Son múltiples las razones de la emigración masiva, la más frecuente ha sido hasta ahora la causa económica. Países con situaciones mínimas e insoportables de producción de bienes y servicios son los más propensos a originar el desplazamiento de alguna parte de su población a países vecinos, y hasta regiones alejadas, con altas o mayores capacidades productivas que permitan la incorporación de los inmigrantes a la actividad económica. Por este motivo el interés económico del inmigrante hace que se concentre en la actividad que le permita alcanzar su anhelo de estabilidad y bienestar, cual es trabajar y producir para lograr una vida digna.
Otra razón poderosa que motiva la emigración es la causa política. En este caso el desplazamiento es el resultado de enfrentamientos y persecuciones que solo conducen al éxodo de individuos con ideologías contrarias a la del régimen dominante. Este grupo de inmigrantes son los llamados a participar en la vida política del país receptor.
Desde comienzos del siglo XX empiezan a aparecer grupos migratorios por causas políticas desde Siria, Líbano y Palestina hacia Argentina, Brasil y Chile. La caída del Imperio Otomano dominante en los países árabes despertó el nacionalismo, surgiendo movimientos que aspiraban las libertades y autonomías de las provincias árabes, es decir, la independencia. Los enfrentamientos originaron detenciones y ejecuciones, motivando determinantemente la emigración de los políticos opositores. Los naturales destinos fueron Europa, destacándose Francia y Alemania, y América, resaltando Estados Unidos y el cono sur, Argentina, Chile y Brasil.
El proceso político de los inmigrantes árabes en América Latina ha tenido una trayectoria gradual y progresiva en casi todos los 33 países. Los políticos árabes desplazados que llegaron a América Latina no encontraron, en sus inicios, afinidad ideológica en el continente americano, dado que la trayectoria independentista que vivían los países árabes ya había pasado por América un siglo antes. La inquietud y el espíritu político de estos inmigrantes, una vez lograda la adaptación e integración a las nuevas sociedades, favorecieron su incorporación al campo de la política. Empezaron paulatinamente a participar en los gobiernos locales de regiones rurales, aldeas remotas donde algunos lograban exitosamente, una vez obtenida la nacionalidad, ser concejales y hasta alcaldes. Fue una participación escasa, muy modesta y de poca importancia, pero que fue el origen de una participación sobresaliente, a nivel regional y luego nacional, de sus descendientes nacidos en América Latina, la primera y segunda generación de los inmigrantes árabes desplazados por causas políticas.
En las primeras décadas del siglo XX la mayor militancia de los árabes fue en partidos de derecha, tanto conservadores como liberales. Los partidos de izquierda o revolucionarios no fueron los preferidos al principio debido a que los árabes no fueron obreros sino comerciantes. Los seis presidentes de origen árabe en América Latina han sido de partidos de derecha.
Haciendo historia sobre los políticos árabes destacados observamos la existencia, para la década de los años cuarenta, de gobernadores, diputados y senadores en casi todos los países latinoamericanos. Desde entonces han actuado como gobierno, oposición y hasta han intervenido en algunos golpes de Estado.
La lista de políticos de origen árabe en todos los países latinoamericanos a lo largo del siglo XX es realmente extensa, y se ha incrementado considerablemente en este siglo. Aun cuando a principios del siglo pasado empezaron participando en la derecha, más tarde se fueron incorporando también en la izquierda, tomando parte activa y fundando tanto partidos como centrales de trabajadores y sindicatos, y hasta ser líderes en las revoluciones como activistas en las guerrillas. La presencia de políticos árabes tanto de derecha como de izquierda ha sido notable en Colombia, Argentina, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, México, Cuba, Brasil y Venezuela, ocupando altos cargos políticos tanto en las secretarías generales de los partidos como en las altas dirigencias de los sindicatos. En los gobiernos se han destacado como alcaldes, gobernadores de provincias, ministros, presidentes de Senados, vicepresidentes. Han sido candidatos a las presidencias de las repúblicas en numerosas ocasiones, lograron triunfar y ser investidos en los cargos en seis oportunidades hasta el presente. Estas han sido, en orden cronológico, Julio César Turbay Ayala en Colombia (1978-1982), Carlos Menem en Argentina (1989-1999), Abdalá Bucaram en Ecuador (1996-1997), Jorge Jamil Mahuad en Ecuador (1998-2000), Carlos Flores Facusse en Honduras (1998-2002) y Elias Antonio Sacca en El Salvador (2004-2009).