OPINIÓN

Inicio de campaña

por Rafael Ramírez Rafael Ramírez

La cortísima campaña electoral inicia dando señales inequívocas del desmoronamiento del madurismo y su candidato, nicolás maduro. Todos los cálculos y torpes astucias del madurismo se han estrellado contra una realidad inocultable: el pueblo quiere que maduro se vaya, al gobierno se le acabó el tiempo y ese final está cantado en la calle.

Una característica de esta corta campaña, es que no hay debate político. La elección del 28 de julio es un plebiscito, en el que la mayoría del pueblo irá a expresar su más profundo rechazo a la figura de maduro. La gente, de cualquier condición social –particularmente, los más pobres–, se vuelca masivamente a la calle, pero no porque apoye ningún programa político de derecha, lo que quiere, es el fin de este gobierno, que maduro y su élite indolente NO sigan en el poder haciendo lo que les da la gana, dejando sólo las ruinas de un proyecto y un país destrozado.

No deja de llamar la atención, el extremo del descaro, o de “cara e’ tabla” del madurismo y alguna izquierda que aún lo apoya, cuando recurren a la manipulación de la figura del Comandante Chávez y levantan el chantaje de que “no se puede abrir las puertas a la derecha, con la derrota de maduro”; cuando este gobierno, hace años, abandonó y traicionó el legado de Chávez, su obra, y son ellos, los que encarnan la derecha en el país, al menos, en una de sus variantes.

Lo hemos dicho en nuestros artículos y escritos, el chavismo no tiene candidato. Esta estruendosa derrota política que se observa en las calles del país es una derrota de maduro y del madurismo, no de Chávez ni del chavismo.

El madurismo tiene en la calle lo que ha sembrado con su mal gobierno, su fascismo y violencia: el colapso de la economía, la pérdida de la Soberanía, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social; así como, el trágico éxodo de millones de venezolanos, son el más claro indicador del fracaso del madurismo.

Por otra parte, la persecución al chavismo y al Poder Popular, a cualquier opción progresista, ha desarticulado el chavismo como opción política y estimulado a la única opción que está en la calle. Ahora, el madurismo está aterrorizado y actúa torpemente, tratando de recuperar un apoyo popular que perdieron hace años.

Veamos algunos signos de este desespero, en hechos de esta semana:

La entrega del petróleo: en un acto vergonzoso, nicolás maduro, se fue a la empresa mixta Petroboscán, a estrecharle la mano a la Chevron y agradecerles que se lleven nuestro petróleo, sin pagar impuestos, ni regalía, es decir, de acuerdo con los términos dictados por la agencia norteamericana OFAC y aceptados por su gobierno. Llega un momento en su patética intervención, que la cámara hace un close up al rostro de maduro y éste le ruega a las empresas norteamericanas, que vengan a llevarse nuestro petróleo, que él les garantiza las condiciones que le ha dado a la Chevron.

En su afán entreguista, maduro habla como si en este país no hubiese una Constitución y una Ley Orgánica de Hidrocarburos vigentes, las cuales ellos las violan de forma permanente para, justamente, mantenerse en el poder.

En la Constitución de la República Bolivariana, se reserva al Estado la actividad petrolera y se establece el principio recogido en la Ley Orgánica de Hidrocarburos, de que “el Estado no será un simple recaudador de rentas (que en el caso de Chevron, ni siquiera, eso hace), sino que ejercerá la plena propiedad sobre el petróleo, a través de nuestra empresa nacional Pdvsa”.

El gobierno, de una manera absolutamente discrecional e ilegal, actúa en el tema petrolero, destruyendo a Pdvsa y entregando nuestro recurso a cualquiera de sus agentes transnacionales o representantes de la burguesía rapaz.

El tema petrolero, es un asunto de interés nacional y su manejo soberano, a través de una nueva Pdvsa –otra vez recuperada–, será la única posibilidad de restablecer nuestra economía y salir del abismo, utilizando la renta petrolera para resolver la grave crisis humanitaria y la pobreza en la que está sumida nuestro pueblo.

Las negociaciones con Estados Unidos: no deja de ser patética la manera como el madurismo desea, fervientemente, que la administración norteamericana le preste algo de atención. Son los únicos, en el país, que están pendientes –con una ansiedad vergonzosa–  de lo que diga o haga los Estados Unidos con respecto a Venezuela. maduro trata de darse importancia y legitimidad, por el supuesto hecho de mantener negociaciones con la administración Biden. Habría que decirle al madurismo, que la legitimidad la da el pueblo y no una potencia extranjera; mucho menos, una administración que va de salida.

Uno de los segundones de maduro, en su programa de odio, reivindica las negociaciones con Estados Unidos (las cuales no son ninguna novedad y siempre son secretas), aduciendo que eso demuestra “la fuerza” de maduro.

La realidad es otra y más dolorosa. La administración norteamericana no busca el petróleo, puesto que ya lo tiene con la Chevron; sólo le interesa que maduro reciba de vuelta a los miles y miles y miles de venezolanos que, desesperados, cruzan el Darién, en la búsqueda de un futuro, cualquiera que sea, distinto a la tragedia del madurismo. Lo triste es que nuestra diáspora sea utilizada políticamente por los mismos que han provocado esta tragedia.

El otro tema de la negociación, de la cual los segundones no están al tanto, es que maduro sigue negociando con su círculo íntimo, las garantías para su salida del poder. Todo el mundo, incluyendo los norteamericanos, tienen los números de lo que está sucediendo en Venezuela y saben que en el avión de maduro no caben todos. Por ello, negocian y ofrecen salidas a los cabecillas de un gobierno que se tambalea en la calle, para garantizar una transición pacífica.

La tragedia en Cumanacoa y la mata de mamón: con el desbordamiento del río Manzanares, se produjeron, otra vez, graves deslaves e inundaciones que afectaron a la población de Cumanacoa, tal como sucedió en la campaña electoral de 2012, pero la diferencia de actuación es evidente. En aquella oportunidad, el presidente Chávez, en plena campaña electoral y padeciendo de cáncer, se fue a Cumanacoa junto al pueblo, atendiendo la emergencia y dando instrucciones a los ministros que lo acompañaban, en este caso, Tareck el Aissami y Diosdado Cabello. En las redes sociales, mencionan que Chávez no hizo nada de lo prometido en Cumanacoa. Yo les debo recordar, con toda honestidad, que la culpa no es de Chávez, pues a los pocos meses de este hecho caería gravemente enfermo y moriría meses después. En todo caso, los que no hicieron nada, teniendo todo el poder del gobierno para cumplir con la promesa, fueron los ministros que lo acompañaron, quienes hoy son dos de los personajes más emblemáticos del madurismo. Pero nadie asume sus responsabilidades y, para variar, todo se lo dejan a Chávez.

Por otra parte, está claro que maduro no se atreve a ir a Cumanacoa. No solamente es flojo y cree que un país se puede dirigir desde una sala situacional, sino que, además, no se quiere exponer a las expresiones de rechazo que lo acompañan en cada una de sus pocas apariciones públicas. Por ello, mandó a su vicepresidenta, especialista en no hacer nada, quien sufrió el percance de la mata de mamón; y este episodio, se convirtió en un símbolo popular del rechazo al gobierno. Así están las cosas.

El desfile del 5 de Julio: un acto de tanta solemnidad e importancia para el país y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, fue convertido por maduro en un evento grotesco, que, sin embargo, expone varios elementos de la desesperación del madurismo.

La entrada de maduro se produce trotando a duras penas y tomando las riendas de un caballo, con el bastón de mando en la otra mano, creando una imagen chocante –en cuanto a la majestad debida del jefe del Estado–, mostrando la precariedad del personaje.

Luego, incluyen en el desfile una actuación circense de los llamados “motopiruetas”. Algo que no tiene que ver para nada, ni con nuestra Independencia –hoy vapuleada y entregada–, ni, mucho menos, con nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Este evento compite, en lo absurdo, con el desfile de un muñeco inflable del patético “superbigote”, ocurrido en anterior oportunidad.

De inmediato, en una acción nada común, desfila una Unidad Militar Rusa. En algunos desfiles, se invitan formaciones de cadetes de otros países, sobre todo bolivarianos, pero jamás una unidad militar de ninguna potencia. Sólo imaginar que, en la IV República, hubiese desfilado una Unidad Militar Norteamericana o Inglesa, con sus respectivas banderas, nos permite valorar lo grave de este mensaje. Nuevamente, entramos a la dicotomía de los “imperialismos buenos y los imperialismos malos”.

Todo esto es una expresión del “sinsentido” del madurismo, que también demuestra la degradación del Alto Mando Militar y del generalato que lo sostiene.

En términos políticos, maduro, en su discurso, vuelve a jurar que “no entregará el bastón de mando”, palabras que nos retrotraen a la oportunidad del acto el 4 de febrero, cuando dijo que “ganará las elecciones por las buenas o por las malas”. Este no es solo otro mensaje de que cometerá fraude en las elecciones, sino que pretende mostrar fuerza, carácter, ante el Componente Militar, que también observa lo que sucede en la calle, y cuyos Mandos Medios y Bajos son víctimas, como todo el pueblo, de la tragedia económico y social que se vive en el país.

Al mismo tiempo, maduro, en los ascensos militares, promueve a los oficiales señalados de ser torturadores y perpetradores de crímenes de lesa humanidad, y hace eventos con lo que él considera su guardia pretoriana, creyéndose que lo defenderán en cualquier circunstancia, incluso, de los mismos oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

La calle sigue encendida: el rechazo a maduro y al madurismo se sigue expresando en concentraciones masivas, espontáneas, en todo el país, que superan los innumerables y torpes obstáculos que pone el gobierno a las mismas, utilizando a las fuerzas de seguridad. El gobierno recurre a la violencia, incluso, a los “scratch”, típicos de la oposición, lo cual se convierte en un efecto “boomerang” y le da cierta épica al liderazgo opositor.

Estas manifestaciones de rechazo a maduro, contrastan con aquellas  que, a duras penas, puede articular el gobierno, a pesar de los pagos, del transporte, la logística, la gasolina, las dádivas o las amenazas.

¡Qué lejos está, qué distinto, qué opuesto, es el madurismo al chavismo! Han traicionado y dilapidado un inmenso capital político que se expresaba, en las más adversas condiciones del país, a favor de Chávez y de las ideas más avanzadas de la humanidad, y que se manifestaban de manera auténtica, genuina, combativa, como el 13 de abril de 2002 o en la derrota del sabotaje petrolero o en las 7 avenidas del 4 de octubre de 2012.

La tarea fundamental para los chavistas, en este escenario, es derrotar el madurismo, abrir los espacios políticos, liberar a los presos políticos, civiles, militares, trabajadores, restablecer el Hilo Constitucional y mantenerse junto al pueblo, en las circunstancias que sea, para reconstruir el campo chavista y volver a la posibilidad de una patria soberana, de un gobierno popular y bolivariano.