OPINIÓN

Huellas presidenciales en Venezuela (III)

por Eliseo Suárez Eliseo Suárez

Es de suponer que cuando el general en jefe Eleazar López Contreras asumió la Presidencia de la República, transmitida a él por Juan Vicente Gómez, y ratificado luego en el cargo por el Congreso Nacional, hubo de presentársele un dilema: ¿Qué hacer?, ¿continuar con el mismo rumbo trazado y ejecutado por su predecesor? O, ¿dar un golpe de timón a su gobierno? Alternativas para pensarlas y meditarlas bien, sin búsqueda de comodidades.

¿Cuál sería la más conveniente en aquellos tiempos? Naturalmente, de ser así, ese pensamiento hubo de inquietarlo hasta que tomó la decisión. El general López Contreras, como militar civilista, se inclinó desde el primer momento a sepultar para siempre aquel régimen que acababa de fenecer y abrirle al suyo un camino distinto, de libertades y de democracia.

Emprendió el riesgoso cambio, y ostentando el poder ya libremente en sus manos, el general López Contreras abrió fuegos –para emplear un vocablo común-, empezó su trabajo bien pensado y sin mucha prisa haciéndole novedosos aportes institucionales al país, entre ellos: creando la Contraloría General de la República y los ministerios del Trabajo, de Agricultura y Cría y el de Sanidad y Asistencia Social. Luego, para abundar en materia creadora, nombró una comisión de expertos en materia bancaria para que le presentaran un proyecto de creación del Banco Central de Venezuela; cuando estuvo listo el respectivo proyecto lo presentó al Congreso y alcanzó rango legal en 1939.

Se debe también al general López Contreras la creación del  Consejo Venezolano del Niño, al igual que los dos primeros  museos que tuvo Caracas: el de Ciencias y el de Bellas Artes. Además, halando para su tierra, creó el tercer aeropuerto del Táchira, el de Santo Domingo en 1935. Por otra parte, fue el creador de la Guardia Nacional.

Y, volviendo a la infraestructura, se debe a este presidente el primer edificio sede del Ministerio de Educación (esquina El Conde) y el Instituto Pedagógico de Caracas, en El Paraíso. De manera que el general en jefe Eleazar López Contreras, durante su presidencia, se esforzó en el cumplimiento de obras útiles a su país: novedosas instituciones, unas tangibles y otras intangibles, que indicaban que Venezuela había entrado a su desarrollo económico, social y cultural.

Para abundar más en la actuación cívica vale señalar otra actuación: cuando él era el jefe del Estado el período presidencial era de siete años y él pidió que se redujera a solo 5 años, y prohibió la reelección. Muy brillante esta democrática lección que debiera ser asimilada por quienes, sin contar con los requeridos méritos, pretenden eternizarse en el poder.

Indiscutiblemente, las obras aquí mencionadas, todos sus aportes materiales y sus cívicas actuaciones marcan las imborrables huellas presidenciales del general en jefe Eleazar López Contreras, tercer presidente tachirense, que dio los necesarios pasos hacia la democracia en Venezuela. En fin, como militar civilista y como presidente trabajador honró al Táchira y a toda Venezuela. (Hasta la próxima entrega).

eliseosub@hotmail.com