El título de este artículo es una afirmación que leí del profesor Luis Salamanca. Este proceso empezó bien. Lo más importante, en mi opinión, es que cuenta con un excelente grupo de ciudadanos que generan confianza. El profesor Jesús María Casal y su equipo están blindados por su honestidad y disciplina. Otro atributo es la vocación democrática de los candidatos, los aspirantes. Esta es la oposición, la única que tiene rostro, es la perseverante en su lucha, con muchas virtudes y la que ha cometido errores. La que representa las aspiraciones de las mayorías que quieren un cambio. Así como no hay dos gobiernos, no hay dos oposiciones. Los primeros quieren a toda costa seguir gobernando después de veinte años. Los segundos, aspiran al poder para transformar el país. Aspiración legítima y necesaria. De allí la importancia de fortalecer la unidad. Como lo indicó Gonzalo González en estas mismas páginas: “Una primaria exitosa sería una enorme contribución a la posibilidad del cambio político porque de ella emergería una poderosa movilización nacional y una coalición unitaria capaz de competir exitosamente contra los propósitos continuistas del régimen”.
Quienes jueguen medias tintas estarán fuera del foco. El gobierno tiene su plan, hará lo imposible por no perder el poder y la oposición debe sumar todas las energías posibles en la búsqueda de un cambio y la derrota electoral. Es así de simple. Variaciones tendremos muchas, periféricas, sinfonías las que quieran, no hay candidato independiente, las maquinarias deben ser dos, las del gobierno y la de los que aspiran a un cambio.
Que el gobierno usará los expedientes más insólitos y contrarios para una nación que se considere democrática no tenemos dudas. Que la oposición fragmentada no avanzará es un hecho. Si así se mantienen es porque no leen al país. Reiteramos, Venezuela necesita un cambio, es obvio. Lo que queda de cimientos democráticos se restablecerán solo y cuando se cambie la gobernanza actual. Hay buenos candidatos y candidatas. Tendrán suficiente madurez para saber manejar sus aspiraciones y el que quede triunfador deberá bajo consensos unir a los venezolanos. De eso se trata, de reencontrarnos, no de vengarnos. Abrir la nación al futuro, no seguir en el pasado como si lo único que tenemos por delante es un retrovisor. Apuesto a la sensatez, de sacar de la pobreza millones de venezolanos, a detener el éxodo y hacer la Venezuela posible con los que regresen y con los que se queden afuera pero vinculados a su patria de origen.
Las primarias de la oposición deberán ser un éxito, quien resulte candidata o candidato deberá leer el mensaje amplio, no sectario, buscar consenso, trabajar con amplitud y sin sectarismo. Sumar siempre para ganar. La humildad y lo recio son atributos. Apostamos que por el bien de esta Venezuela que tanto queremos que la política buena se posicione sobre la oscura, que quienes aspiran a dirigirnos tengan el mayor de los atributos de un buen político: vocación de servicio.
Lo que viene no es fácil. Pero al igual que en las tormentas y la navegación, los últimos momentos son los más duros, pero siempre con un buen capitán y un buen timonel se puede llegar a esa ventana de tranquilidad que se abre en los tiempos recios. Venezuela se merece salir a flote.