En las pasadas elecciones en Venezuela, sucedió lo tan anunciado. Pero que Zulia, Maracaibo, San Francisco y otras 11 municipalidades hayan salido de los colmillos del PSUV y pasen a las manos del MUD, podría ser una bocanada de oxígeno a un cuerpo ya cianótico.
Entre Zulia y Barinas
La confrontación al poder central caraqueño desde el confín colombiano, uno de cuyos últimos episodios fue la “guarimba” que en Maracaibo enfrentó la fuerza represiva del Estado en 2015, pareciera abrir un nuevo capítulo con los resultados electorales recientes que sacaron del poder al PSUV.
Por tratarse de localidades de una zona fronteriza con muy alta conflictividad, las ejecutorias de los nuevos mandatarios locales, para tener vocación de éxito, deberán estar coordinadas de alguna manera con las autoridades colombianas limítrofes. Este obligatorio enlace, bien puede ser manipulado por Miraflores para apropiárselo y anunciar una integración fronteriza de facto.
Por otra parte, en Barinas, ante la ganancia electoral del opositor Freddy Superlano, la dictadura expulsó a 130 representantes de la Misión de Observación Electoral europea que denunció irregularidades y anuló las elecciones. Nicolás Maduro, sin vergüenza, anunció el próximo gobernador producto de su propio puchero: el comodín de la revolución y ex canciller Jorge Arreaza. Algunos analistas entienden esta situación como una confrontación de poder entre Maduro y Diosdado en el estado natal de Chávez, gobernado desde hace años por el padre y los hermanos del coronel.
Mientras tanto, en Apure…
Desde Apure, al lado de Barinas, nos llegan noticias de la “neutralización”, como dicen en el país neogranadino, de dos narcoterroristas farianos de reconocido prontuario y peligrosidad: alias “El paisa” y alias “Romaña”, cabecillas militares de la espuria “Nueva Marquetalia”, encabezada por alias Iván Márquez, ex parlamentario narcotraficante. Meses atrás alias “Santrich”, segundo de Márquez, supuestamente también fue muerto por los duartianos en territorio venezolano.
Estos hechos nos muestran varias realidades indiscutibles: que las FARC operan libremente en Venezuela; que alias “Gentil Duarte” probable autor de los asesinatos, se empodera cada día más del territorio apureño en donde derrotó a punta de bombas artesanales a las fuerzas militares venezolanas; que el narcotráfico alimenta carteles vestidos de revolucionarios chavistas; que el ELN está pasando inadvertido mientras acumula ganancias de la minería ilegal procedente de los estados Amazonas y Bolívar y que ambos, el frente 10 Duartiano de las FARC y el Laín Saenz del ELN, proyectan su poder estratégico sobre el vecino departamento de Arauca, en donde, precisamente, acaban de nombrar a un general retirado como gobernador ante la detención del mandatario elegido, por sus vínculos con el ELN.
En Bogotá están de plácemes por este canibalismo fariano mientras en Washington, seguramente los planificadores deben estar frotándose las manos y confirmando que el asunto de las FARC, es como la cocción de los calamares: en su propia tinta.
Porque el verdadero problema para Estados Unidos en Latinoamérica no son las FARC, ni que la izquierda vuelva al poder en la región, ni que Colombia caiga en manos de Petro. Su preocupación ahora es la contención militar de Rusia en Bielorrusia, en Ucrania, en Polonia y el bloqueo de China con su Huawei, su tecnología 5G, su acelerado crecimiento armamentístico que amenaza a Taiwán y su estratégica ruta de la sede que tiene como eje articular en esta parte del mundo a Panamá. Complejo ajedrez geoestratégico, geopolítico y local.
Cota: “…compañero Nicolás, no estás solo, ¡habemos (sic) hombres y mujeres, en las naciones del mundo que estamos respaldando esta lucha y no los vamos a dejar, y no los vamos a defraudar! ¡Chávez, Chávez es pueblo, pueblo y Latinoamérica y las naciones son Chávez, hasta la victoria siempre! ¡Unidos venceremos!”, dijo en su discurso triunfalista la nueva presidente hondureña Xiomara Castro, si, Castro, esposa del depuesto presidente Manuel Zelaya. Éxito celebrado por Gustavo Petro en Bogotá. ¿Alguna duda?
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