Cuando el mundo pareció detenerse aquel 20 de julio de 1969, al presenciar como el Eagle descendía lentamente sobre la superficie lunar en el Mar de la Tranquilidad, jamás se imaginó que detrás de este acontecimiento histórico estaba un venezolano: el astrofísico Héctor Rafael Rojas.
Este venezolano brillante había logrado que el hombre pisara la Luna, pues con sus cálculos, a través de su método de observaciones astronómicas denominadas «transformaciones sucesivas» no solo definió el lugar seguro del descenso tripulado por la NASA, sino que permitió que los astronautas regresaran sanos y salvos a la Tierra.
Su aporte profesional fue determinante para el éxito de la NASA, propuestas que habían sido incorporadas a la planificación estratégica del Programa Lunar Apolo, en la época previa al alunizaje, y con ello lograron aventajar a los soviéticos en un momento crucial de la carrera espacial –1968–, cuando la Unión Soviética ya contaba con el cohete y las naves necesarias para desembarcar en la superficie lunar.
Así lo explica el meticuloso investigador venezolano Pierre Monteagudo, biógrafo oficial del Dr. Rojas quien se ha encargado por más de dos décadas a rastrear documentos e información sobre la vida y obra de nuestro científico, desvelando en sus libros la sorprendente historia que bien pudiera ser lo más parecida a un largometraje para el séptimo arte.
Rojas también fue el encargado de entrenar a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins sobre las precauciones para la exploración de otras áreas durante la excursión en la superficie lunar, así como la clase de información que debían tratar de obtener dentro de los límites de tiempo que tendrían en la caminata.
Iré a la Luna
-Yo mismo iré al satélite-, expresó el Dr. Héctor Rojas en una carta dirigida a su amigo y compañero de estudios superiores Dr. Ezio Ruffino, con fecha 11 de febrero de 1969.
El talento del Dr. Rojas lo condujo a convertirse en el más destacado de los expertos en el suelo lunar, asesorando a los astronautas de la misión Apolo, en donde trabajaba como científico del Programa Lunar para la National Aeronautics Space Administration, NASA desde 1966.
Rojas participó como científico tripulante en la Misión Espacial Apolo 8, noticia que fue ampliamente divulgada por medios nacionales e internacionales, dando cuenta que el astrofísico venezolano viajaría a la Luna en dos años «con el objeto de observar los cuerpos celestes desde la superficie lunar, así como también estudiar los fenómenos desconocidos y cuya naturaleza no se ha dicho nada en público todavía».
Su biógrafo, Pierre Monteagudo, ha revelado -con pruebas contundentes-, que Rojas participó como astronauta-científico en viajes espaciales como tripulante del Apolo 8 y el Apolo 10.
Gravemente enfermo
El diario El Universal en su edición del lunes 4 de agosto de 1969, en la página 32, publicó una extensa nota titulada: Héctor R. Rojas. Gravemente enfermo científico espacial venezolano que señaló sitio del alunizaje.
La noticia advertía que «sufre de una afección que puede degenerar en leucemia. Aparte de ello, atraviesa una precaria situación económica y pide colaboración a nuestro Gobierno».
Igualmente, decía que Rojas, a pesar de formar parte del equipo de asistencia científica de la NASA «no está devengando salario alguno de ese organismo», pues Rojas estaba considerando retirarse de la agencia aeroespacial y trabajar para el gobierno venezolano con sus nuevas y novedosas investigaciones desde Estados Unidos.
En cuanto a la enfermedad de Héctor Rojas, su hermana Adolfina Rojas dijo a los periodistas que «sufre un mal llamado “Porphyria” el cual no tiene remedio, por ser un metabolismo compuesto en el organismo que puede degenerar en leucemia».
Sin embargo, Monteagudo el biógrafo del Dr. Rojas, asegura que la enfermedad y posterior hospitalización del astrofísico se debió a los efectos de la radiación cósmica de los viajes espaciales.
Retornó a Venezuela
Pero la fascinante historia del astrofísico venezolano es extensa, y como capítulo aparte destaca que regresó a Venezuela, estableciéndose en Maracay, estado Aragua, severamente complicado de salud.
«Son hechos probados que el doctor Rojas fue devuelto a su país en un estado lamentable, después de su última visita a Estados Unidos. Los detalles del ‘tratamiento’ que recibió son conocidos por el Gobierno de Venezuela, pero no les interesa pedir explicaciones», denuncia el biógrafo al especificar que el astrofísico fue sometido al protocolo estilo MK Ultra, el cual precisa en su ensayo.
Lucha contra el olvido
Luego de haber sido literalmente borrado de la historia, en complicidad con los gobiernos de Venezuela, se supo que los restos mortales del astrofísico Héctor Rafael Rojas habían sido enterrados en una fosa común en un Cementerio Municipal de Mariara, estado Carabobo el 13 de mayo de 1991.
Hundido en la exuberante maleza permaneció la tumba del científico venezolano y también su legado, hasta que por gestiones coordinadas por Monteagudo y los familiares del Dr. Rojas pudieron hallarla y solicitar formalmente al Gobierno del estado Zulia, se reconociera la inestimable labor de Rojas y se le rindieran los tributos que hasta ahora se le habían negado.
Fue así como el gobernador Manuel Rosales, solicitó al Consejo Legislativo, CLEZ, el traslado de los restos de los insignes científicos zulianos: Héctor Rafael Rojas y Humberto Fernández-Morán Villalobos al Panteón Regional del Zulia.
El ente legislativo aprobó por unanimidad el 13 de agosto de 2024, la consideración de Rosales e inició el protocolo de rigor exhumando los restos del astrofísico del abandonado camposanto de Mariara.
Angélica Reyes Rincón de Vílchez, en su condición de directora del Panteón del estado Zulia, informó que los restos mortales de Héctor R. Rojas reposarán en el Museo Arquidiocesano «Obispo Lasso de La Vega» hasta la ceremonia de inhumación, en el Panteón del Estado Zulia, su morada definitiva, pautada para noviembre de 2024.
Asimismo, el gobernador Rosales tomó el nombre del Dr. Héctor Rojas para la creación del Instituto de Inteligencia Artificial y Robótica, el primero y hasta ahora el único de su tipo en Venezuela.
Recordemos que Héctor Rafael Rojas, nació en Maracaibo, capital del estado Zulia, el 10 de junio de 1928.
Su increíble historia no solo es una lección de conocimiento, de ciencia, sino un grito ensordecedor a la justicia y al reconocimiento de quienes, con su denuedo y compromiso han hecho posible lo inimaginable.
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