El reciente aumento salarial que ha hecho el Ejecutivo Nacional sobre la administración pública, incluyendo los pensionados, si bien sigue siendo muy poco, tampoco puede dejar en reconocerse que es un inicio para mitigar en parte la destrucción que las propias autoridades gubernamentales destruyeron sobre el tejido social, es decir, también es un reconocimiento que implícitamente hace el gobierno de Nicolás Maduro sobre toda su cadena de errores y empobrecimiento que ha generado sobre los venezolanos.
De hecho, que el salario mínimo haya pasado de 7 bolívares a 130 bolívares, o sea, de 1 dólar a unos 30 dólares aproximadamente, y que además el salario de los docentes ubicado en unos 20 dólares mensuales, sobrepase ahora los 150 dólares en promedio, y en la misma medida haya mejoras en el resto de los empleados adscritos con la administración pública es un signo positivo que debe continuar en aumento de manera constante y sostenida, como única vía en devolverle a millones de familias los beneficios sociales perdidos, y también multiplicar el efecto positivo que el consumo de personas dependientes de ministerios, gobernaciones y alcaldías, y empresas del Estado llevan al resto de la economía.
Desde 2013 la caída del consumo ha sido desastrosa. No solo cayeron los términos de adquisición de bienes y servicios por la destrucción del bolívar, y el efecto pernicioso de la hiperinflación, sino que el hecho de que el salario fuera pulverizado en toda su extensión laboral, acabó por completo con el consumo básico de alimentos y bebidas, y más aún, sin posibilidad de cubrir los gastos más esenciales en educación y salud, y donde la recreación se convirtió en un lujo. En tal contexto, de no ser por las remesas el hambre en Venezuela habría alcanzado al 90% de su población.
Este aumento salarial no es para realizar un jolgorio como pretenden hacerlo ver algunas autoridades como la actual ministra de Educación, quien pretende disimular la realidad de pobreza que enfrentan los educadores venezolanos, o como otros pertenecientes del madurismo torciendo la verdad quieren negar la miseria y el hambre que ellos han generado sobre la inmensa población, lo cual llevó a la emigración de unos 6 millones de connacionales.
El madurismo al llevar el salario mínimo a 30 dólares e intentar mejorar los ingresos de los empleados públicos es obvio que también está aceptando el enorme desastre económico y social que han conllevado sobre la sociedad venezolana. No obstante, que tampoco se reconozca que por primera vez en mucho tiempo, se quiere aumentar de manera real los ínfimos, por no decir nulos, ingresos de los trabajadores y pensionados, sería mezquino, máxime en un contexto de tanta podredumbre y empobrecimiento.
Ojalá y la recuperación económica no sea un espejismo, y que la misma sea permanente y permita en el corto y mediano plazo elevar las condiciones de vida de toda la población, y que de manera articulada se respeten los derechos humanos y que toda esta crisis concluya en unas elecciones justas y democráticas, que sean aceptadas a nivel nacional e internacional.
Apostamos por una nueva Venezuela, donde la paz, el amor y la prosperidad sean el oxigonio del desarrollo integral del país. Hay que ir recomponiendo el tejido social.
@vivassantanaj_