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Hoy no fío

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Mañana sí. 

Las bodegas venezolanas tenían dos referencias de bienvenida en dos cuadros de entrada. Uno era el de “Yo vendí a crédito – Yo vendí al contado”. Y el otro era ese aviso que presidía su pared principal en los pueblos del interior de Venezuela. El de “Hoy no fío, mañana sí”. Uno representa el presente y el otro el futuro. La realidad contra la esperanza. El hecho contra el optimismo. La objetividad en la esquina contraria a la subjetividad. El cerebro versus el corazón. En esta esquina la razón y en esta otra la pasión. Como poner a Fermín Toro y al marqués de Casa León en la balanza. En uno se puede aparejar la bonanza del histórico vivo político de la ocasión que se embarca para ejercerla en la dirección de sus bolsillos. La política enriquece y encumbra en Venezuela desde el presidente para abajo. Gobernadores, ministros, alcaldes, generales y almirantes, senadores y diputados, difícilmente salen de los cargos poniendo a coincidir lo que declaran en su patrimonio de entrada con el de salida, en sus haberes. Siempre están en la jugada. Salvo contadas excepciones. La corrupción de ahora no es nada original ni distinta a las anteriores. La maleta que le atribuyen al Pérez Jiménez de salida el 23 de enero de 1958 no es diferente a las que se llevó el general Guzmán Blanco para París en su tiempo, que tampoco marcan distancia de las de Pérez I y II. El detalle es que las de este se las había llevado Cecilia mucho antes de su defenestración en 1993. Tampoco se diferencian del morral con el que llegó Guaidó a Miami. Distinto a Simón Bolívar que llegó rico a pelear por la libertad y se fue pobre. Desde ese entonces las cargas de caballería empezaron a dirigir sus aparatos de puntería hacia el tesoro nacional. No hay razones para no robar en Venezuela; lo dijo en una de sus declaraciones públicas después de alguno de sus habituales almuerzos domingueros, Gonzalo Barrios. Al otro lado en ese mismo cuadro de la bodega está el elector de a pie. Lánguido, arruinado financiera, física y moralmente. Famélico y mustio. Esa imagen es la ratificación del triunfo de la política basada en la venta de falsas esperanzas, en la siembra de fraudulentas expectativas a los venezolanos frente a la lógica de un buen gobierno fundado en el bienestar y la justa distribución de la riqueza petrolera desde que el pozo Los Barrosos reventó pleno de potencia y de esperanzas de mejorar a todos. Hace mucho tiempo la declaración jurada de patrimonio en Venezuela ha sido sustituida por la expresión lapidaria de “yo soy rico de cuna.” Este cuadro es el de la realidad política. Del presente cada vez que se vea.

En tanto que el otro aviso que saluda en el hoy no fío, mañana sí, es la perspectiva en el presente que se vive. Allí se funda la posibilidad de arrendar e hipotecar cualquier cosa ante los apremios. Como se le hace a un candidato a lo que sea, y cuando se sufraga por su bandera política y su opción electoral. El desencanto del día siguiente es el día a día. Llegar hoy esperanzado y recibir la respuesta de regresar mañana a buscar el encargo del fiado que no se va a materializar. El crédito cuyo trámite y finiquito se volatiliza entre la jodedera del bodeguero y la promesa demagógica del funcionario ya en funciones en el cargo al que se le eligió. Así funciona la estafa política cuando una actividad de mediación entre el ciudadano y el gobierno o el Estado, se corrompe y empieza a desenvolverse en las marismas de la tracalería. De allí al cansancio, al agotamiento y a la aparición providencial del Salvador de la Patria, del mesías, de Antonio el Consejero a la manera de La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa; sólo hay un brinquito. En Venezuela esa redención siempre llega en cabalgadura, de capa y de espada; y con la pistola todavía humeante de la pólvora fundida a quemarropa con el pelotón de fusilamiento contra la última Constitución Nacional vigente. No es de extrañar que ante el fracaso del comodín enarbolado en la monserga de todas las acciones están sobre la mesa, vamos bien, hay un camino, y la de ahora que es hasta el final; esa opción del crédito se mantenga detrás de las cortinas acechando. En algún lugar del puesto de comando del general –cualquiera de los generales y almirantes integrantes del actual Estado Mayor Superior– debe estar colgado el cuadro con un claro y sencillo mensaje de prevención, indicando que va a vender al contado política y militarmente, a su manera. Así con lo que deriva de su leyenda y el sentido de la mitad boyante. Yo vendí al contado. Como lo hizo Páez, Guzmán Blanco, Castro, Gómez, López Contreras, Medina, Pérez Jiménez y Chávez. 

Es el sello de fábrica de la política venezolana que en estos últimos tiempos se ha convertido en un circo. En esa carpa todas las confrontaciones del gobierno con la oposición se ganan con la picardía política a lo caribe, con la viveza criolla del tracalero genético, con la maniobra artera del vago de la esquina, con el as bajo la manga en la mesa de ajiley, con la gambeta argumentativa sin tragar mucha saliva, con el ardid legal siempre a mano, ayudado muchas veces por las torpezas que sirven de vanguardia a sus seguidores en la oposición. Está más allá, tatuado en el ADN.

A la fecha se está viviendo la última resaca. El ratón del 10E. Después de la borrachera y la euforia del 10 de enero de 2025 y la posibilidad de un cambio político que se estrelló contra la realidad. En ese fracaso EGU no ha cruzado todavía el Rubicón y se mantiene pensante arriba de su cabalgadura. Desde allí se empezó a materializar también la hora nona de MCM a pesar del humo vendido del primer día y del paquete chileno en que se convirtió cobrar la factura de los resultados electorales del pasado 28J a sabiendas de que la suerte estaba echada (Alea iacta est) por la eterna subestimación al régimen y por la sobrestimación del potencial opositor sin un plan viable. Esa declaración de desconocer los daños potenciales que puede causar un sistema de defensa aérea a cualquier aeronave que invada sin autorización el espacio aéreo venezolano es preocupante. Todos los expresidentes que iban a acompañar al presidente electo metieron el freno de mano ante el despliegue de los sistemas defensivos. La ignorancia sobre la actual situación militar y la formulación de expectativas que no se van a cumplir también forman parte de un dossier de ficción. 

Hoy no fío democracia, tampoco libertad, menos soberanía, ni independencia, nada de paz, nones con la unidad de la nación y ni hablar de la vigencia del Estado de derecho; venga mañana con la esperanza de que sí. ¿Quién estará prevenido hoy al bate para vender de contado desde el palacio de Miraflores y no fiar, si esta oportunidad se pierde como las otras desde hace 25 años y se tranca el serrucho con la usurpación de Nicolás Maduro y su juramentación?

Hoy 10J con la juramentación de Nicolás Maduro y la ausencia de Edmundo González Urrutia triunfó el hecho. Se ratifica: hoy no fío.

 

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