OPINIÓN

Incertidumbre y esperanza

por Oswaldo Álvarez Paz Oswaldo Álvarez Paz

Ilustración VIOR / Clarín

El peor enemigo de la esperanza es la incertidumbre. En la Venezuela de hoy es un hecho que más de 80% de la población rechaza al régimen que detenta el poder. En especial a quien teóricamente lo dirige, Nicolás Maduro Moros. También está referido a los identificados responsables de la crisis profunda que ahoga a un país merecedor de un destino mejor. Hay que salir de esto en el menor tiempo posible, pero el ciudadano común siempre pregunta el cuándo, el cómo y con quiénes o mejor dicho, para quiénes será el poder en la etapa por iniciarse.

El régimen también sabe de lo que estoy hablando. No tienen otro propósito que retener el poder a cualquier precio. La simple perspectiva de la necesaria rendición de cuentas angustia demasiado a los más importantes. Cada día será mayor la represión contra los sectores democráticos con la siembra de miedo y temor para matarles la esperanza y crear en ellos una especie de resignación producto de la impotencia aparente. A estas alturas también se equivocan.

No se recuperan de los efectos causados por la primaria del pasado 22 de octubre. Saben que eso fue sólo una muestra de lo que pasará en una elección presidencial abierta, por lo que tienen que crear otros frentes de atención. Se imaginan que provocando un conflicto mayor con lo del Esequibo lo lograrán, después de un cuarto de siglo gobernando sin ocuparse seriamente del tema. Las únicas referencias de este tiempo son las declaraciones del difunto Hugo Chávez como presidente con Nicolás Maduro, ministro de Relaciones Exteriores, a su lado, aprobando las inversiones e iniciativas de Guyana en la zona en reclamación del Esequibo. Lo que suceda con este delicado tema será históricamente responsabilidad del “socialismo del siglo XXI” y los agentes del castrochavismo en Venezuela y el resto del continente y del mundo.

La convocatoria para el referéndum del próximo 3 de diciembre responde a lo antes señalado. Es impresionante el derroche de publicidad en los medios existentes para tratar de levantar entusiasmo sobre una causa que si termina de perderse será por culpa intransferible de quienes tienen el poder.

Sin ánimo de comprometer a nadie más, diré que yo no voy a votar en ese referéndum. No se trata de ser abstencionista como alguien ha calificado esta actitud. No creo que debamos prestarnos al juego macabro del régimen conociendo su poca capacidad de convocatoria. La mejor forma de hacerlo es dejándolos solos el 3 de diciembre.

En este tiempo continuaremos impulsando la victoriosa candidatura de María Corina Machado. Ha sido y es muy clara sobre este tema desde hace años. El régimen no podrá detenerla en la ruta hacia Miraflores.

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