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«I came through and I shall return»: El Imperio del Sol Naciente (IX)

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Las palabras que titulan nuestra artículo fueron dichas el 21 de marzo de 1942 por el general Douglas MacArthur (1880-1964) en su discurso al llegar a Melbourne (Australia), después de haber tenido que salir de la isla de Corregidor ante el avance de las fuerzas de ocupación japonesas en Filipinas. En su más conocido biopic (MacArthur; Joseph Sargent, 1977) donde es representado por Gregory Peck y en el documental MacArthur dedicado a su vida (Sarah Holt & Austin Hoyt, 1999) que corresponde al décimo episodio de la serie American Experience del canal PBS; la narración de su vida se inicia con su mayor derrota militar. El 22 de febrero recibe la orden del presidente Franklin Delano Roosevelt para que se retire a una zona segura, orden que en un principio no quería aceptar y llegó a decir que renunciaría al mando para incorporarse a la batalla como un soldado más. Roosevelt temía el impacto moral que tendría la captura por el enemigo de un general de cuatro estrellas el cual demoraba el cumplimiento de la misma. MacArthur en su peor momento supo convertir su figura, imagen, palabras y personalidad en el liderazgo que necesitaba Estados Unidos para vencer en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.

En nuestra primera entrega sobre la ofensiva japonesa en las Filipinas (la primera semana de enero y que corresponde al cuarto artículo de esta serie) explicamos que esta campaña se inició de manera simultánea al ataque a Pearl Harbor y duraría hasta el 9 de junio de 1942. Pero los más importante combates se dieron entre su capital (Manila), que queda en la isla de mayor longitud de este extenso archipiélago (Luzón), y el golfo donde se encuentra la misma. El golfo de Manila era protegido por la península de Bataan y la isla de Corregidor desde donde se controlaba la entrada al mismo. Allí se hizo fuerte la resistencia filipino-estadounidense generando su primer mito épico de la Segunda Guerra Mundial en la llamada Batalla de Bataan que durará desde los días siguientes a la caída de Manila el dos de enero hasta el nueve de abril. Posterior a la misma los soldados capturados sufrirán llamada “Marcha de la muerte” camino a los campos de prisioneros (cuando se cumpla su aniversario le dedicaremos un escrito en el que también hablaremos del famoso filme sobre la batalla).

El general MacArthur supo organizar la lucha en Bataan al acumular suficientes armas y construir varias líneas defensivas para demorar el avance japonés. La idea era que el ejemplo de resistencia y coraje convencería al Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos bajo el general George Marshall y enviaría tropas al rescate. Pero tal como explicamos anteriormente, ya la Conferencia de Washington (encuentro entre Roosevelt y sir Winston Chuchill) entre finales de 1941 y principios de 1942 habían decidido que la prioridad era Alemania, y las tropas entrenadas no existían en gran número ante las demandas de los diversos frentes que había abierto la múltiple ofensiva japonesa, por no hablar de las que debían proteger Hawai, Midway y la costa norteamericana del Pacífico. Poco a poco la falta de alimentos (los soldados debían compartirlos con los refugiados), el desarrollo de enfermedades como la malaria y la disentería (sin medicamentos para atenderlas) y la ausencia de cobertura aérea (solo contaban con dos P40); hizo que fueran retrocediendo. MacArthur recibió la orden de retirarse pero no la obedeció considerando que esto haría que sus soldados dejaran de luchar. Y es que su personalidad junto a sus capacidades como estratega, generaban la adoración de sus soldados y oficiales bajo su mando. Su experiencia se inicia en la Primera Guerra Mundial y por muchos años estuvo ligado al Pacífico y en especial a Filipinas donde su presidente (no olvidemos que era un Estado Libre Asociado de Estados Unidos) lo nombró mariscal de campo (título que no ha poseído otro general de Norteamérica) del Ejército filipino en 1936.

El 10 de marzo, con los japoneses muy cerca, Roosevelt le escribe un telegrama: “Parte hacia Melbourne de inmediato”. Al día siguiente cumplirá la orden aunque dejando muy claro que lo hacía contra su voluntad y así debían saberlo los defensores. A bordo de cuatro PT boat (lanchas torpederas, de las que la 41 capitaneada por el teniente John D. Bulkeley fue la del general), saldría en dirección a Mindanao con su familia (esposa e hijo de tres años) y su Estado Mayor, superando varios peligros (minas, etc.) por existir un bloqueo de la Armada Imperial. En dicha isla tomarían dos B-17 rumbo a Australia. El viaje en las pequeñas lanchas se reconstruye en la película ya nombrada y la dirigida por el maestro John Ford: They were expendable (1945). Después será sitiado Corregidor que resistirá un mes más. Al caer fue capturado el máximo comandante de Filipinas que dejó MacArthur: el mayor general Jonathan Wainwrigh, quien se rendiría el 8 de mayo junto al resto de las islas. Aunque Leyte resistió hasta principios de junio y después solo quedará una guerra de guerrillas.

El general MacArthur al llegar a Australia pesaba 10 kilos menos, la razón estaba en que durante la Batalla de Bataan no quiso tener privilegios y comía lo mismo que sus soldados. El 18 de abril de 1942 fue nombrado comandante supremo de las Fuerzas Aliadas en el Área del Pacífico Sudoeste (SWPA) y cumpliría su promesa de volver a Filipinas dos años después, porque antes tuvo que defender Australia en su frontera norte en la isla de Nueva Guinea y Guadalcanal. Ambas campañas poseen abundante historiografía y cinematografía, y serán tratadas en sus respectivos aniversarios. La próxima semana queremos dedicarnos a la historia del presente, a las abundantes referencias que se han hecho sobre la Segunda Guerra Mundial al tratar de comprender o justificar la guerra en Ucrania.

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