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Hay que replantear la estrategia del cese de la usurpación

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El presidente encargado de VenezuelaJuan Guaidó, aseguró el pasado viernes que de momento no está planteada una nueva reunión con el régimen de Nicolás Maduro en Noruega y que cualquier tentativa de diálogo debe apuntar al “cese de la usurpación” para instaurar un gobierno transitorio que convoque a elecciones. Agregó: «Si eso no es así, ¿a qué vamos?: (…), hoy no está planteado porque si no se aproximan a eso no sirve (una nueva cita en Noruega)”. Guaidó insiste en la salida de “todas las opciones están sobre la mesa”.

Para el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, “hay demasiadas agendas sobre Venezuela” impidiendo una solución definitiva de la crisis que atraviesa el país caribeño.

“Todos están evitando la agenda que definitivamente pueda aportar una solución al final del proceso. Hace falta aplicar un proceso incremental que establece el mecanismo de la Responsabilidad de Proteger (R2P). Tenemos que proteger al pueblo venezolano de los crímenes de lesa humanidad de esta narcodictadura, con estas conexiones con el crimen organizado y con el terrorismo internacional”, destacó el secretario general de la OEA. Almagro opta por la R2P como el mecanismo idóneo para poner fin al régimen de Maduro.

Sean Mcfate presenta en su reciente libro Las nuevas reglas de la guerra que el desorden mundial, durable disorder, abre una nueva era de incertidumbre global. “Vemos que la arquitectura que apuntala el mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos”, afirmó la canciller de Alemania, Angela Merkel, en la pasada Conferencia de Seguridad de Múnich.

Mcfate sostiene que las guerras en la sombra, Shadow Wars  (Regla 9), dominarán los nuevos conflictos entre las potencias que rivalizan por un nuevo acomodo en un tablero geopolítico por definir.

En este sentido, en Venezuela, el Estado mafioso ha desarrollado mediante la Empresa Criminal Conjunta estructuras de poder y cadenas de mando lo suficientemente informales como para que el régimen de Maduro niegue su existencia en caso de necesidad.

Esta negación plausible o negación admisible acompañada por Rusia, Cuba, Irán y China es decisiva para sostener el régimen bolivariano en estos momentos, cuando el Grupo de Lima y Grupo Internacional de Contacto buscan resolver la crisis política a través de la negociación en Noruega entre Maduro y Guaidó, permitiéndole mantener la “guerra en la sombra” de Moscú, Teherán, Pekín y La Habana contra Estados Unidos en Venezuela.

Por otro lado, Héctor Schamis, en su último artículo en Infobae, definió el diálogo de Oslo entre el régimen usurpador y el gobierno interino como “la normalización del horror” en Venezuela. Sostiene que la “diplomacia de los eufemismos” normaliza el horror del éxodo de 4 millones de venezolanos, según el último informe de Acnur, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, equivalente a 13% de la población total venezolana.

El presidente interino, Juan Guaidó, necesita replantear la estrategia para lograr el cese de la usurpación. Porque lo que sí es un hecho es que en Venezuela habrá una elección presidencial como consecuencia del fraude electoral ocurrido el 20 de mayo de 2018.

La salida democrática aupada por “la diplomacia de los eufemismos” deberá ser enfrentada mediante actividades creativas concurrentes de la administración Trump (Departamento de Estado, Tesoro, Justicia, Defensa), gobierno interino de Venezuela incluyendo a todas las fuerzas opositoras a Maduro, la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos y los países aliados de las Américas que reconocen la amenaza de la guerra en la clandestinidad, combatida en las sombras, que se libra en Venezuela.

Guaidó tiene la oportunidad de detener el avance y la consolidación de la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana en el resto de los países de la región. Por lo que debería coordinar con Trump y su equipo directamente la nueva hoja de ruta para el cese de la usurpación antes de la nueva elección presidencial.

Su voluntad al servicio de la democracia y la libertad le permite asumir un liderazgo -salvando las distancias- como el de Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial para establecer con los aliados los principios del qué y el cómo de la Venezuela del siglo XXI, “la democracia productiva”.

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