OPINIÓN

Hidra de Lerna, consultor electoral

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri

En la mitología griega, era cruel, despiadada y desafiante. Serpiente policéfala de aliento venenoso. Las cabezas eran humanas y la del medio eterna. Simboliza la disputa constante contra el mal, su naturaleza regenerativa y la superación de los desafíos creídos insuperables. Se destaca e ilustra la astucia, resolución y tenacidad requeridas para superar los obstáculos y enfrentar las dificultades. Aunque no es una diosa en sí misma, es figura importante que ha perdurado a lo largo del tiempo.

El fraude electoral es como la Hidra de Lerna. Posee varias cabezas y si se le corta una, aparecen nuevas del cuello monstruoso. Cuando no había reglamentación del sufragio y, de existir, era inapropiada. La trampa era burda, cínica e insolente; se pensaba, no sin ingenuidad, que, estableciendo una legislación electoral adecuada, las instituciones alcanzarían el sufragio efectivo y respetuoso de la integridad, por el que lucharon y murieron muchos ciudadanos. Lamentablemente, no fue así. Cortadas cabezas, surgieron otras.

La desconfianza ciudadana en los procesos electorales se mantiene y reaviva. Cada reforma cercena una cabeza del monstruo antidemocrático, pero abre camino para otras artimañas. Los ejemplos son muchos, en la actualidad y de moda, la inhabilitación política, arbitraria e ilegal, atentatoria del Derecho Humano y en Venezuela de la Constitución, para elegir y ser elegido.

Muy pocos conocen con detalle las complicadas leyes, redactadas no para ser entendidas por los ciudadanos ni aplicadas correctamente, sino para dejar áreas oscuras, huecos y esquinas para que los procesos, en lugar de ser transparentes, justos y verificables, sean intrincados, propicios para los más hábiles en la estafa, el fraude y quienes cuenten con litigantes formalistas de pocos escrúpulos.

Con las mismas formas ya ensayadas de legislar a espaldas de la ciudadanía, con prisas, sin tiempo de revisar, y estudiar los alcances a su consideración, el debate frente al público es aceptar sin condiciones, sumisos, una supuesta “elección” de minoría y la inhabilitación de la mayoría. Desde luego, esa canonjía, prohibida, es un agravio, un ultraje a la ciudadanía y, como señalan los valientes que se atreven y no cohabitadores negociantes, constituirá un soborno buscando parcialidad y obsecuencia con quienes los premian. Del resto, no se sabe qué sorpresas depararán cuando se vayan conociendo.

En cuanto a la estulta inhabilitación, en cualquier instante vitalicia y con posibilidades hereditaria. Hay que decir, no es posible, se rompa el principio de igualdad, premiando tan generosamente las luchas que aún no terminan. No se justifica, y lo que faltaría para volver al antiguo régimen anterior a la Revolución francesa, es que tal privilegio fuera transmitido. Quebrantando el principio de elegir y ser elegido, garantizado en la Constitución, que inhibe títulos de nobleza, prerrogativas y honores hereditarios.

No hay argumento en favor de que el intento de soborno sea adecuado y equitativo, pero además es jurídicamente irregular instaurarlo. Una carga onerosa sólo indica se trata de un intento de compromiso anticipado. Si la decencia que pregonan es real, deben rechazar, manifestándolo así tajantemente o, en caso extremo, no aceptando cargos puestos en tela de juicio por la opinión pública, mostrando un principio de dignidad que tanto se requiere en la política.

Hidra de Lerna, monstruo de mil cabezas, representa la violencia. Por cada malhechor detenido, los grupos criminales se reproducen y su virulencia cada día es más brutal. A lo largo del período, la cultura del miedo e intimidación, dominio y dependencia de la pobreza se impusieron al Estado de Derecho y legalidad. La criminalidad electoral que han desatado, la incapacidad, corrupción y fallidas políticas han llegado a niveles nunca imaginados. Lo grave es que la amenaza e incertidumbre han erosionado severamente, trastocando lo más entrañable y sensible de Venezuela, nuestra niñez.

La transgresión electoral, es parte del crimen organizado, cobra existencias, futuro e ilusiones, proporcionales a un país en conflicto bélico. Salir de la Hidra es un reto formidable. Se atribuye al filósofo Pitágoras la frase: “Enseñad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. La criminalidad electoral amputa el pendiente y mutila el por hacer. Si muere la inocencia, Venezuela perderá la esperanza.

@ArmandoMartini