía que empezar de cero y regresar a su mejor versión.

Pronto, recuperó fuerza con títulos discretos pero de impacto conceptual, como Turning Red y Lucca, casi piezas de culto de un Pixar que daba batalla y resistía en su ley, para sus fanáticos.

Sin embargo, los números de antes estaban lejos en el box office. El efecto covid amenazaba con enfermar de muerte a las cifras de la empresa. Las películas de Pixar se estrenaban directo en DisneyPlus, como bulto para el catálogo. Ya no había Oscars que legitimaran la operación, a pesar de las adversidades. Corrían los peores augurios y fantasmas.

Pixar atravesaba por su primera etapa oscura, como su padre Disney en el pasado.

Ahí se activó la alarma de Inside Out 2, para recuperar el honor y el terreno que el matrimonio por conveniencia, había dejado a su paso.

Intensamente 2 es, por tanto, una muestra de lo mejor de las dos culturas, de los dos mundos, tras sus años de reacomodo y tormenta.

A Hollywood le encantan las historias de retorno e Intensamente 2 protagoniza una que aman los académicos, los espectadores y los inversionistas de Wall Street.

Por eso, arrasa en taquilla, ganará el Oscar animado, y si me apuran, puede optar a la estatuilla de mejor película en 2025, coronando a la animación en el sitial que merece, por salvar a la industria en un año de harta complejidad.

En mi bola de cristal, que está rota por si acaso, aparece un futuro con el color esperanza de Pixar y Disney.

Pero también veo una lectura satírica de su alianza, en el fondo de Intensamente 2, donde la ansiedad de los nuevos dueños, Disney, vino a tomar control de la torre de mando de Pixar, para poner en caos y en jaque, a su alegría.

Cada escena viene a sustentar mi teoría: es una película sobre el conflicto de Pixar con Disney, para superarlo con gracia, haciendo las paces.

Por supuesto, la cinta tiene tantas lecturas como islas de emociones encontradas y reprimidas.

El subtexto es rico en material para detonar interpretaciones psicológicas, psicoanalíticas, neurocientíficas, semióticas, animadas, artísticas, narrativas y pedagógicas.

En mi bolsa las tengo seleccionadas como ideas sintetizadas en canicas que suelo tirar y recoger de mi basurero mental.

A veces, el hijo de psicólogo que soy quiere que lleve a Intensamente 2 al diván, una tentación de cierto medio y periodismo más presto a la especulación de autoayuda, que a la búsqueda de certezas.

En cualquier caso, es evidente que Pixar sabe jugar con nuestros pensamientos del milenio, al resumirlos genialmente en las nuevas viejas emociones que nos atacan: el fastidio digital (léase Burn Out, alias Enui), el cringe (la clásica vergüenza), la nostalgia (o nuestro afán de ver lo retro como un activador de nuestra memoria de recuerdos personales), la envidia (que no mata, pero que sí es la epidemia del siglo en redes) y la ansiedad (fuerza motora de nuestra industria del FOMO, de la atención 24/7, del terrorismo laboral, de la esclavitud del entusiasmo, de cómo nos explotamos y machacamos en el cerebro, buscando soluciones inmediatas a problemas que escapan de nuestro dominio real).

Es en la Matrix de “Ansiedad” donde siento que se acoplan todas las lecturas de Intensamente 2, todas las miradas.

De ahí surge la risa incontenible de ver a las emociones que reprimió Pixar-Disney por años: no hagamos películas de samuráis emos que halaguen a los amantes de los videojuegos japoneses, tampoco incluyamos muñequitos feos y parlanchines porque es lo que hace la competencia (Warner y Universal), rehuyamos de la simplicidad minimalista del cartoon, pues Pixar propone viajes más solemnes y artísticamente rebuscados.

En la historia veremos una imagen típica de una famosa reestructuración empresarial, tras una compra, en una versión caricaturesca de lo que hemos observado en series por el estilo como Succession.

Ansiedad llega con sus maletas, cargadas de una tormenta de ideas pasivo agresivas, para imponer su cambio de régimen, sin anestesia y respeto por los pilares establecidos, cual revolución destructiva y hostil.

Un proyecto tóxico, no cabe duda, que países como los nuestros han sufrido, para contarlo en vidas y cifras de millones que han salido, buscando nuevas oportunidades.

Es el mesianismo que anida en el interior de Ansiedad, mientras Alegría apenas logra entregar el mando, en una transición dictatorial por decreto, obviando los logros y los méritos de los que estaban.

La moraleja es que la niña Riley, que es como Pixar y como nosotros en el mundo, no puede ser despojada, de un tajo, de sus emociones primarias, porque lleguen las nuevas a establecer un cisma, a fundar una nueva patria.

El resultado será catastrófico.

Por eso, Pixar y Disney han conseguido el milagro de elaborar su conflicto reciente, en una película mágica que expone su dilema entre ansiedad y alegría, para buscar una solución en común, de mutuo acuerdo, en paz y reconciliación.

El milagro, literalmente, los ha recuperado, sorteando el miedo a la bancarrota.

Se dice que llegada de nuevas miradas, ha minado la efectividad de Pixar y Disney. En realidad, lo que se está sufriendo es del mal de cancelar el pasado, para solo atender a los nichos emergentes.

Intensamente 2 le sale al paso a las ideas dicotómicas, en blanco y negro, soñando con que alegría y ansiedad puedan contener su parálisis, su guerra, en pro del futuro de la niña de sus ojos, de la emoción que priva y prima que es la de proponer imágenes de cohesión, de superación, de victoria de pruebas en conjunto.

Intensamente 2 es una película bella porque nos enseña una historia edificante que invita a ser mejores y a trabajar en equipo.

El mundo es un equipo, el país es un equipo, la familia es un equipo, Pixar y Disney son un equipo.

De esta ansiedad que sufrimos en el mundo, por tantas guerras y conflictos, saldremos como Inside Out 2: juntos y reconectados.

En el medio, nos reiremos de cuando Ansiedad tiranizaba a sus Minions en una maquila de animación, a la forma del Big Brother de la campaña de Macintosh de 1984.

No permitamos que los Grandes Hermanos decidan por nosotros.

Podemos elegir una alegría que nos haga crecer como a Riley, como a Pixar y Disney.