El desarrollo de Venezuela requiere un enorme esfuerzo en materia de infraestructura. Hemos perdido los primeros 25 años de este siglo en un interminable y aburrido debate (por llamarlo de algún modo) político que solamente le ha dejado al país pobreza, miseria y desempleo.
Venezuela no puede salir adelante si no tiene agua. Agua potable para uso doméstico y agua para usos industriales. No podemos progresar sin electricidad, Internet, luz eléctrica y energía eléctrica en toda la extensión del territorio nacional. No podemos desarrollar el turismo en la zona de Paria si no tenemos seguridad, agua potable y vialidad.
La infraestructura es uno de los requerimientos básicos y más urgentes para el desarrollo de Venezuela. Para posicionar adecuadamente a Venezuela en el mapa de la competitividad mundial se requiere la articulación de nuestro territorio con infraestructura adecuada, moderna y eficiente que permitan aumentar los niveles de competitividad y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Este reto exige cuantiosos recursos financieros, tecnología avanzada y variada, y una enorme capacidad institucional y de gestión. El cambio de gobierno que debemos lograr en este año nos permitirá acceder a fuentes de financiamiento formidables como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y el Fondo Monetario Internacional. Además de que el cambio de gobierno nos permitirá deshacernos de las “sanciones” que han agravado la crisis económica y social de nuestro país.
El tamaño de las inversiones que tendremos que asumir para ponernos al día en materia de infraestructura nos obliga a explorar esquemas novedosos de cooperación entre el Estado y la inversión privada para incrementar significativamente y aceleradamente la generación de infraestructura en el país.
Otros países de América Latina lo han hecho con mucho éxito.
Seguiremos conversando.
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