OPINIÓN

¡Hasta China se cansó!

por El Nacional El Nacional

China se convirtió en un socio preferente para el gobierno de Maduro, no solo por razones ideológicas sino porque esa nación no condicionaba los préstamos como los organismos internacionales (Banco Mundial, BID, CAF, etc.) cuyas regulaciones de control del gasto y de la inversión son muy exigentes. Así que la economía más importante de Asia, en su afán de competir con Estados Unidos en su patio trasero de América Latina, actuaba con una laxitud que rayaba en lo irresponsable. Precisamente por ello es que no le ha quedado otra opción que cortar de raíz el flujo de dinero que le enviaba a Venezuela, en calidad de préstamo, porque cada día se aleja más la posibilidad de pago de esa deuda con petróleo, por la caída estrepitosa de la producción de este mineral, además de las sanciones y la corrupción que sacude los cimientos de la principal industria venezolana.

Los chinos, que tienen los ojos bien abiertos -aunque no parezca-, se han dado cuenta del irresponsable manejo administrativo de la deuda adquirida para obras que supuestamente iban a ser financiadas con esos préstamos y no se hicieron o dejaron inconclusas, además de la mala gestión de esos recursos fuera del presupuesto. ¡Ah! y la gota que rebasó el vaso es el destape de una corrupción tan evidente, vulgar y escandalosa, que el mismo gobierno ha tenido que salir a airearla con el riesgo de que sus acreedores internacionales, especialmente los chinos, los declaren en default, en suspensión de pagos o en la quiebra definitiva. Aunque, por ahora, los chinos solo decidieron no prestar ni un solo yen al saco roto de la administración pública venezolana.

Mucho antes de que el gobierno de Maduro anunciara que se habían robado más de 3.000 millones de dólares de la industria petrolera (lo que es solo la punta del iceberg, como lo saben los chinos y todo el mundo) se conocía que ese flujo de dinero chino estaba perjudicando a la economía venezolana con sus elevadas tasas de interés, a pesar de conocer la precariedad institucional del país, el mínimo volumen de las exportaciones, los magros ingresos fiscales, la deteriorada infraestructura productiva, la fuga de capitales por las amenazas expropiadoras del régimen; y, lo que tampoco ignoran los asiáticos: la insostenibilidad financiera si se compara ese inmenso flujo de dinero con el tamaño de nuestra economía. El recuerdo de la guaracha “Chacumbele, ¡él mismito se mató!” se le puede aplicar a la laxitud de los chinos al prestarle a un régimen tan maula como el que desgobierna a Venezuela.

En Venezuela hay crisis de alimentos, de medicinas, de atención hospitalaria, está colapsado el parque industrial y económico, no hubo transferencia tecnológica ni capacitación del recurso humano, todo a pesar de los mil millonarios préstamos chinos que superan con creces los 20.000 millones de dólares. Tarde se han dado cuenta los acreedores asiáticos del error de su manirrotismo con el gobierno de Maduro, pero es más tarde aún para este gobierno endeudado al que ni siquiera ahora China le va a prestar, cuando se ha vuelto ensordecedor el grito de multitudes que quieren que les paguen, no solo las viejas promesas electorales de igualación social, sino el sueldito que apenas les alcanza para una sola comida al día. ¡El único militar que conspira abiertamente en Venezuela es el “General Hambre”… y está en la calle, exigiendo lo que le corresponde por derecho y por justicia!