No deja de preocupar esta polémica ley, aprobada por la Asamblea Nacional el pasado 7 de febrero, que dice tener por objeto “promover y desarrollar los medios para la participación protagónica y el ejercicio de la ciudadanía activa de las y los estudiantes del Subsistema de Educación Básica, a los fines de defender, proteger y garantizar la educación como derecho humano y deber social fundamental, así como en la formulación, ejecución y control de las políticas públicas en materia de educación, de conformidad con lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la ley”.
Si bien en el texto legal de veintidós artículos, agrupados en tres capítulos, no hay referencia expresa sobre la amenaza de sustituir a los docentes por los estudiantes en la función de la enseñanza, debe decirse, no obstante, que sí hay otras razones para inquietarse.
Una de esas razones inquietantes a la cual quiero referirme brevemente concierne al empoderamiento de la participación estudiantil en el llamado a defender, proteger y garantizar el derecho a la educación. Sobre todo, en el preciso momento en el que, con fundamento, cabe suponer el interés del régimen de Maduro de usar esa ley y a los estudiantes como instrumentos de contención de las luchas de los docentes en las actuales circunstancias.
En ese caso, habría que esperar, más temprano que tarde, que surjan problemas de convivencia escolar; allí donde se incentive la participación de los estudiantes, cual centinelas de la revolución chavista, para exigir a como dé lugar el cumplimiento del derecho a la educación, sin reparar en el desconocimiento de los legítimos derechos de otros actores.
Se incurre en un gravísimo error, por supuesto, cuando se reivindica el derecho a la educación de los estudiantes y se desconocen, subestiman o irrespetan los derechos laborales de los docentes y de otros trabajadores en el ámbito escolar. Cuando esto sucede, entonces se cometen desafueros que lamentablemente atentan contra el derecho a la educación que se enarbola.
Lo más probable es que en ese contexto ocurra algo peligroso y muy lamentable: que la participación estudiantil se canalice erróneamente en la dirección de armar expedientes y sancionar a docentes y trabajadores que se aferren al compromiso de seguir luchando por los derechos que les ha conculcado el régimen. Con lo cual se profundizaría, sin duda alguna, la ya alarmante destrucción que hoy exhibe la educación venezolana.
@eleazarnarvaez