Para América Latina la pandemia ha sido una catástrofe. En materia de salud la región ha padecido casi un tercio de las muertes por COVID-19 a pesar de tener menos del 10% de la población mundial. En materia económica sufrió la peor recesión en dos siglos. En ninguna otra región del mundo el impacto económico fue tan fuerte.
Como si fuera poco, América Latina confrontará este año una combinación de inflación, bajo crecimiento y altas tasas de interés que profundizará y alargará el sufrimiento a decenas de millones de personas. Hace tres años, cuando las cosas ya estaban mal, pocos se imaginaban que hoy estarían mucho peor.
Pero en este panorama desolador ha surgido al menos una buena noticia que, al igual que las malas, está relacionada con la pandemia. En América Latina se ha visto un aumento importante en las contrataciones de empleados tecnológicos. El aumento se debe en parte a un interés creciente de las empresas estadounidenses —espoleado por la revolución del teletrabajo— en contratar a latinoamericanos. Pero también al surgimiento de start-ups muy exitosas que, en su conjunto, están propulsando un boom tecnológico sin precedentes.
Los gobiernos deben hacer todo lo posible para reforzar estas tendencias o a lo sumo no sabotearlas.
Comencemos con el teletrabajo. El reclutamiento global de compañías tecnológicas en América Latina aumentó en 286% entre la primera y la segunda mitad de 2021, según un reporte de Deel. Ni en Asia, Europa, Medio Oriente y África la tasa de crecimiento fue tan alta.
Los empleados latinoamericanos tienen dos ventajas. La primera es una zona horaria similar a la de muchos gigantes tecnológicos de Estados Unidos, lo cual facilita el teletrabajo. La segunda es la debilidad de las monedas de sus países, que reduce el costo de emplearlos. El real de Brasil ha perdido más de un cuarto de su valor frente al dólar desde el inicio de la pandemia. Y en otros países como Chile, Argentina, Perú y Colombia la moneda también se ha debilitado. Adicionalmente, la inflación en Estados Unidos obliga a las compañías estadounidenses a subir los salarios de sus empleados locales, lo cual aumenta los incentivos para buscar, en otras partes del mundo, empleados a los que se les pueda ofrecer sueldos más bajos.
En paralelo a este interés externo por el talento regional, también se ha visto un interés interno por parte de las empresas latinoamericanas que han llevado a muchos a hablar de un boom tecnológico.
¿Qué tan importante es este boom? Algunos datos son reveladores. En 2017 la región contaba apenas con un par «unicornios», el nombre con el que se conoce a los start-ups valorados en más de mil millones de dólares. Hoy la región cuenta con 34 unicornios.
En 2020 América Latina atrajo 4.100 millones de dólares en capital de riesgo, un monto sorpresivamente superior a los 3.300 millones de dólares que absorbió el sureste asiático. Solo en la primera mitad de 2021 esta cifra alcanzó los 6.500 millones de dólares.
Mercado Libre, el Amazon de América Latina y la empresa regional más valiosa, es quizá el buque insignia de este boom. Pero también está Kavak, la empresa mexicana enfocada en la compraventa de vehículos; la colombiana Rappi que se especializa en el negocio de envíos; y Nubank de Brasil, que ya es el banco digital independiente con más clientesen el mundo. Estas y otras empresas han hecho que los jugadores principales de capital privado y capital de riesgo —como SoftBank, General Atlantic y Sequoia Capital— tengan el ojo puesto en la región.
Por supuesto, América Latina también confronta desafíos que podrían limitar el alcance del boom. Uno es la propensión regional a los ciclos de auge y crisis producto de la dependencia a la exportación de materias primas. Ahora el alza de los precios de los commodities está beneficiando a varios países pero el panorama podría oscurecerse rápidamente si la guerra en Ucrania causa una recesión global.
Otro factor limitante es la desigualdad digital. Menos de la mitad de la población tiene acceso de banda ancha a Internet. Los gobiernos de la región tienen que hacer o atraer grandes inversiones para cerrar esta brecha.
Pero tan importante como la infraestructura de banda ancha es reducir el déficit de talento tecnológico. Según cálculos de General Atlantic, las universidades de la región están graduando a 40.000 desarrolladores de software, 10.000 menos del estimado que necesita anualmente el sector tecnológico. Hay países como Brasil y México que han hecho un esfuerzo por diminuir este déficit pero en general la región está rezagada cuando se le compara con otras regiones del mundo.
Obviamente las universidades públicas y privadas tienen un rol que jugar, coordinando objetivos con el sector privado, modernizando sus programas y adecuándolos a las exigencias del mercado laboral y atrayendo a muchísimos más estudiantes. Pero otra herramienta disponible para atacar ágilmente este problema son los bootcamps, programas intensivos de entrenamiento de habilidades digitales que duran entre tres y seis meses. Ya hay muchas experiencias exitosas con los bootcamps en la región que deberían ser replicadas.
La pandemia golpeó muy fuerte a América Latina pero, como en el resto del mundo, también aceleró tendencias en la adopción de tecnologías digitales en diversos sectores, así como cambios de comportamiento en la manera como hacemos muchas cosas, desde las compras en línea al teletrabajo y la telemedicina. Estas transformaciones han abierto grandes oportunidades que, si son aprovechadas, pueden ayudar a la región a superar la actual crisis.
@alejandrotarre
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