Toda inmigración, según su tamaño y el nivel cultural, social y económico de sus integrantes, atraviesa etapas de adaptación e incorporación al país receptor en mayor o menor grado. Los inmigrantes árabes en América Latina, aun cuando proceden de lugares muy distantes, aun cuando hay una diferencia cultural muy amplia, y aun cuando los idiomas son totalmente diferentes incluyendo los alfabetos, han logrado a la larga la integración total y definitiva, de tal manera que han tenido y tienen presencia activa e importante en todos los sectores nacionales y regionales. En esta oportunidad como objeto del presente artículo se hará una reseña del aspecto social. De cómo llegaron inicialmente desinteresados en la integración y fueron en ocasiones rechazados, para luego hacer aportes vitales a las distintas sociedades, países y regiones latinoamericanas.
Recordemos que en un principio, la idea del emigrante árabe joven o padre de familia se resumía a permanecer en el exterior el tiempo suficiente para disponer de una pequeña fortuna, y una vez lograda, retornar a su patria para emprender un próspero negocio en el país de origen; sin embargo, al transcurrir el tiempo, y a medida que el trabajo duro y constante generaba prosperidad, aquella idea de retorno perdía valor y en su lugar se iban convocando a los demás parientes para ir estableciendo el núcleo familiar en esta tierra en forma definitiva. Aquella idea inicial de la transitoriedad en Latinoamérica creó en el inmigrante un desinterés para la integración en la nueva sociedad, no existía la preocupación de establecerse, invertir y desarrollar un proyecto de vida. Como respuesta a su negativa de participar activamente en la vida social, la comunidad les rechaza, tal como lo expresaron en su momento, por los años veinte del siglo pasado, los diarios argentinos, peruanos, uruguayos, mexicanos, etc., manifestando que ese tipo de actividad no representaba ningún beneficio para el país, se consideraba una inmigración inútil y hasta perjudicial. Hasta el apodo “turco” que al principio no tenía ninguna connotación, ni peyorativa ni buena, porque simplemente venían con pasaporte turco, empezó luego a tener connotación peyorativa, y el “turco” representaba marginalidad y originaba discriminación.
A partir de la década de los treinta, y como consecuencia del rechazo colectivo, surge la necesidad de la socialización, necesidad de reunirse y sentir el calor de la patria, por lo cual se fundan los primeros clubes árabes, espacios creados con la intención de hablar libremente el idioma materno sin las críticas de los vecinos de mesa y demás presentes, de escuchar la música árabe, de comer la comida árabe, de divertirse con los juegos de mesa (taule o backgammon, naipes), fumar el narguile, y lo más importante, compartir con los paisanos cercanos y lejanos, sin necesidad de tener un nexo familiar o un compromiso formal. Llegando el club a jugar un papel importante y adquirir representatividad del grupo, ser la imagen ante los demás subgrupos sociales y gobiernos locales, y hasta de autoprotección.
En muchas ciudades y pueblos fueron fundados los clubes árabes, destacándose para la época el Club Palestino de Chile (1920), el Club Honore Patria de Buenos Aires (hoy Club Sirio Libanés de Buenos Aires), el Club Libanés en São Paulo, etc., que fueron luego herramientas fundamentales para la integración definitiva de los árabes. De igual manera surgieron paralelamente las asociaciones benéficas, para apoyar a los compatriotas necesitados o recién llegados, así como a la sociedad nativa.
Como evolución y crecimiento de los clubes surge la actividad deportiva como una expresión para el intercambio con los demás clubes y grupos sociales, llegando hasta altos niveles profesionales, por ejemplo el Club Deportivo Palestino de Santiago de Chile, fundado en 1920 por inmigrantes palestinos, que hasta el presente juega con la bandera palestina en sus camiseta en la Primera División del Fútbol, ha logrado la Copa Chile. El Esporte Clube Sírio, o simplemente Sírio, es un club de baloncesto brasileño de la ciudad de São Paulo. Fundado el 14 de julio 1917. Sírio es el máximo triunfador del Campeonato Sudamericano de Clubes, con ocho conquistas. Ganó también, en 1979, el Campeonato Mundial de Baloncesto. El Clube Atlético Monte Líbano, es un club de baloncesto profesional masculino brasileño con sede en São Paulo desde 1934, ganó el Campeonato Regional del Estado de São Paulo en tres ocasiones y el título del Campeonato Nacional Brasileño en cinco ocasiones, también ganaron el Campeonato Sudamericano de Clubes en dos ocasiones. El Club Deportivo Árabe Unido de Colón S.A., es un club de fútbol panameño de la Provincia de Colón, participa actualmente en la Liga Panameña de Fútbol.
También los inmigrantes árabes crearon centros de salud y hospitales, el Hospital Sirio Libanés de Argentina opera desde 1916. El Hospital Sirio-Libanés de São Paulo es uno de los hospitales más importantes de Brasil y Sudamérica. Fue fundado por la gran comunidad siria y libanesa de São Paulo en 1921. Es uno de los centros de salud más conocidos de Brasil, en 2011 y 2012 el presidente Lula Da Silva fue atendido allí.
En las ciudades importantes se han establecido, para satisfacer las necesidades espirituales de las comunidades árabes, importantes templos cristianos del rito oriental y templos musulmanes, muy frecuentados por la colectividad en general, alcanzando altos niveles en la jerarquía religiosa, tales como catedrales y excarcados y hasta arquidiócesis por la parte cristiana, así como mezquitas mayores o grandes mezquitas en la religión musulmana.
La actividad de los inmigrantes en estas tierras latinoamericanas no dejaron indiferente a nadie, y mucho menos a los escritores, quienes han recreados en sus literaturas, y desde sus particulares perspectivas, el desplazamiento y vivencias de los inmigrantes árabes, hablando por ejemplo del Barrio de los Turcos de Buenos Aires, que existe en la calle Reconquista, Gabriel García Márquez creó la Calle de los Turcos de Macondo en Cien Años de Soledad. También en su obra Crónica de una muerte anunciada el protagonista es Santiago Nasar, hijo de un inmigrante árabe. Isabel Allende narra el esfuerzo de Riad Halabi, personaje honesto, luchador, hábil y de integras convicciones en la novela Eva Luna. Y ni hablar de las telenovelas y películas dedicadas al tema.
En todas estas manifestaciones literarias se evidencia ciertamente el problema de identidad y alteridad durante el proceso de adaptación, inserción e integración de los árabes en la sociedad latinoamericana. Reflejan en general al personaje o los personajes árabes, laboriosos, luchadores, honestos, humildes y hábiles comerciantes, con una patente voluntad de acercamiento a la cultura nativa, dando como resultado, en las nuevas generaciones, una identidad enraizada en la cultura árabe y adaptada a la latinoamericana. El resultado es una particular fusión étnico-cultural que deriva en una personalidad que combina los principios, valores y convicciones más destacados de las dos culturas.
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