Por Ysméride Astudillo (*)
El 21 de octubre de 1975, después de haber iniciado actividades académicas en 1971, Maturín se vistió de colores para recibir el primer fruto de una acción heroica, representada en el Instituto Universitario Pedagógico Experimental de Maturín (Iupem). Un instituto que abrió sus puertas a la juventud del oriente venezolano, para formar a los profesores en diferentes especialidades, ante el acelerado ritmo de los acontecimientos sociales de la región.
La Catedral de Maturín sonó campanas y abrió puertas para que la sabana entrase acariciando con brisa y verdor en sus amplias tonalidades al gentilicio, en ofrenda por tan excelso acontecimiento.
El oriente dijo gracias en emocionadas melodías de monseñor Antonio José Ramírez Salaverría, en su condición de guía espiritual de la comunidad, que le concedió la potestad del discurso sublime de entonación ciudadana.
Acto hermoso de niños, jóvenes y adultos en agradecimiento al Señor, para que la casa más grande tomase de la mano a la casa más alta, y en acompañamiento de la academia y el conocimiento, los estados Sucre, Nueva Esparta, Bolívar, Anzoátegui, Delta Amacuro, y Monagas entonasen las gloriosas notas del Himno Nacional, en gratitud de recibir a sus hijos formados como maestros, para servirle a la nación.
Es una relación histórica de apenas 49 años desde su primera promoción y 53 años de fundación. Desde entonces, el ahora convertido en núcleo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) desarrolla una tarea de proporciones inmensas. De sus 312 estudiantes iniciales el 12 de marzo de 1972, llegó a dar calor académico a más de 25.000 almas entusiastas de recibir formación para la vida.
Contribuyendo de manera tan ejemplar con el desarrollo de Venezuela, hasta llegar a alcanzar, a través de sus hijos, los más elevados honores de ser maestros de generaciones, por cuyos pensamientos se han cobijado y forjado todas las disciplinas y áreas de estudios, requeridas por el país para su desarrollo.
El Pedagógico de Maturín, es una voluntad genuina del pensamiento elevado de quienes le conforman, y nace con estrella en sus propósitos, desde las instalaciones del Seminario Mayor de Maturín. Los días que transcurren hoy, requieren del esfuerzo conjunto y de acciones decididas de los estados antes citados, para rescatar al Instituto Pedagógico de Maturín del fondo del abismo, donde le ha impulsado el daño antropológico que le han infligido huestes políticas, cuya maldad ha traspasado los límites de la destrucción educativa y la carrera docente.
Con el esfuerzo de todos, volveremos a ser aula abierta, amplia, cosmopolita y diversa. Y juntos seguir soñando en grande con la formación de los más pequeños. Quienes requieren ser educados en escenarios de mediación con la denominada Inteligencia Artificial y la inminente presencia de las redes sociales digitalizadas, lo cual urge el abordaje de una educación de calidad en todos los niveles del sistema, con especial atención en resolución de problemas, lectura y escritura, idioma digital, matemáticas y física, cultura, entre otras. Con el juego como estrategia de enlace entre ellas.
Para educar a hombres y mujeres, como profesionales de alta calidad y sensibilidad, que requiere la sociedad del conocimiento.
(*) Uno de los 312 estudiantes iniciales. Primer director-decano electo