El IFEDC cumple esta semana 60 años de su formación. Basta con revisar los nombres de quienes lo hicieron posible para entender la magnitud del proyecto. Todos notables y queridos dirigentes en diferentes áreas de la vida socialcristiana. Destaco las inolvidables personalidades de Arístides Calvani y de Enrique Pérez Olivares, compatriotas que se dedicaron a tiempo completo al desarrollo integral de la iniciativa, sin desmeritar a ninguno de los demás integrantes del equipo. Tan es así que esta celebración aniversario se está realizando en homenaje a uno de ellos, a Pedro Pablo Aguilar quien, como todos los demás, ha sido ejemplo y guía para varias generaciones.
La colaboración y asistencia permanente durante muchos años de la Fundación Konrad Adenauer, tanto en lo político como en lo económico, fue fundamental para que todo pudiera realizarse exitosamente.
En lo estrictamente personal, para mí fueron inolvidables los cursos de formación recibidos en mis primeros años como dirigente juvenil del estado Zulia. Hasta alguna pequeña temporada estuve como interno, junto a otros compañeros del interior y del exterior compartiendo las lecciones y, además, estableciendo relaciones humanas y personales por el resto de nuestros días. Esto mucho más allá de posteriores diferencias internas que con unos y con otros se han presentado. Todas superadas por los lazos de amistad y compañerismo de aquellos primeros tiempos.
La base del proceso de formación estuvo siempre en la Doctrina Social de la Iglesia, hoy de nuevo en pleno recordatorio a nivel internacional. Aquellos principios básicos relativos a la dignidad de la persona humana por sobre todas las cosas, a la familia como derivación directa de lo anterior, a la solidaridad, al bien común como instrumento para alcanzar la justicia social, entre otros conceptos primarios, quedaron grabados en nosotros para siempre. Han servido de orientación motivacional en nuestras luchas políticas y personales en todas las circunstancias y ambientes incluso fuera de lo estrictamente político.
Calvani y Pérez Olivares fueron presidente y vicepresidente respectivamente con Valmore Acevedo Amaya de secretario. Como vocales figuraban, nada más y nada menos que Pedro Pablo Aguilar y Luis Herrera Campins.
Has transcurrido seis décadas y, por supuesto muchas cosas han evolucionado. Sin embargo, la esencia continúa. El IFEDC, nuestra casa de formación por excelencia, se mantiene bajo la presidencia de Eduardo Fernández, la dirección de “Perucho”, es decir, Pedro Pablo su hijo y otro equipo de colaboradores valiosos entre los cuales quiero destacar a Mercedes Malavé. Ahora se trata del IFEDC, como Centro de Formación y Políticas Públicas Arístides Calvani.
Quisiera extenderme, pero el espacio no lo permite. Sin embargo aprovecho para invitar a todos a recordar la actual situación del Partido Socialcristiano Copei, cuna común de todos los demócratas cristianos de Venezuela. El esfuerzo compartido debe ser hacia la unidad en la medida de lo posible. Siempre dentro de los valores y principios fundamentales.
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