El doctor Otto Lima Gómez –el Maestro Otto Lima, como tantas veces escuchamos decir a sus colegas–, fueun sabio en su ciencia médica, uno de aquellos galenos que dedicaron su vida al servicio de la humanidad, velando ante todo por la salud y el bienestar de sus pacientes. Su dilatada cultura, natural bonhomía y don de gentes hacían de cada encuentro planificado o casual un verdadero deleite del espíritu; fue gran amigo de mi padre, a quien atendió con delicadeza y esmero hasta el final de sus días, una amistad proyectada en la franqueza y el afecto que siempre compartí con él y que felizmente se prolonga en la concordia que me une entrañablemente a Otto Gerardo, también a su madre y hermanos.
Otto Lima Gómez sostuvo una trayectoria científica y académica de singulares contornos, mérito indiscutible entre los de su clase–maestría de vida e historia vertida en notables publicaciones, así como también en realizaciones que enaltecensu ejercicio de la medicina–.Desde muy temprano en su vida de estudiante y más tarde en el ejercicio de la profesión, fue protagonista de luchas gremiales que sirvieron para mejorar los estudios universitarios y los servicios médicos en el país, una tarea inacabada, como alguna vez nos dijo. Dotado de conocimientos adquiridos de la experiencia, así como también en sus enjundiosas investigaciones y gracias a sus excepcionales habilidades para enseñarlas, contribuyó poderosamente en la formación de varias generaciones de facultativos venezolanos que le recuerdan con inmensa y muy merecida admiración.
Había nacido en 1924 en la Barinitas que fue cuna de egregios poetas –entre ellos Alfredo y Enriqueta Arvelo Larriva–, obteniendo en Barquisimeto el grado de Bachiller en Filosofía (1941) y en Caracas el título de doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela (1948). Fue médico del Hospital Vargas de Caracas –externo por concurso, posteriormente interno, agregado y titular–; realizó estudios de postgrado en Río de Janeiro, Buenos Aires y París; profesor de la Universidad Central de Venezuela, fundador y primer director del curso de postgrado en Medicina Interna (1958); jefe del Departamento de Medicina de la Escuela Vargas (1972-1975); miembro activo de numerosas sociedades nacionales y extranjeras dedicadas a diversas especialidades; Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la cual fue presidente (2004-2006). Su hoja de vida desdobla acrisolados merecimientos como internista, profesor universitarioy académico que incansablemente promovió el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica.
Su erudición inagotable y autoridad sobre las materias de su conocimientono fueron óbice para el trato afable con sus colaboradores, pacientes, alumnos y amigos–de ello podemos dar fe en incontables ocasiones de encuentro en las Academias Nacionales, en la Universidad, en el consultorio, en actividades sociales y culturales y en su residencia particular, donde siempre recibimos provechosas advertencias y pudimos gozar del privilegio de su amistad–.
Homenajear a Otto Lima Gómez en ocasión de su tránsito a la eternidad, es un deber de gratitud para quienes valoramos en su pensamiento y acción al hombre justo, serio, responsable y de talento que más allá del ejercicio de su profesión y de su honorable vida familiar, hizo gala de auténtico espíritu público. Baste recordar una vez más sus palabras pronunciadas al momento de tomar posesión del cargo de presidente de la Academia Nacional de Medicina: “…Deseo aprovechar esta feliz oportunidad para hacer algunas consideraciones acerca de la medicina fundamentadas en una prolongada reflexión sobre la práctica clínica y la investigación fundamental de la enfermedad humana. Creo firmemente que la medicina debe preservar la unidad del ser humano y para lograrlo habrá que retomar ideas fundamentales acerca del mismo. Ello tanto en la práctica individual como en el campo de la salud pública. Este compromiso se da la mano con la necesidad de someter a un examen crítico los aportes de la tecnología en el estudio del hombre enfermo con el propósito de solaparlos con un humanismo que jamás debería ser marginado y abandonado…La mejor salud se obtendrá en el mejor de los sistemas sociales posibles y éste, con todos sus defectos, es el sistema democrático. En los tiempos que corren debemos defenderlo con optimismo, firmeza y perseverancia…”.
Concluimos estas breves anotaciones sobre una vida ejemplar que se convierte en referente permanente de venezolanidad, recordando igualmente su sentida intervención en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria de Caracas, en ocasión de recibir el Premio Anual Alma Mater: “…Agradezco la distinción como ucevista egresado desde hace 66 años. Me siento muy honrado y especialmente feliz. Pero mi tranquilidad y mi gozo de este instante está perturbado por la violación de los derechos humanos y políticos contra estudiantes de ésta y otras universidades por ejercer el derecho a protestar y exigir cambios urgentes que requiere Venezuela. Estoy seguro que su ejemplo hará posible un país distinto…”. Advertimos puesun modelo de virtud y moral cristiana que nos deja el maestro Otto Lima Gómez como llamado a la conciencia nacional; no defraudemos a quien como el Libertador y repitiendo la frase de Uslar Pietri en el Senado de la República, también nos espera “a las puertas de la Soberanía Nacional”.
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