Es cierto que la realidad siempre, y cómo no ahora, es manifiestamente mejorable, pero no es menos cierto que el mundo avanza a un ritmo muy fuerte. En las últimas décadas el mundo ha dado grandes pasos hacia la democracia, las libertades, el progreso, el bienestar y protección social. Destaquemos los avances de los últimos años se ha dado en los temas de respeto a la libertad sexual, y de manera potente en el avance hacia la igualdad de hombres y mujeres. Permitidme que redunde que todavía queda por hacer, y probablemente dentro de 100 años, habremos avanzado a mayor ritmo que ahora y todavía seguirá quedando por hacer, tanto en lo universal como muchas veces en mayor medida, en determinados colectivos, en zonas y países concretos.
Tenemos la obligación de luchar continuamente para alcanzar el mejor y el más rápido avance en el mayor número de campos posibles. A los catastrofistas, a veces interesados, les quiero recordar la obra del científico y profesor de Harvard, Steven Pinker en defensa de la tesis de que, de todos los escenarios globales que hemos conocido, el que vivimos hoy en día, es el mejor. Dice Pinker: “La gente a lo largo y ancho del mundo es más rica, goza de mayor salud, es más libre, tiene mayor educación, es más pacífica y goza de mayor igualdad que nunca antes”, este gran científico nos recuerda también que “millones de personas en China, India y otros países han escapado de la pobreza”.
Quiero mencionar de manera rápida unas estadísticas, en 1900 80% de la población mundial no sabía leer ni escribir, en 2014 ese porcentaje era de 15%; en 1980, 42% de la población vivía con menos de 1,9$ al día, hoy se ha reducido a 11%; la esperanza de vida ha mejorado de manera increíble, hoy vivimos por término medio 40 años más que en 1900; la mortalidad infantil pasó de 18% en 1960 a 6%. Cierto que no debería morir ningún niño, que todos los habitantes del planeta deberían saber leer y escribir, que ojalá nadie tuviera que pasar problemas, y las sociedades y gobiernos debemos seguir trabajando para seguir reduciendo estos indicadores, pero no podemos negar el progreso.
Otro de los grandes avances que ha conseguido la humanidad es realizar los cambios profundos estructurales de un país sin necesidad de utilizar la violencia, sirva de ejemplo el caso español que pasó de una dictadura agresiva a una democracia con un proceso de transición ejemplar que se ha traslado a muchos otros países; también pasó en Rusia y los países del Este que abrieron sus sistemas políticos a una cierta democracia; Chile, en su momento, pasó de la dictadura de Pinochet a la actual democracia. En este concepto, bienvenidos sean todos los movimientos que luchan por mejorar las sociedades y la superación de problemas, pero estoy claro en que cuando estos movimientos tratan de presionar al estado democrático con el uso de la violencia, no es ni un movimiento cívico ni está basado en unas necesidades sociales genéricas, sino que son producto, claramente del uso de una violencia con unos intereses políticos particulares como están siendo los recientes casos de Ecuador y Chile. Está de moda atacar a la esencia de la democracia actual, que de manera clara no es otra que la democracia representativa, atacando duramente a los partidos políticos y a sus líderes.
En el mundo, dicho de una manera breve y rápida, en los primeros siglos no se conocía otro método de producción económica y modelo social que la sociedad esclavista, hasta que se instauró el sistema medieval, basado en señores y plebeyos, la humanidad no registraba demasiados avances, de ahí pasó al crecimiento de una burguesía y un desarrollo comercial que dio pie a la revolución industrial, iniciándose así la economía capitalista, basada en la economía de mercado; se intentó un salto en falso con el socialismo puro, el cual fue un fracaso rotundo, y actualmente la única referencia válida y aceptada prácticamente por unanimidad, es el modelo económico y social de la economía de mercado que ha demostrado ser el más eficiente de todos los modelos. Este modelo podrá ser superado cuando se defina uno nuevo y demuestre con la práctica su validez, pero ahora mismo no existe.
En la misma línea, y paralelamente a este sistema, no existe una forma mejor de administrar la libertad y la participación de los ciudadanos en la gestión de sus derechos y deberes que la democracia representativa, la cual tiene sus estructuras basadas en el parlamento, gobierno, un modelo de estado, con instituciones, estricta separación de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) y sus responsables y gestores políticos. Lamentablemente, la competencia a este modelo, en términos ideológicos no es otra cosa que las tiranías y las dictaduras, en los sistemas democráticos están ahora en ebullición sistemas populistas que, a mi entender, lejos de hacerlos más democráticos son un retroceso hacia la imposición y el autoritarismo. Un ejemplo claro de populismo fue Hitler, nadie ha hecho más daño a su país y al resto del mundo que ese señor con su modelo populista.
Por lo tanto, hay que exigir a todos los movimientos que de buena fe quieran transformar la sociedad, que tienen la obligación de actuar dentro del campo democrático, del respeto y acatamiento de las leyes, sin la más mínima concesión a la violencia. Esto sin entrar a valorar los agentes externos que, está demostrado, están actuando en estos conflictos y que provienen de países autoritarios, en algunos casos auténticas dictaduras como la de Cuba. Hay quien dice que, aunque están, no los dirigen. La solución es sencilla, donde actúan violentos no se puede avanzar en ningún caso.
Hay que respetar las democracias, las cuales pueden y deben evolucionar, pero siempre hacia más democracia, nunca hacia peores democracias, sistemas populistas o incluso dictaduras. Algunas personas opinan que estos movimientos son mayoritarios en el mundo y que, en vez de una insurgencia política, es una explosión social. Personas que justifican la violencia de estas protestas por el gran malestar que viven los ciudadanos hoy en día, argumento que no tiene base creíble, pues volviendo a Pinker: “Todas las estadísticas señalan que mejoramos. En general, la humanidad se encuentra mejor que nunca”.
Luchemos todo lo que podamos y más, pero sin aniquilar nuestros mejores instrumentos de libertades y derechos, y sin dañar a terceros. Recordemos también que, aunque el poder político de un país democráticamente estructurado debe ser exquisito en sus formas de preservar la seguridad del país, tiene la obligación de preservar a la sociedad en su conjunto y a los intereses de sus ciudadanos de cualquier tipo de agresión violenta.
http://carlosmalodemolina.com/
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