Debe haber sido el knock-out del siglo: el puñetazo que Mario Vargas Llosa le propinó, en pleno rostro y en público, a su viejo amigo Gabriel García Marquez y que los enemistó para siempre.
“¡Esto es por lo que le hiciste a Patricia!”, le “explicó” a los gritos el peruano a su colega colombiano. Patricia era la esposa de Vargas Llosa.
Sobre este insuceso y el “por qué” o los por qué versa la última novela de peruano Jaime Bayly.
A partir de ese arrebato machista, Bayly crea una historia en la que, según su imaginación, o no, devela qué fue lo que García Márquez le hizo a Patricia.
Bayly, conocido conductor televisión, es un escritor con muchos títulos en su haber. Admite que no es de los de primera línea . El escritor inglés William Somerset Maughan decía “soy el primero de los segundos” . Pero Borges lo leía y comentaba y además tenia gran eco de público.
Con Bayly pasa algo parecido. Las suyas son obras muy llevaderas, fáciles de leer, atrapan. No tiene limites, eso sí; desfachatado. arremete contra la tradición y las costumbres, escandaliza a burguesa y comuneros; puede resultar hasta chocante, pero te hacen reír mucho. Son un repetido striptease, variado y con revelaciones.
En ésta desnuda a cierta élite literaria latinoamericana que emergió en los últimos 40 años del siglo pasado. Una farándula de nuevos ricos -todos de izquierda- con magníficas plumas. Algunos en sus principios fueron unos muertos de hambre, literalmente, como Gabo y otros navegaban en el mar de la diplomacia con tiempo y temas para observar y escribir; cómodos, financiados por sus compatriotas. Desayunaban con champaña -Dom Perignon-, ostras, caviar y trufas blancas. Y no bajaban de ahí.
Pocos salen bien parados. ¿Verdad histórica o pura ficción? Hay de todo. Puede que haya mucho de cierto, aunque hay pasajes claramente inventados, otros algo surrealistas o de genuino “realismo mágico”. El entierro de la pierna del dictador peruano Juan Velasco Alvarado es sin desperdicio.
Carmen Balcells, agente literaria de Vargas y García, sale bien. Quizás porque efectivamente es experta en manejar vanidades y derechos de autor en efectivo. Quizás porque es la agente de Bayly, que eso no lo sé. O quizás porque a Bayly le gustaría que lo fuera.
Mercedes Barcha, la esposa de García Marquez, surge como una dama calma, sabia, buena amiga y buena esposa. Con fair play. Bien canchera.
No pasa lo mismo con Patricia Llosa, prima y segunda esposa de Vargas. No le tocó un buen papel. Ni como esposa sumisa y sometida y luego desechada, ni cuando tuvo un instante de liberación.
Lo que no entra en el juego son las calidades de los dos escritores, como tales.
Gabo aparece humilde, alegre, bailarín, cantor, caribeño y con códigos como varón y caballero. Políticamente, en cambio, son otros sus códigos. Reverenciaba al dictador Fidel Castro.
El escritor peruano es el villano de la obra. Es maltratado. Él, los Vargas, los Llosa y los Vargas Llosa. Toda una familia muy entreverada.
¿Y por qué fue, entonces?
No hay una respuesta concreta. El autor opta por un final políticamente correcto, raro en él.
De todas formas, para embromar un poco más, Bayly, maliciosamente, por ahí y como al pasar añade un cruce de miradas premonitorio entre el conquistador Vargas y la entonces mujer de Julio Iglesias, la filipina Isabel Preysler.