La reciente concesión del Premio Nobel de Economía a Acemoglu, Johnson y Robinson pone sobre el tapete la importancia de las instituciones para el desarrollo de los pueblos. Estos autores, especialmente por medio de sus libros ¿Por qué fracasan los países?, El pasillo estrecho, y Poder y progreso, han logrado destacar la fortaleza de las instituciones públicas como medio de protección de los derechos ciudadanos, además de como motor y protector del desarrollo económico de los países. En sus publicaciones, de enorme éxito en todo el mundo, hacen un repaso de la historia de numerosos países insistiendo siempre en que la fortaleza de las instituciones constituye un elemento primordial del desarrollo económico, social y político.
El cumplimiento de las leyes en el marco de los principios de universal aplicación es el requisito determinante para la diferenciación entre instituciones inclusivas (que contienen a todos los ciudadanos) y extractivas (que los despojan de sus bienes de todo tipo). Igualmente, la relevancia de la función pública profesional proporciona solidez a las instituciones y vela por el cumplimiento de las leyes, pues es su respeto y aplicación lo que da sentido a su labor.
A los tres autores que han recibido el premio Nobel hay que reconocerles varios conceptos que ya forman parte del universo de ideas de progreso de la humanidad, pues el éxito de sus contribuciones, a juzgar por las ediciones de sus libros, ha sido reconocido de forma casi unánime.
Como señaló la Academia sueca, las sociedades con un Estado de derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor. En este contexto, los autores reiteran en sus publicaciones que el funcionamiento eficaz de las instituciones democráticas es un factor de progreso de los pueblos. Los ejemplos estudiados por los autores saltan de un continente a otro y de unas culturas y siglos a otros, demostrando que el funcionamiento de las instituciones constituye el elemento determinante del éxito o fracaso de los países.
El respeto a las leyes y principios de funcionamiento democrático genera riqueza y bienestar para los ciudadanos y países, mientras que su transgresión conduce a la pobreza y miseria y explican en muy buena medida las diferencias en la prosperidad de las naciones.
En El pasillo estrecho, en un recorrido que podemos calificar de casi universal por los diversos países y culturas, mantienen la doble tesis de que un Estado demasiado fuerte es perjudicial para la libertad de los ciudadanos , pero que estos necesitan un Estado robusto capaz de defender los derechos de los ciudadanos cuando se ven amenazados:
“La única manera de alcanzar una libertad duradera es entrar en el pasillo y forjar el equilibrio necesario para construir un Leviatán encadenado duradero. L a verdadera libertad no puede florecer sin la existencia de un Estado o bajo el yugo de un Leviatán despótico”.
Describen en este ensayo, las continuas posibilidades de salirse de ese estrecho pasillo y demuestran que en todos los piases las transgresiones que la historia registra se deben esencialmente a la transformación de las instituciones que pasan de ser inclusivas (en su redacción) a extractivas (en la realidad, en favor de las élites).
La inteligencia artificial, sobre la que se extienden en su último libro Poder y progreso, es también objeto de sus reflexiones, indicando que el debate sobre las nuevas tecnologías no sólo debería girar alrededor de las genialidades de los nuevos productos y algoritmos, sino también de si están trabajando a favor o en contra de la gente. (Acemoglu y Johnson,2023)
Sostienen, que la innovación tecnológica no conlleva de forma sistemática mejoras sociales, ya que los beneficios que genera suelen ir a parar en las manos de pequeñas élites.
En su último libro llaman la atención sobre los peligros de una no adecuada (mediocre, escriben) utilización de la Inteligencia Artificial. Describen la parábola del sujetapapeles en la que una máquina inteligente de capacidades ilimitadas recibe la orden de producir más sujetapapeles. “La consecuencia podría ser que transformara nuestras instituciones en simples sujetapapeles…” (Acemoglu y Johnson,2023).
Las grandes diferencias en la prosperidad de los países no se deben a peculiaridades culturales, geográficas o de clima, sino al funcionamiento de las instituciones. Como escriben los autores, si estas son deficientes, no es posible que se generen círculos virtuosos entre las instituciones públicas y la ciudadanía que fomenten un desarrollo inclusivo
La razón más común por la que fracasan los países hoy en día , es porque tienen instituciones extractivas. En algunos casos extremos, las instituciones extractivas allanan el camino para el fracaso total del Estado y destruyen no solamente la ley y el orden, sino también los incentivos económicos más básicos.
El funcionamiento eficaz del Estado mediante sus instituciones, incluso con episodios de corrupción o de mal desempeño temporal, es requisito sine qua non de la convivencia democrática. Sin instituciones inclusivas, los Estados se salen del pasillo estrecho y convierten a estas en extractivas, en beneficio de las pequeñas elites.
@velazquezfj1