OPINIÓN

Ideales de titanio

por Jorge Francisco Sambrano Jorge Francisco Sambrano

Otra sangrienta noticia estremece nuestros sentidos. Una más en el catálogo de asesinatos. Según distintas encuestadoras, cada 20 minutos cae un venezolano víctima de lo que sea. Un país en donde la ley funciona solo para los ilusos y para los que pueden pagarla. Una gran parte del país agoniza y una minoría ignora la situación. Por instantes se ha perdido la capacidad de asombro, pero es un espejismo. La tiranía hace de las suyas sin piedad, pudor y en su máxima expresión. Mientras tanto, en la cotidianidad de mi mente y sus pensamientos divergentes, siempre caigo en el mismo análisis de lo que hemos pasado, lo que hemos conquistado, y lo que nos falta por triunfar. ¿Vale la pena seguir? Pues, larga ha sido la travesía y lo que nos falta por recorrer; se ha disfrutado aún con los disparos de las bayonetas del destino y el fuego inclemente de los cañones del universo, su perfecta torpeza nos hace reír y regocijar aún en medio de la tempestad y la tensión.

Hoy la varita mágica de Merlín que poseen los venezolanos poco a poco se va aniquilando con el pasar de los segundos. Y aunque resulte espeluznante, el monstruo que luce más invencible y aterrador es en el que se ha convertido nuestra sociedad. El inolvidable Nietzsche decía que «quién con monstruos lucha debe cuidarse de no convertirse en uno», pero ya hasta hemos desafiado su frase, porque muchos se han convertido y otros han ido evolucionando. Es inaudito que la crítica acérrima y destructiva sea el pan nuestro de cada día. Las redes sociales se han transformado en el muro de los lamentos para algunos y otros lo utilizan como el paredón de fusilamiento. No hay piedad por parte de la tiranía hacia sus adversarios y sorprendentemente del pueblo tampoco. La lucha que imparten los médicos en los hospitales, las maestras en las escuelas, los trabajadores en las empresas es la misma lucha que tienen los políticos que diariamente van a un sector popular, con riesgos y con convicción para seguir manteniendo la fe y la esperanza viva y ardiendo. ¿Acaso eso no merece respeto?, ¿Será que ese esfuerzo no merece apoyo? Pues, pareciera que no y la única forma de salir de la lista de traidores es en una urna.

Cuando el ánimo se caldea nuestra humanidad nos hace titubear; de momento perdemos nuestra sólida firmeza al escuchar noticias que nos adversan y nos doblegan, sin embargo; la lucha es hasta el final así estemos condenados a morir. ¡Nos llevaremos la victoria! Que resuene desde el Catatumbo hasta la Gran Sabana, ¡nos llevaremos la victoria! Gritemos con brío desde los médanos hasta nuestras orientales playas, ¡nos llevaremos la victoria! Desde el Delta hasta las andinas cordilleras.

Sutil y sublime la victoria de haber vivido, de haber sentido, de haber trascendido; será nuestra.

Nuestros ideales son de titanio y nuestras convicciones son tan firmes como el Macizo guayanés. Hemos dominado el miedo que nos auspicia la realidad, hemos decidido salir y hacer frente una y mil veces, con perdigones en la espalda y cicatrices en la cara, a todo un pueblo sediento de cambio y prosperidad. Nuestro espíritu no va a resquebrajarse pues estamos del lado correcto de la historia.

«Del polvo venimos y hacia el polvo vamos», pero por ahora no, aún tenemos aliento en nuestro ser, aún podemos dar un poco más, aún podemos tomar la tierra en nuestras manos y emprender una batalla campal, épica y legendaria, «mil caerán a nuestra diestra, más a nosotros no llegará» con esa frase inmemorial que usamos como escudo invencible que nos ha otorgado el Omnipotente, seguiremos con la frente en alto, con bolsillo roto, con el sombrero desgastado, con el estandarte de la determinación y el sacrificio a la vanguardia, seguiremos hasta vencer.

@JorgeFSambrano

#RendirseNoEsUnaOpcion