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Históricos disparates estratégicos y el caso Maduro

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  • Ningún país del continente jamás había visto a un pueblo obligado a implorar públicamente la intervención militar de una potencia extranjera.
  • ¿Hay alguna parte del mensaje de Estados Unidos y de la comunidad internacional que Maduro y su entorno no entienden?
  • Nada de lo hecho hasta ahora por Estados Unidos tendría significado alguno si las presiones se agotaran aquí. 
  • Las sanciones y las presiones se van a intensificar involucrando a prominentes civiles y a empresarios.
  • Maduro en cuarentena y sin respiradores.

La zarzuela socialista, que solo existió en la mente calenturienta de Hugo Chávez y que a duras penas sobrevive hoy, pudiera estar próxima a su fin. La revolución bolivariana y su gobierno se encuentran, por primera vez, sitiados y sin salida por obra y gracia de una estrategia suicida diseñada por Hugo Chávez y continuada con ahínco por su hijo putativo Maduro: enviar toneladas de drogas, en alianza con las FARC, al imperio capitalista, supuestamente para debilitarlo, al tiempo que se hacían obscenamente ricos socavando las bases materiales y morales del país. Solo a estos incompetentes bolivarianos, embriagados de poder y codicia, se les pudo ocurrir que era una buena idea convertirse en aristócratas capitalistas, disfrazados de socialistas, mientras le jugaban sucio al imperio capitalista y arruinaban el país.

Para colmo, aparte de la inmoralidad del juego, la idiocia bolivariana postró al país hasta hacerlo irrelevante comparado con la potencia petrolera que era, despojándolo de casi toda influencia en la comunidad internacional y la que les queda la han tenido que comprar con petróleo, oro o cualquier otra cosa de valor de las arcas nacionales. Con esta sucia estrategia, Chávez y Maduro le ofrecieron a Estados Unidos y a la comunidad internacional la justificación política y moral para decidir acorralar a este infestado gobierno bolivariano sin que ninguna otra nación de la región los respetara o protestara.

Ninguna otra nación del continente había sido sometida jamás a la humillación que hoy vive nuestro país. América Latina nunca había visto a un pueblo, como el venezolano, verse obligado a implorar públicamente la intervención militar de potencias extranjeras como se oye desde hace tiempo por los medios en las redes sociales. Peor, nadie se avergüenza de estas súplicas de intervención militar.

Analistas han concluido que en cualquier otro país en estas condiciones habría ocurrido un levantamiento popular, pero por razones desconocidas, nadie espera esto en Venezuela. En verdad, tampoco ha ocurrido en otros países en parecidas circunstancias históricas, pero pagaron un precio muy alto.

Entre Confucio y Marx

Hace unos 500 años China se jactaba de poseer una de las mayores flotas marítimas del mundo, 5 veces el tamaño de las construidas en Europa. En 1525 toda esa extraordinaria flota fue destruida, no por un ataque enemigo, sino por decisión de la propia élite de gobernantes preocupados por el estado creciente de la clase media que se había beneficiado del comercio internacional propiciado por la «Flota del Tesoro», como era llamada su gran flota mercante. Los historiadores creen que este acto destructivo paralizó la economía de China y redujo drásticamente su influencia mundial hasta el siglo XX. La orden tuvo su origen en parte a una adhesión cada vez mayor a una retorcida interpretación de la filosofía confuciana, que promovía la autosuficiencia y los males de la riqueza material. Otra retorcida interpretación del marxismo llevó a Venezuela a la postración en que se encuentra.

Debilitada económica y militarmente después de la derrota de la Guerra de Crimea la Rusia Imperial temía que Gran Bretaña le arrebatase el territorio de Alaska sin oposición alguna. Bajo este temor vendió Alaska a Estados Unidos por 4 centavos de dólar la hectárea. El territorio contenía en el subsuelo una de las reservas minerales y de hidrocarburos más grandes del mundo.

La forza del destino

¿Hay alguna parte del mensaje de Estados Unidos y de la comunidad internacional que Maduro y su entorno no entienden? Maduro no parece darse cuenta que el tiempo, sin misericordia, se le agota. Nada nuevo. Ha ocurrido antes, con consecuencias desastrosas.

La Declaración de Potsdam de los Aliados en julio de 1945 fue, en la práctica, un ultimátum que le advertía a Japón que, si no se rendía, enfrentaría «una destrucción rápida y absoluta». Estados Unidos había probado con éxito la bomba atómica diez días antes. En Japón los términos se debatieron acaloradamente hasta que el primer ministro Kantaro Suzuki anunció que la Declaración de Potsdam sería «mokusatsu«, un vocablo japonés que significaba haber recibido el mensaje y que lo estarían considerando seriamente. Desafortunadamente, el japonés es un idioma sutil, una misma palabra transmite varios significados. Otro significado para “mokusatsu” es «ignorar despectivamente» y ese fue el significado que los traductores le dieron al presidente Harry Truman. 10 días después el Enola Gay dejaba caer una bomba atómica sobre Hiroshima que acabó al instante con 146.000 vidas humanas y la ciudad por completo.

La “forza del destino” pues se ha cebado en Maduro, pero también es claro que el timing de Estados Unidos es impecable. Al impacto económico de las sanciones, ya de por sí muy serias, se unen los cargos criminales contra el alto gobierno que “coinciden” con el coronavirus y el colapso de los precios del petróleo, sin contar con el retiro de la petrolera rusa Rosneft bajo amenaza de sanciones por Estados Unidos y los cargos criminales contra el alto gobierno.

En consecuencia, nada de lo hecho hasta ahora por Estados Unidos tendría significado alguno si las presiones se agotaran aquí. Las sanciones y las presiones se van a intensificar involucrando a prominentes civiles y a empresarios venezolanos. Este proceso legal, que en el argot legal anglosajón llaman “building a case”, comenzó desde el mismo momento que Chávez pronunció las primeras amenazas contra Estados Unidos. Como la justicia de Estados Unidos tiene efectos globales la emplea como un instrumento agresivo de la diplomacia. El trasunto de esta forma de diplomacia se materializa en las listas de la Ley Kingpin que autoriza a la Secretaría del Tesoro sancionar a narcotraficantes extranjeros (Specially Designated Nationals and Blocked Persons List). Lista en la cual se encuentran centenares de altos funcionarios y ciudadanos de decenas de países, sometidos a limitaciones legales personales por el largo brazo policial y financiero que Estados Unidos ejerce en el mundo.

¿Tormenta perfecta o imperfecta?

A todos estos elementos que conspiran contra Maduro se agregan las dificultades políticas que en Estados Unidos ha creado el coronavirus. En las encuestas Trump aparece cuesta abajo por su manejo catastrófico de la pandemia. Esto exige resarcimiento y Maduro, con su país vuelto chicoca, no puede ser más oportuno para mejorar las encuestas y eventualmente consolidar el imprescindible triunfo en Florida. La ironía es que los venezolanos que mayoritariamente Chávez y Maduro obligaron a refugiarse en Florida tienen hoy voz en el destino de Maduro y su revolución.

No habrá pues invasión militar, como anticipan algunos venezolanos del «culto a Trump», especialmente aquellos que están influidos por el sopor tropical de Miami. Así lo indica el realismo político y todas las señales convergentes del gobierno de Estados Unidos. Solo hay que interpretarlas. La orientación estratégica de Estados Unidos está dirigida a salir de Maduro como si padeciera del coronavirus. La cuarentena de Maduro ya comenzó. Su sobrevivencia depende de respiradores en momentos que son escasos en el mundo entero y Trump está decidido a impedir que lleguen a Miraflores.

La única esperanza de Maduro de que esta tormenta perfecta derive en una de esas tormentas tropicales es confiar en la proverbial incompetencia y volatilidad temperamental de Trump que lo haga cambiar de idea o cometer una torpeza como ocurre con frecuencia. Las acciones recientes ya sugieren fisuras y contradicciones. Formular cargos al alto gobierno, horas después proponer una transición, desplegar una flota naval y más tarde proponer en el Consejo de Estado a miembros a quienes se les acababa de formular cargos y precio millonario por sus capturas, no es muy consistente con una diplomacia del primer mundo. En cierto modo justifica las dudas que el gobierno bolivariano pueda abrigar sobre negociar.

Como sostiene uno de los grandes rotativos de Estados Unidos: «Lo único predecible de Trump es lo impredecible».

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