Termino de leer Sócrates enamorado, la fascinante biografía de Sócrates del filósofo norteamericano Armand D’Angour, y me hago a la lectura de Hernán Cortés, gigante de la historia, del economista y político socialista español Ramón Tamames. Dos personajes de la historia universal que nos son esenciales, columnas vertebrales de nuestra cultura. Pero de los cuales nos separan la ignorancia y el lugar común, como lo demostrara la última sombra de Cortés, el inefable AMLO, que le pide a España se disculpe por haberlo parido. Cruenta ironía de un hecho indiscutible: no ha habido en México jamás nadie de la grandeza, el coraje y la altura de miras del extremeño que los sacó de las brumas de la barbarie.
En efecto, ni Sócrates fue un pensador divorciado de la realidad ni Cortés un colonizador esclavista cruento y sanguinario. La visión que de Sócrates nos depara Armand D’Angour es la de un apasionado enamorado y un extraordinario guerrero: “Se presentó siempre como guerrero impresionante, luchador atlético o bailarín, orador con cultura vastísima y amante apasionado”. La visión de Cortés, otro amante apasionado, padre de Martín Cortés, primer latinoamericano parido de su cósmico encuentro con la Malinche, que nos entrega Tamames, es la de un deslumbrante conquistador, guerrero, diplomático, político, escritor y estadista, corajudo y entregado a su locura de inventar un mundo nuevo más allá de toda medida -sería útil dárselo conocer a una de sus sombras postreras, Juan Guaidó, para que se entere de lo que puede ser capaz un hombre fiel a su especie – maquiavélico avant la lettre, capaz de crear el México que nació bajo su inspiración y su espada, y que bien hubiera podido si se lo hubiera propuesto –osada pero muy interesante afirmación de Tamames– conquistar China: “Si a Cortés no lo hubieran retenido forzoso en la corte entre 1540 y 1547, seguramente habría partido en uno de sus barcos para la búsqueda de la mítica tierra de Cíbola, y de haber tenido más éxito en sus navegaciones por la Mar del Sur (Pacífico), quizá hubiera emprendido la mayor hazaña de su vida, la conquista de China”.
Me interesa destacar uno de los rasgos más sobresalientes de ambos personajes, Sócrates y Cortés: el valor de la excepcional individualidad que sustenta sus hazañas. Y el costo que debieron asumir por sobresalir de manera tan destacada y asombrosa por sobre la mediocridad, la mezquindad y la miseria del poder establecido que enfrentaron: Sócrates, el de los demagogos que no descansaron hasta enjuiciarlo y condenarlo a muerte por verse desnudados con su implacable lucidez y su incomparable elocuencia; Cortés, despreciado y ninguneado por un emperador que no le llegaba a los talones y las intrigas y conspiraciones de una corte incapaz de comprender la grandeza del más grande de los soldados españoles y la extraordinaria dimensión de la conquista que llevaba a cabo. México en manos de AMLO, ¡qué burla a la grandeza de sus orígenes! Poco tenemos los venezolanos que quejarnos: pasar de Bolívar a Maduro es el colmo de la perversión, la degradación y la decadencia. Provoca recordar la famosa sentencia que dice que todo tiempo pasado fue mejor.
@sangarccs