Nuestra Historia Universal dicta que siempre el hombre ha vivido bajo querella. Empero, simultáneamente, ha procurado forjarse una religión: lo cual significa que, no obstante garantizarse alimentos, sin la «razón moral» la especie se extinguiría rápidamente.
En múltiples formas, las religiones más propagadas en el mundo (Hinduismo, Budismo, Taoísmo, Judaísmo, Islamismo y Cristianismo) ofrecen una paradisíaca resurrección: es decir, vida espiritual después de la muerte física. Entre las mencionadas, sería el Hinduismo la que más aproxima sus postulados a la justicia auténtica.
El Hinduismo procede de los llamados «vedas», que son himnos (el «Rigveda», el «Samaveda», el «Yajurveda» y el «Atharvaveda»), composiciones musicales cuya data se presume hacia el 900 a C.
También se discierne sobre las doctrinas «Samsara» (el viaje de las almas) y «Karma» (vocablo que registra la idea según la cual cada cosa que nos ocurre está precedida por acciones pasadas acaecidas en «seres» o cuerpos que encarnábamos). Semejante creencia se reflejó en la literatura Brahama (que promovía diversidad de rituales, públicos y privados). Igual se sospecha que las sesiones alrededor de los maestros («upanisads» o «vedantas») sustanciaron el Hinduismo.
La metodología y filosofía hinduista nutre al Yoga o Yoghismo («Identificación Universal»). En la antigüedad, los hindúes adoraron al falo («lingam»). Se han hallado figuras de hombres en posición yoga con el pene erguido y cercado por sumisas bestias (ellas popularizarían la expresión «señor de las fieras»). El órgano genital masculino ha sido símbolo de la fecundidad en muchas tribus y en distintas regiones.
Las bíblicas y violentas acciones de Jesucristo contra los mercaderes del templo y el «ojo por ojo, diente por diente», entre otros asuntos escabrosos y relevantes, delatan intolerables rasgos de crueldad en una doctrina acogida por más de mil millones de personas en el mundo. En ello difiere abiertamente el Hinduismo: tesis para la cual es fundamental el Ahimsa («no violencia») que eligió Gandhi (1869-1948). Los hindúes no son crueles con los animales y los adoran por mandamiento religioso (de ahí la tendencia vegetariana de quienes se adhieren al Yoghismo)
Pasajes bíblicos de la historia del advenimiento de Cristo muestran -indistintamente- sacrificios de racionales e irracionales. En realidad, sin problemas de naturaleza espiritual, los cristianos comen animales. Por discutibles razones, justificarían la antropofagia practicándola en momentos de extrema necesidad o supervivencia (recordemos a quienes viajaban en un avión que, hace décadas, se estrelló en la cordillera andina)
El Hinduismo propende enseñar (sugerir) el ascetismo («Brahmacharía»), las abstinencias («Yama»): virtudes inherentes al seguimiento de rigurosas reglas en la vida («Niyama»). El Cristianismo perdona, al pie de la muerte, a todos los pecadores. Cualquier individuo devoto del crimen puede vivir sin preocupaciones morales. Le bastará, antes de su partida de este mundo, expresar arrepentimiento para ser recibo en un inmerecido, aun cuando de imaginario popular, paraíso celestial.
En naciones como las nuestras, caracterizadas por una enfermiza exaltación de la guerra (los disturbios estudiantiles, las manifestaciones de calle donde percibimos exacerbaciones verbales y enfrentamientos armados), los políticos o religiosos no suelen proponer la «no violencia» para discutir y resolver problemas sociales. Buscan servir de mediadores, legitimar las insurrecciones de origen comunista o amotinamientos callejeros para la consecución de cierta figuración pública, con fines específicos. Aun prosperan regimientos de rebeldes (los fútiles y «de liberación», de signo o formato paramilitar) y se teoriza sobre las «luchas de clases» hasta en universidades con autonomía administrativa y académica que se resisten tener que admitir que promoviéndolos cavan lo que será su sepultura cuando usurpen el poder del mando político y ultrajen doctrinalmente.
@jurescritor