La decisión primera del Reino Unido de una estrategia alternativa al resto de Europa en su lucha contra el coronavirus covid-19, bajo la forma de “inmunidad colectiva” o “inmunidad del rebaño”, antepuso la economía a la salud de la población. Mientras el resto de los países confinan a la población y cierran fronteras, el gobierno del Reino Unido ha permitido que todo siguiese con normalidad.
Apostar a la inmunidad colectiva es enfocarse en el desarrollo de resistencias comunitarias en una población contra enfermedades contagiosas. Es un fenómeno conocido cuando una vacuna que juega el rol de cortafuego. Los individuos, una vez vacunados, no contraen más la enfermedad y por lo tanto no la propagan. Dicho de otra manera, la persona vacunada bloquea la cadena de transmisión del virus. El concepto de inmunidad colectiva también interviene en situaciones en las cuales no existe vacuna disponible, pero es más difícil de alcanzar. Cuando alguien se enferma, su cuerpo produce anticuerpos para eliminar los organismos intrusos. Una vez curado, los cuerpos “recuerdan” el virus y si regresan los anticuerpos estarán listos para combatirlo más eficazmente.
No existe vacuna contra el covid-19 hasta ahora, pero una de las hipótesis es que si una gran parte de la población contrae la enfermedad, la mayoría de los individuos desarrollarán inmunidad contra ella. Y pararán la pandemia.
La polémica surge debido a que muchos científicos opinan que dejar el virus propagarse lentamente es tomar el riesgo de tener una gran cantidad de fatalidades. Y más aún, cuando es una enfermedad nueva y que existen todavía muchas variables desconocidas para dejarla propagarse. Los defensores de la estrategia de la inmunidad colectiva presuponen que las personas solo pueden atrapar el covid-19 una sola vez. Y hay evidencias reseñadas de reincidencia de al menos dos veces.
La estrategia y la lógica detrás de las medidas originales del gobierno de Gran Bretaña consistió en pronosticar el comportamiento futuro de la ciudadanía, y apostaron por retrasar las restricciones de movimientos en el espacio público por el orden de confinamiento para no provocar una “fatiga conductual”.
Por “fatiga conductual” entienden la probabilidad de que la adhesión publica a las cuarentenas puede disminuir con el tiempo. En otros términos, que exigirle a la población de forma muy temprana que se confine en sus hogares podría provocar que, cuando estas medidas ya sean cruciales, nadie las respete.
En una carta abierta firmada por un grupo de 229 científicos de universidades británicas se afirma que la estrategia del gobierno de Johnson “pone en peligro más vidas de lo necesario”, y critican la estrategia de las autoridades de gestionar el contagio de la infección para hacer inmune a la población. Según los autores, esta estrategia podría causar 250.000 fatalidades en el Reino Unido y 1,2 millones en Estados Unidos, en el mejor de los casos.
También critican en la carta la visión según la cual, si las restricciones para las actividades de las personas se imponen muy pronto, la gente se va a hartar de las mismas y va a dejar de acatarlas.
Los científicos firmantes advierten que “en términos mas generales, parece que las preocupaciones sobre la fatiga conductual llevan al gobierno a creer que detener la propagación de la enfermedad es imposible, y la única solución es frenar el progreso de la enfermedad en la mayoría de la población, hasta que se logre la inmunidad colectiva. Pero el cambio radical de comportamiento puede ser mucho mejor que esto y, si tiene éxito, salvaría un gran número de vidas”.
La medida del gobierno británico de dejar que la población se infectara, duramente cuestionada por el Imperial College de Londres y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, tocó a su fin una vez emitidas las cartas antes mencionadas. Boris Johnson salió pocas horas después de conocerse el documento para corregir su estrategia, reconociendo el fracaso de la medida, aunque optó por un sendero parecido al de Donald Trump, al pedir la colaboración ciudadana en lugar de decretar medidas extraordinarias. Veremos cómo evoluciona hacia medidas más drásticas, ya que, por ahora, solo han recomendado a sus ciudadanos que teletrabajen y que viajen solo si es necesario.
Cada país es soberano en la estrategia que adopta contra la pandemia del coronavirus covid-19. La estrategia venezolana de confinamiento de la población alineada a la europea y que ya ha sido probada con éxito en Corea del Sur y China pareciera ser la vía más adecuada, pero, sin embargo, no se debe dejar de lado, la visión de la fatiga conductual, que es evidente, está empezando a ser un factor importante a varios días de cuarentena. Fácilmente evidenciable en redes sociales y en la calle.
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