De todo, menos de la confianza del país, puede quejarse Juan Guaidó. Desde un primer instante de su encargaduría presidencial, llevado por azarosas circunstancias a la presidencia del Parlamento, ha contado con ella. No obstante, ganarla y profundizarla, ha requerido de un proceso político complejo que va más allá de los partidos que le dan o dicen darle apoyo, congregados en el G-4 y movilizando distintos factores para el llamado frente amplio que ha venido trabajando y produciendo desde ya algún tiempo, lamentablemente, sin los resultados esperados.
Distintas, variadas y, a veces, sorprendentes iniciativas, no hablan de una exitosa conducción del proceso opositor. En buena parte, con acciones al azar de manera inconsultas, consideradas solo por el entorno inmediato o por los que le siguen tutelando, han permitido la prolongación del actual régimen, cosa por la que nadie apostaba hace año y medio. La sociedad civil organizada, voces calificadas y hasta partidos políticos con representación parlamentaria, no se sienten parte de un proceso, sino casi que de una jugada de dados de quien ocupa toda una responsabilidad histórica, como Guaidó.
El asunto es que, con o sin pandemia, la usurpación ha sobrevivido tensamente (algo distinto a la estabilidad, por cierto), imponiendo la cohabitación. Dentro de ciertos límites, para no reventar la paciencia de la comunidad internacional, y marcar con fuerza que a nivel interno siguen teniendo el control: la oposición ha de convivir con las camarillas que monopolizan la dirección del Estado que solo aceptan la disidencia 2.0 (hasta que lo decida Conatel, CNE o TSJ). Vale decir, hasta donde el gobierno pueda jugar, literalmente, con la idea de eliminar la constituyente cubana. Maduro y compañía aceptan que algunos personeros de la oposición den vueltas por ahí y a los más radicales los encarcela. De igual manera, tiene la esperanza de que a algunos los tiente ir, gratuitamente, a sus comicios parlamentarios, pero, del resto, está contento con que la oposición tan diversa no se ponga de acuerdo. Aplaude que existan estas fallas de liderazgo para aglutinar las más diversas voces.
La misma fotografía de hace año y medio. Hay una situación congelada y prorrogada que no, estable. El usurpador avanza con cautela, cuida de no alborotar mucho el avispero (pesan las sanciones internacionales, sin dudas), y busca desesperadamente matizarla, abrazado a la esperanza de un triunfo de Biden al que supone (y solo supone) que retomará la blandenguería de Obama. Por otro lado, quienes lucen como cabeza de la oposición, se cuidan demasiado de no rozar la paciencia que juran que les tiene Maduro, al menos, confiados en que rifa cada zarpazo entre partidos e individualidades. Y esta fotografía congelada y demasiada prolongada, habla de un statu quo que el país no soporta. Día a día la situación se agrava, y la supervivencia del venezolano se acorta a nivel socioeconómico.
Y así las cosas. Todo está encaminado para Guaidó en asegurarse, faltando meses para ello, su reelección como presidente encargado de la República en el caso de que se prolongue por pacto el mandato legislativo y que, por diferentes motivos de supervivencia, así lo acepten los usurpadores. Y en lugar de protagonizar un proceso político realmente consultado por todos –absolutamente todos– los factores políticos de la oposición que hable de compromiso, que debió haber estado predeterminada y trabajada desde hace más de un año, se aventura a enunciar una ruta, con cierta mentalidad mesiánica, y llamando solo a los factores que tienen diputados, por cierto. Esto no responde, evidentemente, a los retos planteados hoy, cuando son miles de protestas las socialmente acumuladas que esperan por una definitiva conducción política acorde a la hora histórica. Realmente necesitamos retomar la confianza que los partidos políticos piensen en grande con mayúscula, que formemos de una vez por todas una verdadera y gran unidad, con participación real de los que aún estamos y padecemos en el país, los factores social, económico, religioso y político, cada uno con poder de decisión, y evitando los errores que alguna vez padecimos en la Coordinadora Democrática. Solo así podremos salir de esta pesadilla que por más de 20 años hemos vivido, y poder reconstruir nuestro país.Es necesario mantener en nuestra visión y siempre recordar que Venezuela libre existe, resiste y persiste.
@freddyamarcano
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