Tomo prestada esta alegoría “pesadilla circular” de Carlos Alberto Montaner al saber que los amigos hondureños decidieron elegir a Xiomara Castro, la esposa de un depuesto presidente izquierdista de ese país.
Honduras es uno de los principales productores de banano, café y palma africana en la región. Su principal sector económico es la agricultura, seguido por la minería y la maquila. El desempleo es de 7,4%, pero el subempleo es de 60%. En 2016, Honduras era calificado como uno de los países con mayor desigualdad de América Latina.
La participación de los hondureños en la masa de migrante que intentan llegar a Estados Unidos es parte de la cotidianidad, la prensa local retrata este fenómeno: ”En la noche cientos de personas se reúnen en la gran Central metropolitana de autobuses de San Pedro de Sula, forman parte de la segunda caravana migrante 2021 rumbo a Estados Unidos”.
La gente de Honduras huye a Estados Unidos, escapa de la violencia del crimen organizado, la miseria económica y la indiferencia de un gobierno liderado por un presidente acusado de tener vínculos con el narcotráfico.
Desde este contexto, podemos percibir la elección de Xiomara Castro como nueva presidenta de Honduras, se presenta a los comicios con la oferta de la “construcción” de un “Estado socialista y democrático”, resaltando “la protección de los derechos del pueblo soberano y la naturaleza”, según su plan de gobierno.
Es el retorno de la pesadilla circular que paraliza a toda Latinoamérica, impidiéndole avanzar hacia un mejor futuro.
La propuesta de Castro indudablemente es la declaración de un camino cientos de veces emprendido y fracasado. Comenzará con la guerra abierta a la propiedad privada y a las empresas privadas, simultáneamente dictará leyes que legalicen el proceso destructivo de la economía y encarcelará a todo oponente, clausurará periódicos y emisoras de radio y TV y repartirá lo que pueda, fiel al guion Fidel-Chávez.
Ante esta circunstancia, imposible no recordar la ley 890 emitida por el gobierno cubano en los albores de la revolución, causa de su ruina económica y de la estampida masiva de todos aquellos con acceso a un medio de transporte que los liberara frente a las costas de Florida. Basta releer el texto de esta norma del 15 de octubre de 1960 firmada por Oswaldo Dórticos y por supuesto con la imagen atrás de Fidel Castro para dimensionar la tragedia que acabaría con la vida de los cubanos. Una fatídica ley o queja fúnebre que empezaba de la siguiente forma:
“Artículo 1.- Se dispone la nacionalización mediante la expropiación forzosa de todas las empresas industriales y comerciales, así como las fábricas, almacenes, depósitos y demás bienes y derechos integrantes de las mismas, propiedad de las siguientes personas naturales o jurídicas”.
Desde la a hasta la zeta toda empresa y actividad económica en Cuba pasó a manos del Estado, el guion del fracaso estruendoso de los socialismos se aplicó hasta los tuétanos, tal como hoy vivimos en Venezuela. Una pesadilla circular que ronda por el mundo empobrecido. Situación que nos plantea grandes retos ¿será imposible romper esta circularidad? Los latinoamericanos adolecemos de falta de fe en la democracia. Por qué se unen las masas con tanta facilidad a los discursos de Chávez, Fidel, Andrés Manuel López Obrador, Fernández. Debemos analizar a fondo, no solo esperar que la propuesta socialista, como indudablemente le pasará a Xiomara Castro, se venga al suelo. ¿Por qué en nuestro hemisferio no se desvanecen las terribles barreras para aceptar la democracia, la libertad económica, el Estado de Derecho como la mejor manera de vivir? Es el tiempo de mirarnos hacia adentro. Una vez más los hondureños -como en toda Latinoamérica- caen rendidos ante la promesa de una destructiva dictadura socialista. ¿Por qué Colombia tiembla ante la posibilidad de un Gustavo Petro triunfante? o Chile con la amenaza socialista encarnada en el exlíder estudiantil de la coalición de izquierda Frente Amplio, Gabriel Boric quien ocupó el segundo lugar con 25,83% de las preferencias de los electores chilenos con solo dos puntos de diferencias con Kast. Han olvidado los chilenos el desastre de Allende, o no han sido suficientemente buenos los gobiernos de los lideres democráticos.
El reto impostergable e imprescindible es desentrañar la pesadilla circular que nos persigue y se aposenta cíclicamente entre nosotros. Será acaso porque no hemos sido capaces de crear sociedades democráticas, liberales con los anticuerpos necesarios para espantar las ofertas negativas socialistas. ¿Qué hemos hecho mal? La respuesta es urgente, las masas de migrantes soportando penalidades sobre humanas, la infancia y la juventud desmejorada por la mediocridad de las oportunidades de alimentarse y aprender, nuestros presos políticos, todos los sectores que dependen de tomar el “buen camino” hacia la prosperidad, responsabilidad y libertad nos lo demandan.