La migración es un fenómeno natural motorizado por la necesidad de supervivencia y la satisfacción de necesidades elementales, como alimentación y reproducción. Tales son las fuerzas que impulsan el traslado de inmensas bandadas de mariposas y de aves, o de cardúmenes de peces, en búsqueda de sustento, protección y supervivencia. El hombre, por su parte, parece haber sido un asiduo migrante, carácter que lo llevó en sus primeros tiempos desde el África hasta Asia y Europa.
El hombre contemporáneo sigue migrando. Lo hace en busca de alimento, de mejores condiciones de vida y, sobre todo, de libertad. Así como las fuerzas telúricas mueven montañas y ríos, las fuerzas sociales desplazan multitudes. Donde hay hambruna y donde hay hostigamiento ideológico se generan fuerzas que empujan a la población a buscar otros horizontes. Los regímenes totalitarios se acompañan de disidencia y persecución, y a menudo también de severísimas crisis económicas.
En nuestra región tales regímenes son cosa común, siendo muy pocos los países que no hayan sufrido una u otra forma de totalitarismo, sea de izquierda o de derecha, en las últimas décadas. El caso de Venezuela es notorio, por ser este un país con grandes riquezas naturales que ha sido convertido en poco tiempo en un Estado paria, con una economía inviable y una población sometida a condiciones de pobreza, con servicios de salud, educación y protección inservibles.
Una consecuencia de esa situación es una emigración masiva de la población, nunca antes vista en el país, hacia países vecinos, y también lejanos. Desde trabajadores humildes hasta profesionales prósperos integran las masas migratorias. Un sector particularmente afectado es el de profesionales y técnicos, cuya formación les permite una más efectiva y rápida ubicación en sus nuevos destinos. Entre estos últimos se encuentran aquellos dedicados a la investigación científica.
El Departamento de Investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio inicio a mediados de 2019 a un proyecto orientado a conocer los impactos de la migración en América Latina y el Caribe. En el marco de dicho proyecto se han realizado estudios sobre aspectos educativos, sociales y económicos de las migraciones en la región. El artículo de Diez et al. que publicamos en este número de Interciencia es un extracto del material publicado por los mismos autores como resultado del proyecto del BID. En este caso, la publicación se refiere a la migración en la comunidad de investigadores de Venezuela.
En un país donde las estadísticas oficiales son escasas y poco confiables resulta particularmente importante contar con información relevante acerca de los procesos sujetos a análisis. Es gracias a la existencia de una base de datos particular que el artículo de marras consigue evaluar tanto los aspectos demográficos de la emigración que ha sustituido a un proceso inmigratorio de casi un siglo de duración, como la productividad científica de quienes migran y las razones que los han llevado a hacerlo.
En lo personal la emigración es un fenómeno con aspectos de separación y exilio que son exacerbados por la actual pandemia, pero sus alcances en el panorama de la actividad científica de un país son difíciles de precisar. La emigración de miembros del personal de las instituciones de educación superior y centros de investigación tiene y tendrá consecuencias muy negativas en la formación de las generaciones venideras de profesionales, y en la posibilidad de regenerar las capacidades de desarrollo y generación de bienestar perdidas.
En el caso venezolano hay elementos adicionales a la emigración del personal. La falta de mantenimiento, renovación y actualización de las instalaciones existentes, agravada por el vandalismo y centenares de hechos delictivos perpetrados por hordas políticas en laboratorios de universidades e instituciones científicas, presagian serias dificultades.
Aunque es difícil precisar los daños derivados de la emigración de investigadores y prever sus consecuencias, existen igualmente beneficios. Es menester resaltar, como lo hacen los autores del artículo en comento, la necesidad e importancia del diseño de políticas públicas adecuadas para recuperar las capacidades perdidas.
La historia debiese ser una compilación de hechos y datos. Pero más que eso es un cúmulo de construcciones y reconstrucciones, de interpretaciones y reinterpretaciones de tales hechos. Su veracidad y sus consecuencias son fluctuantes. El artículo de Diez y colaboradores es un intento de extraer datos reales acerca de hechos actuales.
Editorial de la revista Interciencia