Cuanta indignación produce ver a un tanquero, de los nueve que tenía nuestra empresa petrolera, hoy quebrada, bajo control de los dirigentes cubanos. Una de esas naves, bajo bandera panameña, ha cargado gasolina y crudo iraní destinado a Cuba para usos militares y de materia prima para una refinería cubana la cual le fue arrebatada a nuestra empresa petrolera, por supuesto, con el objetivo de aprovecharse económicamente, privilegiando la reventa en mercados abiertos, burlándose de las normas internacionales. De paso, el régimen venezolano manifiesta su mentirosa consigna de un triunfo sobre el imperialismo norteamericano al vencer el supuesto embargo y cerco militar en el Caribe cuando ingresan naves iraníes a mar territorial.
Se potencia la indignación al ver flameando la bandera iraní en el Centro Simón Bolívar, tremenda afrenta patria ante la traición, ver el arrodillamiento del régimen, ante otro régimen de igual talante terrorista, que no respeta normas, que fanáticamente flagela, elimina y trata como esclavos a su propia gente. Les rinde pleitesía a los invasores con turbantes, y a cubanos que visten uniformes militares con insignias criollas aupados por vergonzosos militares venezolanos, que pregonan públicamente, las bondades del terrorismo y el narcotráfico de forma absolutamente antipatriótica.
Países antidemocráticos y terroristas han logrado implantar bases militares en esta parte del continente como un enclave, destinado a desestabilizar la región mediante la imposición de sistemas que van contra la dignidad humana, la democracia, el libre pensamiento y que imitan en este siglo, a los ejércitos que en el siglo XII invadían territorios, los desplumaban, robaban o destruían sus propiedades, y a los sobrevivientes los sometían a la esclavitud y capricho de los condes de turno en obvia complicidad con los dirigentes locales, que solamente protegían sus intereses y ansias de poder.
El contraste vence las comparaciones, cuando el régimen es gobernado por un personaje, que ni siquiera ha nacido en el país, aliado sin límites con las fuerzas guerrilleras colombianas y ficha del gobierno comunista cubano, asistido por un siriopalestino, fichado como agente internacional del narcoterrorismo el cual hace de las suyas, entregando al país sin rubor con una estrategia de favorecer la dominación continental a sus cómplices del islán favoreciendo el traslado de sus conflictos a esta parte del mundo en franca rebelión contra la democracia.
Vemos con indignación, que además de la ignominia de la mala vida ya sentida por todos en territorio nacional. En el exterior, la población que ha migrado es sometida a una condición de apátridas por ausencia de identidad al negársele el derecho de reconocimiento y renovación de sus documentos personales, y que, por decisión del control cubano, niega pasaportes. Impide registros públicos, y gobiernos que se dicen amigos, como el Perú, limitan directamente la inserción en otras comunidades que nos acogen de mala gana. Se impide la movilidad que nos deja varados en cualquier parte, y nos coloca, en penosa situación de indigencia inducida por falta de recursos, con el agravante, que las competencias profesionales o de oficios válidamente adquiridos no son aceptados, en muchos países, y estamos sujetos a la xenofobia creciente y, discriminación para obtener trabajo, aun los más elementales.
Producto de las consecuencias del virus chino. Somos desplazados, aislados y sometidos a la pobreza creciente al no poder producir el día a día, además, sin la adecuada asistencia humanitaria. Para escapar de esta situación, se hacen caminantes, como aquella famosa e histórica emigración a oriente.
Estamos sin defensa, dignos de lástima y sujetos a las dádivas internacionales administradas por los países receptores ante la incapacidad y desconfianza del manejo de los recursos por una oposición que no gobierna, que no tiene capacidad de mando, y que nada decide, solo se ocupa de preservar sus propios intereses, cohabitando con el sistema en una situación altamente cuestionable.
El éxodo inducido tiene la característica de huir hacia adelante en busca de mejor vida, incluso, retoman la nacionalidad de sus ancestros, cambian de nacionalidad si pueden, se avergüenzan de reconocer su procedencia, incluso muchos se aprovechan de la situación para ocultar sus actuaciones y complicidad chavista, despotricando de su vieja estrategia militante, se marchan como si nada, y son apéndices de dirigentes oficiales o nuevos ricos. Montan empresas comerciales o comunicacionales y como un gran caballo de Troya reniegan en apariencia de sus compinches y de sus responsabilidades, pregonando falsas historias, visiones y promesas, cantan como pájaros si son atrapados para intentar protegerse y no dudan de denunciar a sus mentores. Hay de todo en la villa del Señor.
Es evidente que las naciones democráticas han hecho lo que no hicieron los dirigentes de la llamada oposición. Demostraron el fraude electoral, la usurpación y otorgaron el reconocimiento legítimo a los parlamentarios de acuerdo con las normas constitucionales y enfrentan con fuerza al terrorismo. Tal responsabilidad ha sido soslayada por la oposición y mantenida en apariencia. Solo importa la supervivencia de viejos cascarones políticos sin militancia donde medra una dirigencia ilícita, permanente, al igual que en muchas instituciones y gremios que siempre tienen la excusa a mano para permanecer en cargos de manera indigna sustentadas en supuestas limitaciones legales en el país donde no existe tal legalidad.
Usan argumentos legales como verdades funcionales y practican el ejercicio de legitimarse ante nuevas elecciones, especialmente relevantes como son las parlamentarias para preservar sus cargos e intereses. Saben que sin esas representaciones serán nuevamente gente del montón, y pasarán por las penurias de cualquier venezolano, a menos claro está, que su condición económica haya sido mejorada como consecuencia de sus propias acciones, no necesariamente licitas. Por eso juegan al ajedrez político, al falso discurso, al ejercicio de la dialéctica inútil de temas irrelevantes, a la mentira y ausencia de decisiones.
En realidad, hacen como aquellas personas que dependen de otra, y condicionan su vida a no perder su estabilidad social o económica, y aguantan insultos, desprecios y maltratos con tal de no desestabilizarse e impedir regresar con el rabo entre las piernas a sus orígenes. Es casi lo mismo, por eso no se puede creer en sus posturas y ninguno de ellos contribuye a liberarnos del sistema político actual, más bien, dicen que trabajan por el cambio, sin cambiar nada.
El país está secuestrado, no solo por mercenarios cuya nacionalidad está cuestionada, también por países antidemocráticos que vieron la oportunidad fácil de desfalcar a un país, que mantienen fuerzas pretorianas activas cuidándose de la rebelión, aislando a la población en sus hogares, sometiéndolas a limitaciones de cualquier tipo, alimentación, salud, trabajo, y transporte, aprovechando la gran excusa de la pandemia. Nos espera una gran tragedia, no se dice la verdad sobre el impacto de las políticas extremistas del régimen y los efectos de la pandemia, morirán por miles, nos contagiaremos al extremo y pretenden mantenernos secuestrados con la complicidad de quienes dicen que luchan contra el sistema.
Quedan recursos morales y éticos, gente dispuesta a terminar con el secuestro del narcotráfico y de los invasores, es lícito liberarse de gente que invadió la casa violentamente, que ejerce la coacción, y el poder de las armas para reducir a la población acompañada de estrategias antihumanitarias. Ante tales circunstancias extremas, el auxilio internacional es indispensable. Nadie desaloja a un ladrón con ruegos y arrastrándose a su chantaje, deben ser desalojados con todo lo que se tenga a la mano. Debemos reaccionar, es constitucional liberarnos como antaño de las fuerzas invasoras y de los traidores, sin miedo ni rubor, debemos hacer que prevalezca el tricolor frente a la afrenta de las banderas del terrorismo internacional.