ley antibloqueo

Es el colmo del cinismo afirmar que quien no vote no comerá. Procacidad y desfachatez, el hambre ya existe, no es nueva, ¿por qué creerá que la gente anda enfurecida, angustiada y triste?

La indigencia es de vieja data en esta Venezuela miserablemente revolucionaria, aunque no sea para no comer y ser testigos de trampas electorales para lo cual los venezolanos se dejaron engañar por aquellos mensajes sobre trato justo, mejoría social y freír en aceite cabezas. Que siguen ahí, lo social ha empeorado, la opresión militar y civil no tiene nada de justa.

Lo peor es que la pobreza no se debe a la falta de riquezas, Venezuela las tiene incluso con la industria petrolera hecha pedazos. La carencia es por las torpezas, alardes y errores del funcionariado chavista civil y castrense; también a la que ha sido la gran industria chavista en estos veintiún años, el bandidaje y la pillería. Los corruptos, con sus bolsillos llenos, irán a votar, para ellos no comer no es pobreza sino, en el peor de los casos, dieta para adelgazar la obesidad y cachetes inflados que el exceso de alimentos con los dólares robados produce. La comida en demasía, exceso de delicatesen, deleites y complacencias, producen sobrepeso en la conciencia por el latrocinio.

Es cierto que los uniformes a la moda cubana y estilo ruso ocultan mejor los voluptuosos abdómenes, enormes panzas que los de antes, a la americana, con los botones por delante a los cuales siempre les costó disimular barrigas, y que camionetas blindadas demuestran que la perversión se cuida a sí misma, pero al pueblo al cual supuestamente favorecen ya esos disfraces no lo impresionan, cuando hay hambre y arrechera poco queda en la frustración para pensar en ostentaciones.

La trampa está montada, acoplada, tienen de nuevo la ansiada mayoría en la Asamblea Nacional, bien comidos, cruzarán la puerta para ir a la sede parlamentaria; entrarán triunfantes, volverán los cuadros del comandante eterno, único logro de doblarse para no partirse, chillarán legitimidad mientras hacen la digestión, ¡qué más quisiera un necesitado tener que comprar bicarbonato para aliviar la indigestión!

El madurismo anunció, trató de poner cara de presidente y líder democrático, lo cual no logró porque ni siquiera entiende de qué se trata; si el PSUV pierde en estas elecciones renunciaría, alarde innecesario, lo que al castro-madurismo le interesa es parecer legítimo, aunque hace ya demasiado tiempo no lo sea. No se conoce –tampoco importa– quién asumirá la presidencia del Parlamento amañado, si fulano, zutano, o cualquier obediente a disposición. Es lo mismo, la estafa continua.

El madurismo se preocupó, presintió lo peor, la inclemencia de los vacíos, anunció premios, realmente limosnas, dádivas, para los primeros electores o grupos oficialistas que lleguen a sufragar. Lo que les interesa, necesitan desesperados, para alegar legitimidad popular; mucha gente en los centros electorales, que no lograron a pesar de las ironías, amenazas y desconcertante propaganda engañosa y de mal gusto.

Si quedaba duda, el ciudadano demostró no solo que no quiere más chavismo, está harto y desesperanzado, sino que ni siquiera hay chavismo. Existe tiranía, poder aferrado con armas, mando asegurado por la represión, corrupción protectora, bandidos cómplices, mentiras a granel dichas y repetidas con descaro, caras bien lavadas sobre cifras que nadie cree y hechos que no se ven.

No importan los resultados de esta comedia risible de las parlamentarias que, como cosa decidida y preparada, devolverá la mayoría al castrismo oficialista al Poder Legislativo, que muy pocos creerán, y el mundo libre, democrático no reconocerá. Han hecho un ridículo universal para atenazar aún más el poder, están convencidos de que, o controlan a Venezuela o van al infierno. Y de allí no se sale.

@ArmandoMartini

 

 


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